As¨ª
?Te vas a quedar as¨ª? inquiere descarado un anuncio radiof¨®nico, dando por hecho que como nuestro "as¨ª"es un repulsivo "as¨ª", deber¨ªamos aprovechar las habilidades de cierta cl¨ªnica de tratamientos est¨¦ticos. No cunda el p¨¢nico, hay remedio: all¨ª nos trabajar¨¢n el cuerpo sufrido para convertirlo en algo m¨¢s parecido al cuerpo imaginado, desde luego mediante sustanciosas cantidades de euros.
Cuenta un amigo conocedor del pa?o que ya es habitual que algunos padres obsequien a la ni?a con un par de pechos para su 14 cumplea?os. Una familia inglesa denunci¨® al m¨¦dico que por razones ¨¦ticas se hab¨ªa negado a "mejorar" a la criatura ("pacientocracia" es la tiran¨ªa que ejerce el cliente para que se le haga lo que pide, asumiendo riesgos innecesarios, en f¨²til cruzada buscando la perfecci¨®n). Igual que uno que se hac¨ªa operar como obra de arte, cada vez hay m¨¢s gente, principalmente mujeres, que luchan contra el ADN acudiendo al artificio. Hay quien dona su cuerpo a la ciencia. Ellas lo regalan a la industria y al comercio, y a¨²n rebasados los 70 se siguen haciendo hinchar los labios de pato o planchar pliegues y arrugas. Desde que enloquecieron las vacas est¨¢ prohibido el col¨¢geno bovino, pero nos implantan sofisticados biopol¨ªmeros, deportivo gore tex, bamboleante silicona y metacrilato minimalista. En Internet, bajo el t¨ªtulo de La fiesta del botox se ofrecen rellenos a la carta. No advierten de posibles complicaciones, ni explican que esa cara de pasmo que te queda no resulta s¨®lo de la abultada factura, sino tambi¨¦n del efecto paralizante de la toxina botul¨ªnica. Paralelamente, se nos fustiga para que combatamos michelines, pistoleras y piernas grumosas con abdosculpt, celluli-zone, top model, body reducer, vientre express. Y a?ade la dieta, ese sedante sociopol¨ªtico. As¨ª, a las tormentas psicol¨®gicas de la alimentaci¨®n sumaremos las perturbaciones econ¨®micas en el presupuesto, y las f¨ªsicas surgidas de unos bistur¨ªs esgrimidos sin pericia ni escr¨²pulo.
Es verano. Observo las fotos de tanta chapuza de corte y confecci¨®n, incluyendo rostros abrasados con lasser. Luego me miro, m¨¢s condescendiente, al espejo. S¨ª. Creo que me voy a quedar as¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.