Consuelo Larrucea, una mujer ejemplar
Consuelo Larrucea naci¨® en Vitoria en 1913 y se cas¨® a los 29 a?os de edad con Antonio Tovar. Ser la mujer de un hombre como Tovar marc¨® su vida tanto como la de ¨¦l ser su marido.
No es f¨¢cil ni justo reducir a unas pocas l¨ªneas la vida de una mujer que vivi¨® 90 a?os. Tener entre 18 a 26 a?os cuando Espa?a vivi¨® la ilusi¨®n, la esperanza, la convulsi¨®n, el desgarro de la malhadada historia de la primera mitad de su siglo XX , no es cualquier cosa, y eso es lo que pas¨® en la cronolog¨ªa de Consuelo Larrucea, que jam¨¢s fue un sujeto pasivo de los avatares que le toco vivir, empezando por ser durante 41 a?os la mujer fuerte, cr¨ªtica y amant¨ªsima de Antonio Tovar, hombre de nuestra historia como maestro y como autoridad indiscutible y mundial de la lengua y la cultura hel¨¦nicas. Tan del brazo iban que fue coautora del libro Cat¨¢logo de las lenguas de Am¨¦rica del Sur y ocup¨® la presidencia de la Asociaci¨®n Hispano Hel¨¦nica.
Consuelo fue modelo de muchas mujeres. Sab¨ªa amar, ayudar, impulsar, entregar, criticar, compartir, resistir. Y juzgar, llevar la contraria, mandar, al mismo tiempo que cocinaba, cos¨ªa, curaba, escrib¨ªa a m¨¢quina, hac¨ªa equipajes para siete. Era, adem¨¢s, mujer atractiva y elegante. Y, naturalmente, ojo avizor y moderna en todo.
Consuelo Larrucea y Antonio Tovar fueron modelo de la resistencia ante la dictadura e inspiradores de la primera llamarada antifranquista que se encendi¨® en la Universidad, aquella inolvidable, fecunda y triste de 1956. Tovar escribi¨® ya en 1953 que su nave falangista naufragaba, que el nacional-catolicismo no era soluci¨®n y que entregar la investigaci¨®n de este pa¨ªs a la Iglesia (CSIC) para ser regida por el Opus Dei no era el camino para asumir el oficio lento, aut¨®nomo -l¨¦ase laico- de la ciencia, del arte y de la literatura.
Pese a tener ya cinco hijos y no disfrutar de dineros propios, Tovar supo dimitir de su puesto de rector de Salamanca y pedir la excedencia acad¨¦mica, y con Chelo siempre al lado e inspir¨¢ndole, empezaron su exilio por Argentina, Estados Unidos y Alemania. Y con el "uso de la raz¨®n" profesaron un optimismo socr¨¢tico para lograr calmar cualquier necesidad religiosa de manera profunda y radical. A sus queridos hijos ruego que re¨²nan las cartas que Chelo Tovar escribi¨® para no sentir tanto la orfandad de su ausencia.-
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