A vueltas con la crisis industrial
Tan ocupadas como est¨¢n nuestras autoridades econ¨®micas y pol¨ªticas en las grandes infraestructuras estrat¨¦gicas para el desarrollo de la Comunidad Valenciana, ya se trate del puerto, el AVE (que ahora s¨ª, debe venir para el 2007), o el trasvase, que tal vez olvidan, sin quererlo, que las infraestructuras, al fin y al cabo, para lo que realmente sirven es para facilitar la salida de nuestros productos y mejorar la competitividad de nuestras empresas. Y, ll¨¢menme agorero, pero bien podr¨ªa ocurrir que, al ritmo que vamos, nos encontremos pronto sin productos que embarcar ni industrias a las que suministrar el l¨ªquido elemento.
A este respecto resultar¨ªa interesante analizar la evoluci¨®n de los intercambios exteriores de los sectores industriales tradicionales en los ¨²ltimos a?os. A excepci¨®n del pavimento cer¨¢mico, que mantiene un super¨¢vit m¨¢s que notable, no queda ya pr¨¢cticamente ninguna balanza comercial de sectores tradicionales que muestre signos positivos. En juguetes importamos pr¨¢cticamente el doble de lo que exportamos, el mueble est¨¢ en tablas, el textil hogar esperando a Godot (o sea, el fin del Acuerdo Multifibras para el a?o pr¨®ximo), y el calzado achicando el super¨¢vit en un 33% en tan s¨®lo estos tres ¨²ltimos a?os; y ello considerando el valor monetario, porque si nos atenemos a la balanza en t¨¦rminos f¨ªsicos (millones de pares) hace ya m¨¢s de un a?o que estamos en n¨²meros rojos, con la peculiaridad de que en 2004 ¨²nicamente las importaciones provenientes de China pueden equivaler al total de las exportaciones espa?olas.
Naturalmente se puede alegar que el d¨¦ficit comercial no es necesariamente indicativo de una p¨¦rdida de competitividad en la medida en que la especializaci¨®n aut¨®ctona se sit¨²e en segmentos de mayor valor a?adido, dejando los mercados de bajo coste para los pa¨ªses emergentes. Y as¨ª es en parte, como demuestra el aumento (leve, pero aumento) tendencial del precio medio de exportaci¨®n de nuestros productos; pero s¨®lo en parte, porque, al mismo tiempo, habr¨ªa que explicar por qu¨¦ se incrementan de manera tan exponencial las importaciones, mientras las exportaciones pierden continua y sistem¨¢ticamente cuotas de mercado.
La ca¨ªda del peso exportador de la CV en el conjunto del estado, que ha pasado del 16% en el a?o 1990 al 12% en 2003 (y amenaza con ir mucho peor en el 2004), es otro indicador relevante de la debilidad de nuestra din¨¢mica exportadora. Y aqu¨ª no valen razones coyunturales del tipo recesi¨®n franco-alemana o revalorizaci¨®n del euro, porque las exportaciones espa?olas se dirigen m¨¢s menos a los mismos mercados que las valencianas. El hecho indiscutible, pues, es que nuestra competitividad exterior empeora en t¨¦rminos relativos respecto de otras comunidades aut¨®nomas.
Y si a todo ello a?adimos la incorporaci¨®n de los pa¨ªses del Este a la UE, con salarios significativamente m¨¢s bajos y sin embargo con una mano de obra muy cualificada (y alta productividad), no deber¨ªa extra?arnos que el fen¨®meno deslocalizador se agudizar¨¢ todav¨ªa m¨¢s en los pr¨®ximos meses y a?os.
En tama?a encrucijada ?ser¨ªa razonable impedir por cualquier medio que nuestras empresas deslocalicen sus actividades directamente productivas? La respuesta es claramente, no. Si me apuran, lo que habr¨ªa que hacer es justamente lo contrario. Es m¨¢s, si hubi¨¦ramos definido y apoyado desde hace tiempo estrategias s¨®lidas de internacionalizaci¨®n (no s¨®lo de promoci¨®n de exportaciones) de nuestras empresas en el mundo global, tal vez tuvi¨¦ramos ahora una visi¨®n diferente de los problemas. Internacionalizar es algo m¨¢s que vender, significa obtener materias primas y proveedores all¨¢ donde resulten m¨¢s baratos o de mayor calidad, producir donde los costes laborales sean m¨¢s bajos (cumpliendo los requisitos t¨¦cnicos, legales y ¨¦ticos pertinentes), exportar a cualquier parte del mundo, y, en fin, convertir la empresa en una red (no en una mera f¨¢brica como todav¨ªa parece creerse por aqu¨ª), en donde las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la log¨ªstica son sus principales fortalezas competitivas.
Me dir¨¢n, claro est¨¢, que esto es cosa de grandes empresas y que nosotros de ¨¦sas no tenemos. Pero se equivocar¨ªan, primero porque, parad¨®jicamente, partimos con la ventaja inicial de que una buena parte de nuestras empresas, precisamente por su condici¨®n de pymes, todav¨ªa son de propiedad valenciana, mientras que las grandes empresas, al no serlo en su inmensa mayor¨ªa (ni siquiera espa?olas), cuando se deslocalizan, lo hacen de verdad, o sea sin que quede rastro alguno de ella (dado que su sede central suele estar fuera del pa¨ªs); y, en segundo lugar, porque existen instrumentos suficientes y probados para que las pymes accedan de manera solvente a estas nuevas estrategias competitivas. El problema, ?c¨®mo no?, es que ello requiere recursos p¨²blicos y una pol¨ªtica industrial y de innovaci¨®n mucho m¨¢s que activa que la actual. Y naturalmente con tanto cemento, tanto macroproyecto y tantas inversiones estrat¨¦gicas urgentes, no quedan muchos euros libres para emplear en lo m¨¢s importante.
Y dicho esto, insisto, una vez m¨¢s, en que la soluci¨®n al problema de nuestro desarrollo industrial no est¨¢ ¨²nicamente en la puesta al d¨ªa competitiva de los sectores tradicionales; la verdadera soluci¨®n reside en la obligada diversificaci¨®n de nuestro tejido industrial, fortaleciendo y ampliando, por un lado, los numerosos sectores auxiliares que giran alrededor de los principales, y por otro, generando nuevos sectores orientados a productos y servicios de demanda creciente. El desarrollo del textil t¨¦cnico (todav¨ªa incipiente, pero de tendencia firme) en L'Alcoi¨¤ y La Vall d'Albaida podr¨ªa ser un excelente ejemplo de lo que pretendo decir.
Conclusi¨®n. Declaro formalmente mi pesimismo ante tama?a banalizaci¨®n de la realidad econ¨®mica valenciana. La cuesti¨®n de fondo sigue sin resolver y el tiempo corre muy deprisa. Tal vez la ¨²nica pregunta pertinente que quede ya por hacer sea aqu¨¦lla pronunciada por el suicida arrepentido cayendo en el precipicio: ?hay alguien ah¨ª?
Andr¨¦s Garc¨ªa Reche es profesor titular de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia.
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