El cirujano pederasta franc¨¦s: ¡°Es posible que haya v¨ªctimas que todav¨ªa lo ignoran¡±
El tribunal que juzga a Jo?l Le Scuoarnec trata de aclarar c¨®mo pudo cometer las agresiones sexuales en distintos hospitales durante 25 a?os sin levantar las sospechas de otros colegas: ¡°Aprovech¨¦ mi condici¨®n de m¨¦dico para abusar de los pacientes¡±


Los juicios cuyos veredictos parecen m¨¢s evidentes resultan a veces los m¨¢s complejos de resolver. El final del proceso del cirujano Jo?l Le Scouarnec ¡ªcomo lo fue el de Dominique Pelicot, el hombre que durante a?os drog¨® a su esposa para que decenas de hombres la violasen en su propia casa¡ª estaba escrito antes de empezar. De hecho, fue ¨¦l quien lo hizo minuciosamente en unos diarios ¨ªntimos donde anot¨® cada uno de sus cr¨ªmenes durante 25 a?os. Ah¨ª figuran una a una las 299 v¨ªctimas, la mayor¨ªa menores de edad, que se sientan estos d¨ªas en un gran anfiteatro para seguir el juicio a 300 metros de la corte. Pero en esas l¨ªneas, 50 p¨¢ginas por a?o, tambi¨¦n se encontraba su propia condena. Lo interesante, en los dos procesos m¨¢s medi¨¢ticos que ha visto Francia en los ¨²ltimos a?os, es la letra peque?a. Es decir, por qu¨¦ lo hizo, qui¨¦n lo sab¨ªa, cu¨¢nta gente le encubri¨® y, sobre todo, c¨®mo puede ser que fallasen todos los controles. ¡°He traicionado a todos mis colegas, les ment¨ª para encubrir mis actividades y les pido disculpas a todos por lo que pude haber hecho¡±, se?al¨® por la ma?ana el acusado.
La jornada se dedic¨® tambi¨¦n al an¨¢lisis de los escritos de Le Scuoarnec, de 74 a?os. El problema es que una parte de esos relatos fueron destruidos, lo que invita a pensar que hay todav¨ªa v¨ªctimas que ignoran que fueron agredidas por el cirujano. Se trata de los cuadernos que ir¨ªan de 1993 a 1996. Por primera vez, el cirujano reconoci¨® lo que se tem¨ªa. ¡°Es posible que haya v¨ªctimas que lo ignoren¡±, se?al¨®. La cuesti¨®n es, en realidad, cu¨¢ndo empez¨® a abusar de menores. ¡°Desde 1984-1985. Todo empez¨® en una ¨¦poca en la que mi sobrina se refugiaba en mis brazos. Su contacto me despert¨® una suerte de placer, admitiendo que la palabra puede ser algo fuerte. Empec¨¦ en ese momento a querer meter la mano en su ropa interior. Luego aument¨¦ los tocamientos¡±, explic¨®. Todo eso quedaba anotado en sus cuadernos, que siempre rele¨ªa a finales de a?o para ¡°corregir las faltas de ortograf¨ªa¡± y masturbarse.
El cirujano, desde ese momento, no puso ning¨²n freno a sus cr¨ªmenes. ¡°No s¨¦ el porqu¨¦. S¨¦ que estaba en la transgresi¨®n constantemente. No me prohib¨ªa nada. Fue eso lo que hizo que me interesara por la zoofilia. Primero por las im¨¢genes, luego por actos realizados por m¨ª mismo¡±, se?al¨®. El cirujano tambi¨¦n abus¨® de sus propios animales. Todo le tra¨ªa al pairo. En 2004 fue detenido y condenado por posesi¨®n de im¨¢genes ped¨®filas, pero no modific¨® ni un ¨¢pice sus h¨¢bitos. ¡°Nada¡±, respondi¨® a preguntas de la presidenta del tribunal. Su entorno, admiti¨®, ¡°lo sab¨ªa¡±. Ten¨ªa que saberlo por fuerza. Pero nunca se sinti¨® vigilado.
