Milagroso
El profesor de religi¨®n no paga impuestos. Eso s¨ª que es un milagro, un acontecimiento que conserva su car¨¢cter de misterio. Se trata de uno de los pocos arcanos que defienden el secreto de la multiplicaci¨®n de los panes y los peces ante la existencia vulgarizadora de las constituciones, las leyes democr¨¢ticas y el racionalismo. Cuando llega el mes de junio, y aprietan la calor y la Agencia Tributaria, los obispos, los curas p¨¢rrocos, las monjas y los profesores de religi¨®n desconocen el mandamiento de pagar a Hacienda.
La Sant¨ªsima Trinidad aplicada a la econom¨ªa implica no pagar la contribuci¨®n urbana, no pagar impuestos sobre las rentas del trabajo y sacarle al Estado una limosna multimillonaria. Mientras el profesor de literatura hace sus cuentas, mientras el propietario de un piso o de un garaje calcula la contribuci¨®n, mientras los empresarios buscan asesores que remienden sus porcentajes, el profesor de religi¨®n cobra y no declara, y ante los ojos de los inspectores de hacienda pasan desapercibidas propiedades inmuebles como la catedral de Sevilla, la Mezquita de C¨®rdoba o la Cartuja de Granada. Dios habr¨¢ muerto, pero ha dejado a sus hijos muy bien colocados. Los acuerdos entre la Iglesia y el Estado conservan un esp¨ªritu feudal. Por eso una profesora de religi¨®n no hace oposiciones para desempe?ar su tarea en la administraci¨®n p¨²blica, por eso no paga impuestos aunque reciba un sueldo del Estado y por eso pierde su puesto de trabajo si el obispo descubre que vive en pecado mortal. Una trabajadora espa?ola del siglo XXI pierde su puesto de trabajo por echarse un novio poco cat¨®lico.
El profesor de religi¨®n y sus jefes merecen todo el respeto. El problema es que yo no les merezco ning¨²n respeto a los profesores de religi¨®n y a sus jefes, que no dependen del derecho espa?ol, sino del derecho can¨®nico, que es el derecho de una potencia extranjera. Un pensamiento laico significa un ejercicio de respeto, de neutralidad, para que todo el mundo pueda comportarse seg¨²n su conciencia. Evitar los adjetivos religiosos en las constituciones supone un acto de respeto a las creencias ajenas. Se puede ser espa?ol y europeo siendo cristiano, o musulm¨¢n, o jud¨ªo, o budista, o devoto de la diosa Luna. Claro que tambi¨¦n se espera un poco de correspondencia, para que los no creyentes seamos due?os de nuestra moral. Me parece muy l¨®gico que un cat¨®lico est¨¦ en contra del divorcio (salvo en determinadas situaciones reales), del aborto y del matrimonio homosexual. Lo que resulta muy pesado es el empe?o que tienen en que mi mujer no aborte si lo necesita o en que yo no pueda enamorarme perdidamente de Javier Arenas (es s¨®lo un ejemplo) y pedirle matrimonio, habiendo arreglado antes los papeles con mi mujer.
Y, sobre todo, no s¨¦ por qu¨¦ tengo yo que pagar con mis impuestos las propiedades particulares de una potencia extranjera. La revisi¨®n de las cuentas p¨²blicas es en este caso un acto de leg¨ªtima defensa. Con Al Capone dio resultado.
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