Camps, al vapor

No es que Francisco Camps sea incombustible necesariamente, pero es lo cierto que aguant¨® a pie firme la temperatura de la crem¨¤ de Les Fogueres de Sant Joan, una isot¨¦rmica local y l¨²dica, varios grados por encima de la de los servicios meteorol¨®gicos, mientras Alicante ard¨ªa, y la noche era un horno de alfarero. Si alguien, en alg¨²n momento, le chamusc¨® las alas fugazmente, ese alguien fue Eduardo Zaplana, en su perverso y sagaz af¨¢n de impedirle el vuelo m¨¢s all¨¢ de los limitados dominios de su encantamiento. Zaplana siempre ha exhibido una pedagog¨ªa muy rudimentaria -a la altura de la de la letra con sangre entra-, y ha procedido como aquel viejo maestro rural que, a la hora del recreo, les advert¨ªa, con severidad, a sus pupilos: "De ese muro de ah¨ª, pobre de vosotros si pas¨¢is". Naturalmente, los pupilos se sub¨ªan al muro de apenas un metro, para ver qu¨¦ hab¨ªa m¨¢s all¨¢ y muchos saltaban al otro lado. Por el contrario, el joven maestro que lo relev¨®, les dec¨ªa a sus pupilos, con mucha astucia, m¨¢s psicolog¨ªa y aparente generosidad: "Correr cuando quer¨¢is y si os apetece, pod¨¦is llegar, nada menos, que hasta aquel muro de all¨¢". Por supuesto, no les incitaba a la curiosidad ni a la transgresi¨®n. Adem¨¢s el muro les ca¨ªa muy lejos y les parec¨ªa insignificante. A Francisco Camps, le toc¨® el viejo maestro. Y naturalmente se subi¨® al muro, y se qued¨® perplejo por cuanto vio. Tanto, que a¨²n sigue all¨ª arriba, sin decidirse bien a saltar al otro lado, bien a refugiarse de nuevo en el conformismo y la obediencia. Y es una duda razonable. Al otro lado, est¨¢ el peligro de ser arrrollado por la alta velocidad, de ser absorbido por la riada de un trasvase resuelto a pie de rengl¨®n de los informes negativos, solicitados por el Gobierno de Aznar, que se encontraban ?extraviados?, y que ahora la ministra Cristina Narbona ha tenido la delicadeza de recordarle, para que se empape o para que no se empape, seg¨²n; y al otro lado, se encuentra la esfera de una Terra M¨ªtica sin recursos, tambaleante y en un tris de ca¨¦rsele, con toda la n¨®mina de h¨¦roes y dioses, sobre su cabeza; y est¨¢ tambi¨¦n echando chispas la deuda de la Generalitat que sube y sube y sube, y se pone en el 11% del PIB -dato al canto del Banco de Espa?a- "la mayor de todas las comunidades auton¨®micas"; y est¨¢ tambi¨¦n el empresario Virosque que le pulveriza la ilusi¨®n de esa l¨ªnea ferroviaria y transversal, moderna y de velocidad alta, del Cant¨¢brico al Mediterr¨¢neo. Pero, sobre todo, al otro lado, est¨¢ el le¨®n dormido del socialismo valenciano, con un Joan Ignasi Pla de ensue?o. Ay, si despertara.

Semanas atr¨¢s, en v¨ªsperas de las elecciones europeas, el cronista le coment¨® a Carmen Alborch, que las izquierdas y en particular el PSPV se hab¨ªan entregado a una dulce resignaci¨®n y a un pol¨ªtica de titulares, que para nada satisfac¨ªan las expectativas. La baja participaci¨®n en los comicios, y ese 50% de media en el Pa¨ªs que se anotaron a la remanguill¨¦ los conservadores, prueban que Francisco Camps y su equipo deben saltar ya al otro lado y ejercer, sin que les ciegue los residuos de un pasado, del que deben alejarse. Y el PSPV que de alg¨²n rugido de feria, para recordarnos que a¨²n existen. Lo peor de todo no es que ¨¦sta sea la autonom¨ªa m¨¢s endeudada, sino la m¨¢s indolente y mansa.