"S¨®lo les asomaba la cabeza"
Relato de c¨®mo quedar¨¢ impune la muerte de 4 polizones del 'Wisteria'
Aquel hombre de origen chino debi¨® de pensar que cuatro muertes nunca quedar¨ªan impunes. Tem¨ªa las represalias de la empresa, as¨ª que pidi¨® a la polic¨ªa que ocultase su nombre. El 27 de mayo, cuando el alba despuntaba sobre la r¨ªa de Arousa, aquel hombre de ojos rasgados, tripulante del Wisteria, un buque procedente de Senegal que iba a descargar una partida de at¨²n en Ribeira (A Coru?a), se las arregl¨® para deslizarle una nota al pr¨¢ctico del puerto, antes de que ¨¦ste abandonase el barco al que acababa de asistir en la maniobra de atraque. Eran unas pocas palabras en mal ingl¨¦s, escritas con letras de molde. Delataban un crimen que, pese al empe?o de aquel hombre, probablemente nunca ser¨¢ juzgado.
"Son seres humanos"... "Lo ordena el capit¨¢n", repuso el cocinero
La nota ven¨ªa en medio folio de un papel con caracteres cir¨ªlicos al dorso y dec¨ªa: "4 men was throwed into sea!!!. By C/O captain on 23rd may". Cuatro hombres fueron arrojados al mar, por orden del capit¨¢n, el 23 de mayo. El pr¨¢ctico se fue con la nota a la polic¨ªa. Durante tres d¨ªas, desfil¨® por la comisar¨ªa de Ribeira la tripulaci¨®n del Wisteria, tres surcoreanos -el capit¨¢n y los dos primeros oficiales- y 14 chinos, todos contratados por una armadora japonesa bajo pabell¨®n de conveniencia paname?o. Sus testimonios, incluidos los de los propios oficiales acusados, fueron contradictorios en muchos detalles. De algo, sin embargo, no hab¨ªa duda: el capit¨¢n orden¨® abandonar en el mar a los cuatro polizones, sin m¨¢s asidero que unas tablas y unas cuerdas, en condiciones muy dif¨ªciles para la supervivencia. Aunque no consta su muerte (faltan los cad¨¢veres), el juzgado de instrucci¨®n n¨²mero 2 de Ribeira crey¨® disponer de indicios suficientes para formular cargos de homicidio contra cuatro oficiales y el cocinero.
Un mes m¨¢s tarde, la causa ha sido archivada tras dictaminar la fiscal¨ªa que los tribunales espa?oles no tienen jurisdicci¨®n sobre unos hechos ocurridos en aguas de otro pa¨ªs que no se ha podido concretar, tal vez las de Mauritania o Marruecos. Los acusados del homicidio ya no est¨¢n en Espa?a. Tambi¨¦n abandon¨® el pa¨ªs aquel hombre que se las hab¨ªa ingeniado para entregar la nota al pr¨¢ctico, a riesgo de perder su empleo. Aquel hombre que ya el 23 de mayo, despu¨¦s de que sus compa?eros le describiesen la imagen de los polizones perdi¨¦ndose en el horizonte "con el agua al cuello", esper¨® a quedarse solo e intent¨® conectar desde el barco con la radio costera.
El Wisteria hab¨ªa zarpado de Dakar, la capital de Senegal, el 21 de mayo, con un cargamento de at¨²n para f¨¢bricas de conservas gallegas. Entre las cuatro y las cinco de la tarde del d¨ªa siguiente, se descubri¨® un poliz¨®n en la sala de m¨¢quinas. El capit¨¢n asegura que lo lav¨® y le proporcion¨® alimentos, adem¨¢s de un camarote. Seg¨²n los tripulantes, fue encerrado en el trastero para enseres de limpieza. Llevaba consigo fotocopias de documentos personales que uno de los marineros conserv¨® como prueba y entreg¨® a la polic¨ªa. Se llamaba Mame Thiermo Birahim Fali, nacido en Dakar en una fecha que est¨¢ borrosa: el 30 de diciembre de 1973 o 1978.
El capit¨¢n, Cho Che Joo, de 55 a?os, y el primer oficial, Hang Seong Hwan, de 53, sab¨ªan el problema burocr¨¢tico que les esperaba en Espa?a con el poliz¨®n a bordo. Cho orden¨® entonces a cuatro marineros que construyesen una suerte de balsa con tablas y cuerdas, de apenas 2,5 por 1,5 metros. A las seis de la madrugada del d¨ªa siguiente, la megafon¨ªa despert¨® a la tripulaci¨®n para urgirle que se incorporase a sus puestos. Bajo unas planchas de hierro de la sala de m¨¢quinas hab¨ªan aparecido otros tres polizones. Uno de ellos era conocido por varios tripulantes, porque en Dakar hab¨ªa pintando y lavado el barco a cambio de comida. Les cont¨® que proced¨ªa de Ghana y que ten¨ªa 45 a?os, esposa y dos hijos.
El capit¨¢n ni siquiera esper¨® a construir m¨¢s balsas. Arroj¨® la que ten¨ªa al mar y orden¨® a los cuatro africanos que abandonasen el barco. Tras insistirles, dos de ellos bajaron temerosos por la escalerilla de la borda. Los otros dos, seg¨²n varios testimonios recogidos por la polic¨ªa, se resistieron y suplicaron. Algunos sostienen que les dieron patadas, que el cocinero les amenaz¨® con un palo y que, con el capit¨¢n y el primer oficial al frente, fueron empujados escalerilla abajo. El propio cocinero admite que uno de los miembros de la tripulaci¨®n se encar¨® con ¨¦l.
- "Son seres humanos", le reprendi¨®.
- "Lo ha ordenado el capit¨¢n", se desentendi¨® ¨¦l.
El cocinero tambi¨¦n afirma que us¨® una cuerda para hacerles llegar una bolsa con agua, arroz y at¨²n. Todos los testimonios coinciden en que por lo menos tres de los polizones quedaron flotando a duras penas sobre el mar. "S¨®lo les asomaba la cabeza", declar¨® uno de los marineros.
No se ha podido establecer d¨®nde se encontraban. Seg¨²n un tripulante, a 5 millas de tierra. Seg¨²n los c¨¢lculos del capit¨¢n, a s¨®lo media milla. Cho Che Joo tambi¨¦n neg¨® en su declaraci¨®n que se intimidase a los polizones. Aleg¨® que la balsa se hab¨ªa construido "con buena madera" y destac¨® que mientras el Wisteria reanudaba su singladura hacia Europa, los africanos agitaban los brazos desde el agua en se?al de despedida.
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