"Los niveles actuales de contaminaci¨®n en Chern¨®bil son baj¨ªsimos"
El ingeniero argentino Abel Gonz¨¢lez (Buenos Aires, 1941), es director de la Divisi¨®n de Radiaci¨®n y Seguridad del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), con sede en Viena. Tras m¨¢s de 40 a?os dedicado a la ingenier¨ªa nuclear y a la protecci¨®n radiol¨®gica, tanto en su pa¨ªs natal como en organismos internacionales, recibi¨® el premio Sievert 2004 durante el 11? Congreso de la Asociaci¨®n Internacional de Protecci¨®n Radiol¨®gica (IRPA), celebrado recientemente en Madrid. Entre otras cosas, fue el responsable del equipo del OIEA que estudi¨® los efectos del accidente del reactor nuclear de Chern¨®bil.
Pregunta. ?C¨®mo ha evolucionado el conocimiento cient¨ªfico en protecci¨®n radiol¨®gica?
"Los estudios sobre c¨¢ncer cerca de instalaciones nucleares carecen de fundamento"
Respuesta. No ha habido un cambio fundamental entre lo que sab¨ªamos en 1968 y ahora. Entonces ya sab¨ªamos que las radiaciones pueden ser causa de c¨¢ncer, que en las c¨¦lulas germinales pod¨ªan provocar efectos hereditarios o que si se irradia el embri¨®n se pueden producir alteraciones importantes. Tambi¨¦n sab¨ªamos que el riesgo era muy bajo, pero que altas y prolongadas dosis de radiaci¨®n pod¨ªan matar a la gente. En estos a?os hemos ido ganando en finura, acotando los ¨®rdenes de magnitud.
P. ?Y ha habido sorpresas?
R. S¨ª, sabemos cosas nuevas. Est¨¢bamos convencidos de que si una c¨¦lula no hab¨ªa sido afectada directamente por la radiaci¨®n no le pasar¨ªa nada, pero hoy sabemos que eso no es as¨ª, que una c¨¦lula irradiada puede afectar a c¨¦lulas muy alejadas mediante un mecanismo que a¨²n desconocemos. Tambi¨¦n cre¨ªamos que cuando la radiaci¨®n induce una mutaci¨®n, la c¨¦lula quedaba da?ada de forma estable, pero hoy sabemos que se produce lo que llamamos inestabilidad gen¨¦tica, y que existen procesos que reparan las mutaciones.
P. ?Cu¨¢l es el principal reto que afrontan ahora?
R. Mi teor¨ªa es que el tiempo de la finura est¨¢ m¨¢s o menos terminado, aunque la ciencia nunca acaba y siempre habr¨¢ que profundizar m¨¢s, pero creo que el reto actual es de otro tipo. La preocupaci¨®n por la protecci¨®n radiol¨®gica ha sido hasta ahora cosa de muy pocos, y en el mundo hay 192 pa¨ªses, de los que unos 60 no saben siquiera el significado del t¨¦rmino y otros 70 lo conocen pero no saben qu¨¦ tienen que hacer. Y todos los pa¨ªses, los 192, tienen problemas de protecci¨®n radiol¨®gica, pacientes irradiados, fuentes radiactivas perdidas, procesos industriales que utilizan radiois¨®topos...
P. ?se es un problema m¨¢s pol¨ªtico que cient¨ªfico, ?no?
R. No s¨®lo. Los profesionales y las tecnolog¨ªas propias del mundo desarrollado tienen que incorporarse a esos pa¨ªses, hay que globalizar de manera sostenible la protecci¨®n radiol¨®gica. El terrorismo ha puesto en evidencia que si hay un mal control en cualquier lugar del mundo, los resultados pueden acabar afectando a cualquier otro pa¨ªs, que una fuente perdida puede terminar en el metro de cualquier ciudad occidental. Si no hay protecci¨®n para todos no la hay para nadie, porque el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil va a definir la fortaleza de todo el sistema.
P. ?Y hay muchas fuentes descontroladas en el mundo?
R. Lo peor es que no puedo contestar a esa pregunta, pero disponemos de suficiente informaci¨®n como para decir que son much¨ªsimas, y que incluso las consideradas controladas lo son s¨®lo hasta cierto punto. La preocupaci¨®n internacional es grande, e incluso mereci¨® el ¨²nico acuerdo concreto de la reuni¨®n del G-8 celebrada recientemente en Evian [Francia]. Creo que habr¨ªa que conseguir un marco jur¨ªdico que obligue a todos los pa¨ªses a un cierto c¨®digo de conducta respecto a la protecci¨®n radiol¨®gica, una convenci¨®n internacional.
