Buen ejercicio de estilo

Conviene decirlo de buen comienzo: no hay en una pel¨ªcula como Incautos, y despu¨¦s de tantas ficciones, muchas de ellas contempor¨¢neas, sobre el tema del timo perfecto, demasiados elementos de originalidad (en verdad, pr¨¢cticamente ninguno). ?Qu¨¦ es lo que hace que, a pesar de un inconveniente tan claro, la pel¨ªcula se pueda ver con contagioso gozo? Ni m¨¢s ni menos, el oficio de su director, Miguel Bardem, felizmente recuperado tras los tropiezos art¨ªsticos que siguieron a su estimulante ¨®pera prima, La mujer m¨¢s fea del mundo.

Con un elenco en plena forma, en el que destacan todos, protagonistas y secundarios, pero del que ser¨ªa una soberana injusticia no se?alar en particular a otra espl¨¦ndida recuperada, Victoria Abril, estupenda en un personaje que le permite lucir su bien ganado aplomo ante la c¨¢mara, Miguel Bardem cuenta la sempiterna historia del pardillo que aprende un oficio al que parece destinado desde la cuna (Ernesto Alterio), bien auxiliado por un padre putativo (Manuel Alexandre) y mejor adiestrado por el mejor de la profesi¨®n (Federico Luppi).

Gui¨®n evidente

Si nos la tragamos sin rechistar, si no paramos mientes en que sus retru¨¦canos parecen siempre un punto excesivos, v¨ªctimas de un gui¨®n demasiado evidente, es porque la puesta en escena y el ritmo de su montaje son impecables. O dicho de otra forma, que la pel¨ªcula Incautos es ni m¨¢s ni menos que lo que pretende ser: un veh¨ªculo para pasar un buen rato de entretenimiento y diversi¨®n, y a otra cosa.