El puerto y la ciudad
Para quienes estamos por compatibilizar el desarrollo sostenible con la prosperidad, la situaci¨®n del debate en torno al puerto y el acceso norte nos est¨¢ empezando a resultar un poco indigesta. Por un lado, algunos de los protagonistas del debate no terminan, intencionadamente, de clarificar la condici¨®n con la que intervienen en ¨¦l. Por otro, el debate se ha simplificado mucho en torno a soluciones de todo o nada que no quieren dejar ver la complejidad real de los intereses en juego, que suscitan preocupaciones meramente coyunturales y que no plantean discusiones de mayor alcance y amplitud.
Sobre la condici¨®n de ciertos protagonistas del debate ya es hora de que alguien diga que aunque el desconocimiento generalizado en torno al procedimiento de designaci¨®n del Presidente de la Autoridad Portuaria permita a ¨¦ste aparecer ante la opini¨®n p¨²blica como un defensor as¨¦ptico de los intereses portuarios, no lo es en absoluto.
El Presidente de la Autoridad Portuaria es un cargo de libre designaci¨®n pol¨ªtica cuya competencia est¨¢ atribuida por la Ley de Puertos a la Generalitat Valenciana. Ustedes mismos. Y tambi¨¦n podr¨ªamos referirnos a la delicada condici¨®n desde la que intervienen otras personas en este debate. Por ejemplo alg¨²n representante cameral, que parece defender m¨¢s intereses personales, de gremio e incluso de partido que los de la empresa real y el tejido industrial valenciano. Me parece que estas observaciones sobre la posici¨®n desde la que habla cada cual son indispensables para introducir un poco de racionalidad en el debate.
Hay otro aspecto muy irritante entre tanta polvareda, una simplificaci¨®n que saca de sus casillas a cualquiera que quiera enfrentarse a la realidad con un m¨ªnimo de cordura. Ni la ejecuci¨®n inmediata del acceso norte es el ¨²nico remedio para los males de nuestra econom¨ªa ni los problemas de nuestra econom¨ªa son los ¨²nicos que los pol¨ªticos tenemos la obligaci¨®n de solucionar, aunque sean de los m¨¢s importantes.
Es preciso clarificar no s¨®lo la posici¨®n que el acceso norte ocupa dentro de un complejo juego de prioridades pol¨ªticas, sino tambi¨¦n hay que responder a muchas preguntas sobre el tipo de acceso norte que queremos por ser el que m¨¢s conviene a la ciudad y el que m¨¢s se adecua a las exigencias del moderno transporte y la sostenibilidad. Las decisiones sobre el acceso norte son subsidiarias de otros planteamientos muy vinculados a la oportunidad de nuestro actual modelo productivo y de nuestro actual modelo de ciudad.
Tan sospechoso como que algunos (los mismos que no se han dignado a invertir en I+D+i, que con su desprecio por el territorio consumen nuestras expectativas de futuro desarrollo tur¨ªstico, los mismos que no quieren reconocer los riesgos de la deslocalizaci¨®n de empresas), vean en el acceso norte la gran panacea, es que sea justamente ahora que no tienen que ejecutarlo ellos cuando ven inaplazable el acceso norte al puerto.
Nos hace mucha gracia que quienes est¨¢n negando con obstinaci¨®n la existencia de una crisis industrial a la que no saben c¨®mo poner remedio, se rasguen las vestiduras por que en un momento en que se est¨¢ dando una soluci¨®n estricta a los desaf¨ªos de la Copa del Am¨¦rica se aplace temporalmente la ejecuci¨®n de un t¨²nel que va de ninguna parte a ning¨²n lugar.
Hay otra cuesti¨®n que alguna vez habr¨¢ que poner sobre la mesa y es que el puerto de Valencia sirve a un conjunto de expectativas y necesidades de ¨¢mbito claramente supramunicipal. El puerto es, hasta en su calificaci¨®n legal, una instalaci¨®n de inter¨¦s general. En cualquier caso, los beneficios de su explotaci¨®n no revierten exclusiva, ni siquiera mayoritariamente, en la ciudad de Valencia.
La expansi¨®n del puerto est¨¢ siendo costosa para la ciudad, ha supuesto ya un important¨ªsimo impacto paisaj¨ªstico y nuestras playas m¨¢s emblem¨¢ticas han sufrido efectos perversos que han modificado gravemente su fisonom¨ªa tradicional. Desde el punto de vista de un discurso urbano como el que me toca defender hay que ser exigentes con el puerto, imponer ciertas medidas y hablar de las contraprestaciones que recibe la ciudad como compensaci¨®n a las servidumbres que le impone su continuo crecimiento. El puerto ostenta unos intereses, dignos y leg¨ªtimos, s¨ª, y ya hay alguien que se encarga de defenderlos. Pero ?qui¨¦n est¨¢ defendiendo los intereses de la ciudad? El puerto sabe bien lo que le interesa y hacia d¨®nde crecer. Pero la ciudad est¨¢ sin modelo y esa es la causa fundamental de su debilidad frente a ¨¦l.
No nos valen m¨¢s invocaciones gen¨¦ricas al crecimiento y a la prosperidad. Nadie cuestiona la importancia econ¨®mica del puerto, pero el crecimiento se consigue de muchas maneras, hay otras f¨®rmulas alternativas a las del hormig¨®n y del asfalto y la sociedad debe conocerlas y discutir. Personas muy autorizadas est¨¢n llamando con insistencia la atenci¨®n sobre un acceso norte no proyectado para el tr¨¢nsito de camiones sino desde una opci¨®n de intermodalidad mar¨ªtimo-ferroviaria.
Una adecuada planificaci¨®n urbana, la sostenibilidad y un modelo razonable de movilidad de mercanc¨ªas ?acaso no son tambi¨¦n grandes prioridades pol¨ªticas?
Rafael Rubio es portavoz del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Valencia
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