Tarde funcionarial
Corrida en su mayor parte adscrita a la antolog¨ªa del funcionarismo. Toros y toreros, en sus respectivos papeles de comparsas insulsos de la fiesta, que est¨¢n hundiendo los desaprensivos taurinos.
Hablar de los toros es tan in¨²til como regar un sem¨¢foro para verlo crecer. Para hablar de los toreros no hay que ir muchos sem¨¢foros m¨¢s all¨¢.
D¨¢vila Miura acab¨® toreando como un pariente lejano de lo que ofreci¨® ¨¦l mismo en esta plaza el a?o pasado. En su primero, luci¨® una faena insulsa, ejecutada (es un decir) al un¨ªsono con el trote cochinero que le inocul¨® la madre del toro cuando ¨¦ste era un becerrito mam¨®n.
En su segundo, un toro bob¨®n a m¨¢s no poder, instrument¨® una faena variada, pero sin un ¨¢tomo de hondura, tal como si anduviera por un cuarto a oscuras.
Torrestrella / D¨¢vila, Fandi, Mar¨ªn
Toros de Torrestrella (el 1?, de Los Millares): sosos, descastados, cojitranco el 1?, el 6? con bastante fijeza hasta que le dur¨®. D¨¢vila Miura: estocada baja (silencio); cuatro pinchazos y estocada (silencio). El Fandi: pinchazo, estocada delantera y descabello (silencio); estocada baja (oreja). Seraf¨ªn Mar¨ªn: estocada ca¨ªda y descabello (silencio); estocada (oreja). Se guard¨® un minuto de silencio por Miguel Criado, El Potra (veedor de esta plaza) y Fernando Echeverr¨ªa, mozo cogido el a?o pasado y muerto este a?o. Plaza de Pamplona, 7 de julio. 3? de feria.
El Fandi empez¨® a dispersarse el a?o pasado y este a?o sigue desparram¨¢ndose a marchas forzadas. En su primero, nada que rese?ar; estuvo tan en funcionario como el toro. En su segundo teji¨® un toreo amontonado.
De los seis pares de banderillas que enjaret¨® a sus toros, s¨®lo uno mereci¨® un gran aprobado. La oreja que le regalaron en su segundo se la dio el p¨²blico a s¨ª mismo, y as¨ª crey¨® ese p¨²blico que el aburrimiento que estaba padeciendo era m¨¢s liviano. En cuanto a la forma de banderillear de El Fandi, ayer nos hizo creer que mientras corr¨ªa y corr¨ªa sin parar estaba comi¨¦ndose las manzanas del ¨¦xtasis, o sea, la mentira de la mentira en t¨¦rminos terr¨ªcolas.
El torero catal¨¢n Seraf¨ªn Mar¨ªn apunt¨® algo y dispar¨® poco. Lo suyo estuvo nimbado de las buenas intenciones del temple. No obstante, le falt¨® cruzarse en sus dos faenas. La faena del ¨²ltimo toro la construy¨® a pedacitos, y ya se sabe que la miga es la felicidad de los gorriones.
Matices
El sexto toro era un ejemplar para haberlo toreado mejor de lo que lo hizo. Volvi¨® a apuntar matices, pero se le escaparon los verdaderos argumentos. Quiz¨¢ fue porque estuvo m¨¢s pendiente de la mosca que se levanta de la mesa que del plato humeante. Le falt¨® ligaz¨®n, cruzarse, como ya est¨¢ dicho, y una jart¨¢ kilom¨¦trica de hondura.
A la presidencia de la plaza de Pamplona le est¨¢n empezando a crecer los dedos de la mano por la sarta de mentiras que larga con el pa?uelo de regalar orejas a tutipl¨¦n.
Debieran saberlo los presidentes de turno de esta plaza que los toreros se pasan la comunicaci¨®n de tener en el palco personas dadivosas en un tam-tam furioso.
Con ese despilfarro tan injustificado no hacen sino dar p¨¢bulo a la caterva de taurinistas que viven de la inocencia absurda de tanto pa?uelo blanco sacado inusualmente para dar orejas inmerecidas.
El panorama, sobre todo si uno le ve desde el puente desvencijado de la mala tauromaquia, no es, desde luego, demasiado esperanzador. Mas confiemos en que todav¨ªa nos queda la plaza de Pamplona como la archidi¨®cesis del toro y toreo.
?No me estar¨¦ enga?ando con esta aseveraci¨®n ¨²ltima?
En realidad, deber¨ªa haber empezado esta cr¨®nica al modo de una carta que dijera lo siguiente: "Queridos toros y toreros ausentes...".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.