El juicio de Jo?l Le Scouarnec, que el martes encar¨® su s¨¦ptima jornada, no solo busca establecer la culpabilidad del acusado, sino que tambi¨¦n pone en evidencia las fallas del sistema que permitieron que siguiera ejerciendo su profesi¨®n sin ser detectado, a pesar de m¨²ltiples se?ales de alerta. El juicio durar¨¢ previsiblemente hasta junio y el excirujano de 73 a?os se enfrenta a 20 a?os de c¨¢rcel por 100 cargos de violaci¨®n y 150 de asalto sexual, perpetrados contra 158 ni?os y 141 ni?as. Con el avance del proceso se espera que los testimonios de expertos, v¨ªctimas y testigos arrojen m¨¢s luz sobre la magnitud de sus cr¨ªmenes y las responsabilidades institucionales involucradas.
El martes fue una jornada clave con intensos interrogatorios y testimonios determinantes para comenzar a entender c¨®mo un m¨¦dico pudo abusar durante 25 a?os de sus pacientes sin levantar sospechas. Durante las audiencias, el acusado insisti¨® en separar su labor profesional de sus cr¨ªmenes, como si quisiera preservar su reputaci¨®n como m¨¦dico. ¡°En mi comportamiento, realizaba mi actividad profesional lo mejor posible, pero al mismo tiempo comet¨ªa agresiones sexuales a peque?os pacientes, efectivamente. Atender a las personas no borra los hechos que pude haber cometido en el mismo per¨ªodo¡±, se?al¨®. El tribunal, de hecho, escuch¨® a tres expertos m¨¦dicos: un cirujano, una radi¨®loga y un pediatra. Su intervenci¨®n sirvi¨® para aclarar aspectos t¨¦cnicos sobre el funcionamiento de un bloque quir¨²rgico y la organizaci¨®n del personal durante las operaciones.
Le Scouarnec fue interrogado sobre su trayectoria profesional y los hospitales donde trabaj¨®, un largo itinerario que tambi¨¦n es objeto de sospecha. El martes se le interrog¨® sobre si sus m¨²ltiples cambios ten¨ªan como objetivo encubrir sus cr¨ªmenes o diversificar a sus v¨ªctimas. ¡°No, no era as¨ª. No ten¨ªa esa estrategia¡±, asegur¨®. Uno de los puntos m¨¢s controvertidos fue su salida de Loches en 1994, coincidiendo con la destrucci¨®n de uno de sus ¡°diarios negros¡±, donde registraba sus cr¨ªmenes. El acusado explic¨® que se march¨® debido a ¡°desacuerdos con otro m¨¦dico¡± y porque ¡°sus pacientes disminuyeron¡±. Sin embargo, la coincidencia entre su partida y la destrucci¨®n de sus notas ha generado suspicacias en la corte, que entiende que pudo ser el momento en el que fue descubierto. Le Scouarnec, adem¨¢s, tuvo relaci¨®n con otro m¨¦dico condenado por pederastia en la d¨¦cada de 2000. El cirujano le defendi¨® y, de hecho, renunci¨® cuando este se lo pidi¨®, a lo que respondi¨®: ¡°En ese momento, pens¨¦ que era injusto. No comprend¨ªa la gravedad de mi situaci¨®n¡±.
La actitud de Le Scouarnec ha generado indignaci¨®n entre las v¨ªctimas y sus representantes legales. Una abogada de la parte civil critic¨® su lenguaje, esa manera de explicar los hechos, como si hubiese sido v¨ªctima de una posesi¨®n: ¡°Usted habla como si todo esto hubiera ocurrido fuera de su control, como si fuera una v¨ªctima de sus propios impulsos¡±. Otra le reproch¨® su actitud ante el tribunal: ¡°Mis clientes sienten que est¨¢ jugando con nosotros, que sigue manipulando la situaci¨®n¡±.
Scuoarnec, sin embargo, continu¨® con su intento de discernir entre su trabajo y su carrera criminal. ¡°Siempre he logrado compartimentar mi vida¡±, afirm¨®. ¡°Cuando operaba, mi mente estaba completamente enfocada en la cirug¨ªa¡±. Pero tambi¨¦n reconoci¨® haber utilizado su estatus para acercarse a sus v¨ªctimas. ¡°Me aprovech¨¦ de la confianza que inspiraba mi rol de m¨¦dico¡±, admiti¨®. Sus declaraciones fueron cuestionadas por los abogados de las partes civiles. Uno de ellos le pregunt¨® directamente: ¡°?Eligi¨® usted esta profesi¨®n para poder tocar los cuerpos de los pacientes con otros fines?¡±. Le Scouarnec respondi¨® con firmeza: ¡°?No! Nunca fue esa mi intenci¨®n¡±.
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