El ¨¢ngel exterminador
Ole Bornedal regresa al trabajo y por fin tiene nueva historia. El director que pas¨® a la historia de los remakes por hacer dos veces la misma pel¨ªcula, una en su Dinamarca natal (llamada El vigilante nocturno), con actores desconocidos, y otra en Estados Unidos (rebautizada como La sombra de la noche), con Ewan McGregor de estrella, vuelve cinco a?os despu¨¦s de repetirse como el ajo, esta vez con un drama sobre la culpa titulado como el nombre de la protagonista: Dina.
Es probable que a gente como Max Oph¨¹ls, Ingmar Bergman o Carl Theodor Dreyer, cada uno con su particular estilo, les hubiese encantado tener entre manos un material como ¨¦ste, basado en la novela de Herbjorg Wassmo (publicada en Espa?a por la editorial Muchnik): una reflexi¨®n sobre el remordimiento, centrada en la v¨ªctima de un l¨²gubre acontecimiento en edad infantil; un descuido t¨ªpico de cr¨ªa (achacable s¨®lo a su edad), que provoca la dolorosa muerte de la madre y la rabiosa, vengativa, injusta reacci¨®n del padre. Un suceso que ocupa la primera media hora de pel¨ªcula, justamente la m¨¢s lograda, a pesar de que ya se empieza a notar la equivocada tendencia hacia el esteticismo de su director.
DINA
Direcci¨®n: Ole Bornedal. Int¨¦rpretes: Marie Bonnevie, G¨¦rard Depardieu, Christopher Eccleston. G¨¦nero: drama. Francia-Noruega-Dinamarca, 2004. Duraci¨®n: 125 minutos.
Bornedal sabe rodar, pero da la impresi¨®n de que, en demasiados instantes de su nueva obra, lo hace de manera err¨®nea. As¨ª, a veces se empe?a en romper la secuencia en mil planos (salt¨¢ndose el eje aposta) cuando lo que pide la escena es quietud, clasicismo, un buen encuadre y dejar fluir las pasiones. Eso s¨ª, en otros momentos, el autor otorga su innegable potencia visual, como en la secuencia en la que la protagonista se arroja al mar o las muertes en la monta?a nevada.
En lo que ata?e al reparto, la pel¨ªcula s¨®lo cojea por un flanco, el principal. Dina es fascinante, equ¨ªvoca, salvaje, un ¨¢ngel exterminador con un toque feminista insoportable para sus contempor¨¢neos; un caramelo de personaje que parece venirle grande a la bella actriz danesa Marie Bonnevie (la chica de Jerusalem). Como contrapartida, se puede gozar de un excelente grupo de actores europeos (la presencia de G¨¦rard Depardieu y Pernilla August, en papeles secundarios, es descomunal), un plantel en el que destaca el inquietante rostro de Mads Mikkelsen, el m¨¦dico de Wilbur se quiere suicidar.
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