Aromas de ausencia
Lo primero que llama la atenci¨®n son las fundas. La Isla Esmeralda se precia de ser un pa¨ªs literario, como se sabe, pero uno no estaba al tanto de que en los respaldos de los asientos de Aer Lingus figuran p¨¢ginas de un raro y abigarrado manuscrito compuesto de frases sueltas de distintos autores, en alucinante mezcolanza de ingl¨¦s y de celta. ?Es demasiado! Con lectura tan peregrina ya nos fuimos preparando, al poco de despegar el avi¨®n rumbo a Dubl¨ªn y los fastos del centenario del Bloomsday, para sumergirnos en el mundo enmara?ado de Ulises y sus m¨²ltiples variantes y ediciones, dilucidadas en la magna exposici¨®n de la Biblioteca Nacional de Irlanda.
Dubl¨ªn ha sido estos d¨ªas una fiesta joyceana: conferencias, recitales, teatro al aire libre, un desayuno multitudinario para 10.000 comensales, simposios... y, por supuesto, infinitas conversaciones en torno al hombre y su obra. El 16, Bloomsday, le toc¨® a la capital un espl¨¦ndido d¨ªa mediterr¨¢neo -mar azul, cielo despejado y un sol que enrojec¨ªa la delicada piel de los incautos-, y las gentes acudieron masivamente a la torre de Sandycove donde, al borde de las olas "verdemoco", Joyce vivi¨® los seis turbulentos d¨ªas que inspiraron el primer cap¨ªtulo de su genial novela. Entre los fans del escritor que hormigueaban por all¨ª hab¨ªa un grupo de espa?oles que comentaban, animados, las alusiones a Andaluc¨ªa contenidas en el mon¨®logo de Molly Bloom ("hasta alude a Sierra Nevada", subrayaba uno de ellos).
Nada m¨¢s aleccionador, para saber apreciar lo que tenemos cerca, que algunos d¨ªas fuera. Tal vez sobre todo si, tras largo tiempo, uno regresa a su lugar natal. En Dubl¨ªn fue imposible no pensar en el Machado que, veinte a?os despu¨¦s de abandonar Sevilla, vuelve un d¨ªa a franquear la cancela de las Due?as. ?Qu¨¦ sentir¨ªa entonces? El poema n¨²mero VII de las Poes¨ªas completas algo nos dice al respecto. La fuente del patio no ha desaparecido, est¨¢ todav¨ªa el limonero l¨¢nguido, pero hay en el ambiente un "aroma de ausencia" que hace imposible que el "yo po¨¦tico" pueda captar, pese a sus esfuerzos, m¨¢s que recuerdos convencionales. En otro poema temprano, y con evidente alusi¨®n a Freud, Machado afirma que "de toda la memoria / s¨®lo vale / el don preclaro de evocar los sue?os". Sospech¨¦ en Dubl¨ªn que apenas exagera.
La presencia espa?ola actual en la capital irlandesa se acrecienta con La pelota vasca, que se est¨¢ proyectando en la Filmoteca, y la reciente inauguraci¨®n en la Galer¨ªa Nacional, tras su ¨¦xito en El Prado, de los estupendos bodegones de Luis Mel¨¦ndez. Nunca hubo panes e higos como los suyos, y esta coliflor da ganas de sentarse ya a la mesa. Se le augura a la exposici¨®n un ¨¦xito de p¨²blico (La iron¨ªa, una vez m¨¢s, es que el pintor muri¨® pobre y desconocido.)
Despu¨¦s del Bloomsday volvi¨® el tiempo veraniego habitual en Irlanda, y hubo que conformarse con los sunshowers, la mezcla de lluvia y sol que ha inmortalizado, en su versi¨®n inglesa, T.S. Eliot, y que es tan caracter¨ªstica de Erin como el sirimiri del Norte espa?ol. He de confesar que en Dubl¨ªn, pese a sus muchos atractivos, he so?ado, como Molly, con el luminoso Sur.
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