Elegancia
Esplendor y miseria. La historia de Marlon Brando podr¨ªa haber sido sacada de un libro moral: retrata de manera tan redonda el paso del triunfo a la decadencia que parece inventada a modo de cuento ejemplar. He aqu¨ª un hombre que lo ha tenido todo en dimensiones superlativas y que se las ha apa?ado para perderlo. De la belleza f¨ªsica m¨¢s aniquilante, a la monstruosidad y el colapso org¨¢nico. Del ¨¦xito social a la misantrop¨ªa, despreciado por todos. De la superabundancia de dinero a la pobreza (aunque, la verdad, deber 28 millones de d¨®lares es una manera de ser rico: desde luego yo no llegar¨¦ a deberlos jam¨¢s). La vida siempre es un viaje, pero para algunos es m¨¢s bien un desplome.
Me gusta mucho leer biograf¨ªas, y siempre me ha inquietado una frase que suele aparecer en todas ellas: "?sa fue la ¨¦poca m¨¢s feliz de su vida". Diantres, la ¨¦poca m¨¢s feliz... y el biografiado no lo sab¨ªa. Quiz¨¢ vivi¨® aquel tiempo glorioso tontamente, con la cabeza perdida en proyectos futuros, ignorante de que lo que le quedaba por venir no era m¨¢s que una inexorable cuesta abajo. A saber si yo ya he pasado esa ¨¦poca feliz; a saber si la estoy viviendo justo ahora, sin atinar a valorarla y disfrutarla. ?Cu¨¢l pudo ser la ¨¦poca m¨¢s feliz de Brando? Puede que ninguna; tengo la sensaci¨®n de que siempre quiso ser otro y estar en otra parte.
La vida no es s¨®lo aquello que nos ocurre, los golpes de buena o mala suerte que no controlamos. La vida es, sobre todo, lo que nosotros hacemos con lo que nos ocurre. Es la capacidad para disfrutar el momento, el carpe diem. Es la entereza para sobrellevar la desgracia y aprender de ella. Es la lucidez que te permite conocer tu lugar. La verdadera elegancia es la de saber vivir; y esa elegancia no tiene que ver con la clase social ni con los t¨ªtulos universitarios. Es un atributo interior que nace de la delicadeza de esp¨ªritu, de la generosidad, de esa sabidur¨ªa profunda que uno va atesorando con honestidad y esfuerzo cada d¨ªa que uno vive conscientemente. Entre las personas m¨¢s elegantes que conozco, por ejemplo, est¨¢n Carmen, mi asistenta desde hace veinte a?os, o ?ngel, due?o de una modesta casa de comidas. Mientras que el pobre Brando, tan famoso, siempre fue un desastre y un hortera.
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