P. Los l¨ªmites m¨¢ximos permitidos de radiaci¨®n de una persona no han dejado de disminuir hasta l¨ªmites similares a la radiaci¨®n natural de fondo. ?Es por precauci¨®n o hay datos que avalen la peligrosidad de estar sometido a una mayor radiaci¨®n?
R. Si por evidencia nos referimos a que podemos ver los da?os causados, no la hay, porque es imposible estad¨ªsticamente. No hay mecanismo epidemiol¨®gico capaz de hacerlo porque habr¨ªa que involucrar a mil millones de personas, pero hay evidencias indirectas y tenemos la obligaci¨®n moral, por lo que sabemos de biolog¨ªa molecular y celular, de suponer que esos da?os existen.
P. Por lo mismo se puede suponer que tambi¨¦n existen riesgos por debajo de dichos l¨ªmites ?no?
R. S¨ª, pero el riesgo desciende exponencialmente y ser¨ªa baj¨ªsimo. Si se utilizaran esos criterios para la radiaci¨®n natural no se podr¨ªa vivir en la mayor parte del planeta, pero hay que tener en cuenta que esos l¨ªmites se a?aden a la radiaci¨®n de fondo natural.
P. ?Tienen entonces sentido los estudios que muestran aumentos de casos de c¨¢ncer en las cercan¨ªas de instalaciones nucleares?
R. Todos estos estudios carecen de fundamento porque no hay suficientes casos para sacar conclusiones estad¨ªsticas. Son absurdos, tanto los que realizan los ecologistas como los que hace la industria para intentar demostrar que no hay riesgos.
P. ?D¨®nde se realizan los estudios epidemiol¨®gicos que ustedes manejan?
R. El m¨¢s importante sigue siendo el de Hiroshima y Nagasaki, porque es una poblaci¨®n amplia y homog¨¦nea, tanto gen¨¦tica como ambientalmente, y dividida en dos grupos, ya que una parte de la poblaci¨®n estaba detr¨¢s de unas monta?as y no se expuso a la radiaci¨®n, lo que permite disponer de una forma de contraste de los datos. En Hiroshima la gente no muri¨® por la radiaci¨®n sino por la onda explosiva y las altas temperaturas, habr¨ªa sido lo mismo lanzar el equivalente, 25.000 toneladas, de TNT. Hubo 65.000 supervivientes y otros 100.000 que estaban protegidos por las monta?as. Esto ha permitido comparar los efectos en ambos grupos. Calculamos que sobre un total de 8.500 casos de c¨¢ncer que habr¨ªa habido de forma natural, hay 450 extra, debidos a la radiaci¨®n. Hay otros estudios, pero ¨¦ste sigue siendo el principal.
P. Y el caso de Chern¨®bil, ?qu¨¦ nos ha ense?ado?
R. Trabaj¨¦ durante dos a?os en el mayor proyecto realizado sobre los efectos del accidente de Chern¨®bil, con m¨¢s de 500 cient¨ªficos involucrados. Fue un accidente en el peor lugar del mundo y en el peor momento. Se hicieron cosas grav¨ªsimas, como evacuar a gente con niveles bajos de irradiaci¨®n y al rev¨¦s. Los niveles de contaminaci¨®n en la actualidad son baj¨ªsimos y las dosis en las ¨¢reas contaminadas son m¨¢s bajas que en lugares t¨ªpicos de radiaci¨®n natural alta, como los que hay en Espa?a y en otros lugares. Nosotros dijimos que no iba a haber ning¨²n c¨¢ncer de tipo s¨®lido y eso es lo que muestran los estudios, con excepci¨®n de los c¨¢nceres de tiroides en ni?os y j¨®venes, que han sido del orden de 2.000. Afortunadamente el c¨¢ncer de tiroides es muy f¨¢cil de tratar y s¨®lo ha habido dos casos mortales. Prevenir estos c¨¢nceres habr¨ªa sido muy f¨¢cil.
P. ?ltimamente existe gran preocupaci¨®n por las radiaciones no ionizantes ?tiene fundamento?
R. El fen¨®meno es distinto desde el punto de vista celular. Hay un nivel de energ¨ªa por encima del cual la radiaci¨®n puede romper el ADN por acci¨®n directa, nivel que se encuentra un poco por debajo de los rayos X, el resto queda por debajo. Pero esto no quiere decir que no sean capaces de provocar mutaciones, pueden hacerlo por otro mecanismo que es la agitaci¨®n t¨¦rmica, pero son otro tipo de mutaciones. El fen¨®meno ha sido mucho menos estudiado.
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