La demolici¨®n de las presas de Alcal¨¢ del R¨ªo y Cantillana
Todos recordamos la fama del Bajo Guadalquivir basada en sus pesquer¨ªas, el bosque de ribera y el aporte natural de sus aguas, que un¨ªa anta?o el mar con las zonas situadas tierra adentro.
Dicha ligaz¨®n qued¨® cercenada por la construcci¨®n de un gran n¨²mero de presas y obras hidr¨¢ulicas. ?stas acabaron con el r¨¦gimen de los caudales y con los sedimentos que repon¨ªan los arenales y playas, llevando a la extinci¨®n a especies como el esturi¨®n y poniendo en grave riesgo a otras como la anguila y el s¨¢balo, especies que alimentaban una interesante actividad econ¨®mica.
Hoy en d¨ªa, la sociedad demanda la recuperaci¨®n de sus ecosistemas fluviales y una mejor ordenaci¨®n territorial de sus riberas, adem¨¢s del refuerzo de la protecci¨®n del paisaje y del sentir ciudadano que liga a la persona a un territorio concreto, tal como postula la llamada "nueva cultura del agua". Con estos planteamientos, cada vez son m¨¢s numerosas las voces que se preguntan sobre la existencia de las presas hidroel¨¦ctricas sevillanas de Alcal¨¢ del R¨ªo y Cantillana, causantes de un grave impacto ambiental en los ¨²ltimos cien kil¨®metros del Guadalquivir.
Estas presas fueron construidas hace setenta a?os y adolecen de problemas de mantenimiento y de riesgos de conservaci¨®n como toda construcci¨®n tan antigua, sin que la reducida producci¨®n que generan compense en absoluto los perjuicios ambientales y sociales que provocan. As¨ª, aprovechando los incentivos econ¨®micos que existen en la actualidad para fomentar el ahorro de energ¨ªa y la instalaci¨®n de paneles fotovoltaicos, no hay razones para que Endesa se muestre tan reacia a aceptar su demolici¨®n, teniendo en cuenta por otro lado los pocos a?os que les quedan de concesi¨®n y su m¨¢s que cumplida amortizaci¨®n. En realidad, existen numerosas oportunidades para que el Bajo Guadalquivir, como Lugar de Importancia Comunitaria de la Red Natura 2000 europea que es, reciba fondos para recuperar el r¨ªo y ayudar as¨ª a que fluya libre hasta el mar. Esta situaci¨®n no s¨®lo la provoca esta empresa en Sevilla, sino en otros valles como el del Nansa (Cantabria), donde la presa de Palombera, levantada por presos de la Guerra Civil, ha acabado con una de las mejores poblaciones espa?olas del m¨ªtico salm¨®n atl¨¢ntico. Estos ejemplos contradicen sobremanera la pol¨ªtica ambiental de la que hace gala en sus publicaciones.
Asimismo existen desde hace d¨¦cadas figuras jur¨ªdicas como la caducidad y la revisi¨®n de concesiones, junto con su rescate, que bien empleadas por la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Guadalquivir y la Consejer¨ªa de Medio Ambiente facilitar¨¢n la recuperaci¨®n del r¨ªo. Como se ve, no es cuesti¨®n de medios, sino de voluntad pol¨ªtica. A ello se une la obligaci¨®n legal establecida en la Directiva Marco del Agua de impedir el deterioro de los ecosistemas fluviales y lograr el llamado "buen estado ecol¨®gico" de los mismos, principios jur¨ªdicos que hay que defender. Una vez recuperado este tramo del Guadalquivir, deber¨ªa declararse reserva ambiental a semejanza de los wild & scenic rivers, en los que se limita extraordinariamente el otorgamiento de nuevas concesiones y autorizaciones.
Lo que proponemos no es nada novedoso, ya que la recuperaci¨®n de los r¨ªos es tradicional en los EE UU, donde sus propios due?os ya han demolido 600 presas; en Alemania, que recupera el valle del Rin mediante la eliminaci¨®n de obst¨¢culos y diques en los cauces, o en Francia, donde el Loira se ha visto librado de tres presas semejantes y tienen en estudio una cuarta. Para terminar, la cercan¨ªa a un gran conjunto de poblaci¨®n servir¨¢ adem¨¢s para mejorar la educaci¨®n ambiental de los andaluces como ejemplo a seguir a la hora de enmendar errores actuales. ?A qu¨¦ esperamos entonces?
Pedro Brufao Curiel es Doctor en Derecho Administrativo y asesor de Aems-rios con vida, Premio Nacional de Medio Ambiente 1998.
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