Tarifas
El cumplimiento del Protocolo de Kioto sobre disminuci¨®n de las emisiones de CO2 a la atm¨®sfera supondr¨¢, seg¨²n anuncia la ministra de Medio Ambiente con una cautela que no enga?a a nadie, un aumento de las tarifas el¨¦ctricas, lo que en la pr¨¢ctica significa que no s¨®lo subir¨¢ el recibo de la electricidad, sino, de rebote, el precio de cualquier producto o servicio que utilice la electricidad, es decir, todos salvo la nigromancia y algunas pel¨ªculas espa?olas. Protesto en¨¦rgicamente contra esta medida. Cuando las empresas el¨¦ctricas hac¨ªan mangas y capirotes de las normas m¨¢s elementales de la sensatez ecol¨®gica, las tarifas aumentaban con regularidad para justificar el elevado costo de la inflaci¨®n, y ahora que por fin Bruselas las llama al orden, tambi¨¦n es el usuario el que se ha de rascar el bolsillo. Muchas guerras se han hecho con menos motivos, y en las ¨²ltimas d¨¦cadas, desaparecida la amenaza de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y del peligro amarillo, el eje de la pol¨ªtica mundial ha girado hacia los pa¨ªses ¨¢rabes, no fueran ¨¦stos a utilizar el petr¨®leo en contra de nuestros intereses. Hace apenas unos meses, cuando alguien se manifestaba contra la invasi¨®n de Irak, el argumento definitivo para acallarlo era la necesidad de garantizar la disponibilidad de unas reservas energ¨¦ticas a un precio estable, sobre lo que se basa el bienestar del mundo occidental, cuando no la viabilidad misma del sistema. Si el combustible llegara a escasear de veras, se har¨ªan realidad la mejores pel¨ªculas de Arnold Schwarzenegger, y ¨¦l ya no tiene edad para sacarnos del apuro. Aqu¨ª, en cambio, ante la inminencia de un peligro similar, la ministra de Medio Ambiente flaquea y parece a punto de ceder cuando deber¨ªa mostrar firmeza. Mal hecho: el ejemplo reciente deber¨ªa bastar para hacer entrar en raz¨®n a las empresas el¨¦ctricas. Y si persisten, disponemos del contingente de soldados que acaba de regresar de Irak, que tiene experiencia en este tipo de operaciones y que debe de estar mano sobre mano, ansioso por entrar nuevamente en acci¨®n. S¨¦ que no es lo mismo: ahora tenemos el enemigo en casa. Pero alguna vez habr¨¢ que cambiar las reglas del juego. Audacia, se?ora ministra. En un caso as¨ª el Gobierno anterior no nos habr¨ªa fallado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.