Eso s¨ª que es una fiesta brasile?a

Hay fiestas y fiestas. Pero la que organiz¨® el empresario Fernando de Arruda Botelho, vicepresidente del holding Camargo Ferreira, con motivo del 56? cumplea?os, fue sonada. La fiesta tuvo lugar en una de las fincas de la familia, a 200 kil¨®metros de S?o Paulo. Los invitados fueron la friolera de 8.500. De ellos, 300 llegaron en avi¨®n privado. Para ello tuvo que ser construido un aeropuerto especial y un aparcamiento para m¨¢s de 2.000 coches. Se levantaron dos potentes antenas para que los invitados no tuvieran problemas con sus tel¨¦fonos celulares. Ah, y 10 controladores de vuelo fueron cedidos por el Departamento de Aviaci¨®n Civil para organizar el revoloteo de aviones sobre la finca. Para que los invitados no perdieran la oportunidad de comprar un regalito, fueron montadas 40 tiendas en las que se pod¨ªa comprar desde aviones Cirrus a helic¨®pteros. Para los menos pudientes hab¨ªa relojes de oro de marca. Lo que m¨¢s se vendieron fueron aviones. Las conversaciones de los invitados versaban, las de los varones, sobre el hecho de que alguien que se precie hoy no debe tener para moverse en S?o Paulo un helic¨®ptero de menos de un mill¨®n de d¨®lares, y las de las mujeres, que lo m¨¢s chic hoy es un perfume "personalizado". Caro: 10.000 euros el frasco, "pero que vale la pena, hija, porque viene con tu nombre y todo". Para el empresario Botelho, la fiesta tuvo hasta una vertiente social, pues para organizarla se dio trabajo, dijo, a 600 personas. Y bien pagadas.-