Andaluces
En el suplemento Andaluc¨ªa. Especial Vacaciones, publicado en este diario el 19 de junio pasado, Luis Garc¨ªa Montero insist¨ªa, al ir desgranando las virtudes tur¨ªsticas de su comunidad natal, en que el factor humano es primordial entre ellas, que "todo acaba y comienza en la gente", que "la gente es el mejor argumento de Andaluc¨ªa, su invitaci¨®n en carne y hueso al Sur". O sea que, pese a los innegables encantos monumentales de la comunidad, de la variedad de sus paisajes y ofertas de mar, llanura y sierra, lo que cuenta de verdad, lo que merece atraer sobre todo hacia Andaluc¨ªa a los turistas, nacionales e internacionales, son los aproximadamente ocho millones de seres humanos que pueblan hoy estos territorios y que, por merecer tan alta consideraci¨®n del poeta, deben compartir caracter¨ªsticas que de alguna manera los diferencian de los dem¨¢s espa?oles.
Pero, ?se puede generalizar acerca de los andaluces? ?Son m¨¢s alegres, m¨¢s vitales, m¨¢s respetuosos, m¨¢s ocurrentes, m¨¢s graciosos que sus compatriotas? ?Qu¨¦ es lo espec¨ªficamente andaluz, si es que existe tal cosa? Mientras le¨ªa y rele¨ªa el comentario de Garc¨ªa Montero se me iban apareciendo un sinf¨ªn de rostros de espa?oles -y lo siguen haciendo mientras escribo estas l¨ªneas- conocidos a lo largo y a lo ancho del pa¨ªs, as¨ª como fuera, durante m¨¢s de cuarenta a?os, y juro por mis dioses que a casi todos los encuentro, por decirlo as¨ª, muy andaluces. O sea, normales, abiertos, campechanos, generosos, acogedores, con la espontaneidad y falta de esnobismo que siempre he apreciado en Espa?a.
Para Antonio Banderas, en el mismo suplemento, Andaluc¨ªa es "una tierra m¨¢gica con una fuerza ¨²nica... un para¨ªso en el que casi todo es posible". S¨®lo superlativos. S¨®lo elogios. Y Miguel R¨ªos dice que la recomienda a sus amigos "porque nunca te deja mal. Nunca defrauda las expectativas que todos hacemos cuando vamos a emprender un viaje". Pero, en serio, ?Andaluc¨ªa nunca te deja mal? ?Nunca defrauda? ?Nunca? No puede ser. Defrauda profundamente, por ejemplo, cuando permite la brutal destrucci¨®n de la Vega de Granada, que el cantante tiene delante, y que se consume a un ritmo fren¨¦tico. Defraudan su bara¨²nda nocturna, intolerable para muchos turistas -as¨ª consta a?o tras a?o-, y las motos de los ni?atos incontrolados. Habr¨ªa que andar con un poco de sentido cr¨ªtico. Hay andaluces estupendos y andaluces menos estupendos. Hay andaluces alegres y andaluces depresivos. Andaluces que leen la prensa (la minor¨ªa) y andaluces que no la leen nunca (la mayor¨ªa). Andaluces matones y andaluces pac¨ªficos, andaluces que van a los toros y andaluces que no van a nada. Aqu¨ª, como en cualquier lugar, hay de todo.
Hace unos veinticinco a?os, cuando llegu¨¦ a Madrid, alguien me pregunt¨® que por qu¨¦ no segu¨ªa m¨¢s al sur. Contestaci¨®n: para un hombre nacido entre las brumas norte?as, la Villa y Corte era ya espectacularmente meridional. Luego hice lo que me hab¨ªan recomendado. Me ha ido requetebi¨¦n pero sigo pensando, de verdad, que lo ¨²nico que realmente distingue a los andaluces de los dem¨¢s espa?oles es la dicha de vivir... en Andaluc¨ªa.
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