Francia se enfrenta al antisemitismo
Las organizaciones jud¨ªas denuncian "la pasividad" de la sociedad ante las agresiones
El estupor y la indignaci¨®n son un¨¢nimes entre la clase pol¨ªtica y period¨ªstica de Francia tras la agresi¨®n denunciada por una mujer de 23 a?os y su beb¨¦ de 13 meses en un tren de cercan¨ªas, el viernes, por una pandilla juvenil que les crey¨® jud¨ªos. Pero la incomprensi¨®n a¨²n es mayor porque anoche segu¨ªan sin ser localizados los autores de ese hecho, presenciado por una veintena de viajeros, seg¨²n la agredida, ninguno de los cuales se ha identificado siquiera a la polic¨ªa. Mientras la verdad sigue sin esclarecerse, las organizaciones jud¨ªas denuncian la "pasividad" de la sociedad civil y una de ellas apunta a la "minor¨ªa nazi de los suburbios" como responsable de desafiar la convivencia civil.
Ninguno de los 20 testigos de la agresi¨®n se ha presentado ante la polic¨ªa
De la mujer s¨®lo se conoce el nombre y la inicial de su apellido, Marie L. Su relato a la polic¨ªa habla de 13 minutos de pesadilla. Ya hab¨ªa pasado la hora punta (eran las 9.27) cuando seis j¨®venes -de ellos, cuatro magreb¨ªes- subieron al tren, le rajaron el vestido, le pintaron cruces gamadas en el vientre y le cortaron mechones de pelo, mientras su hija ca¨ªa por los suelos. Hab¨ªan descubierto una tarjeta de identidad en la que figuraba una direcci¨®n del distrito 16 y los agresores dijeron que ¨¦se era un barrio de ricos y de jud¨ªos.
Cientos de miles de viajeros hacen el trayecto cubierto por esa l¨ªnea ferroviaria, que atraviesa los pueblos con peor fama al norte de la capital francesa: lugares de marginaci¨®n, donde diversas comunidades de inmigrantes conviven a duras penas. Los robos, las agresiones y los da?os materiales no son infrecuentes en los trenes. El relato de Marie L. se asemeja a otros de los que afectan a 200.000 personas en la regi¨®n de Par¨ªs, que por lo menos una vez al a?o sufren un robo o un intento de intimidaci¨®n.
Pero lo verdaderamente raro es que ninguno de los dem¨¢s viajeros ayudara a la mujer agredida, ni tirara de la se?al de alarma, ni se haya presentado a declarar. La banda tuvo tiempo de desaparecer en Sarcelles, donde la mujer se baj¨® con su ni?a para pedir socorro. La falta de testigos permite recordar que tampoco se ha localizado a los autores de las profanaciones en el cementerio jud¨ªo de Herrlisheim (Alsacia); nadie ha visto a los que pintarrajearon un monumento a los antiguos combatientes israelitas en la I Guerra Mundial; tampoco vio nadie a los que golpearon a un adolescente jud¨ªo en el autob¨²s de la l¨ªnea 168, en un trayecto paralelo al del tren. Ni se sabe qui¨¦n quem¨® un colegio jud¨ªo en la periferia de Par¨ªs.
A la hora de la agresi¨®n en el tren, el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, se encontraba reunido con el comit¨¦ interministerial de lucha contra el racismo y el antisemitismo, constituido para luchar contra la escalada de agresiones. La frialdad de sus cifras ha tenido menos eco que la agresi¨®n en el tren, pese a la elocuencia de los datos: 135 actos (violencia, incendios, da?os materiales, intentos de atentado) en el primer semestre de 2004, m¨¢s que los 127 censados en todo 2003.
Estas cifras indican que el antisemitismo, alimentado por la extrema derecha en el pasado, parece haberse banalizado en otros sectores. As¨ª lo se?alan m¨²ltiples informes, tanto de la polic¨ªa como del Consejo Representativo de las Instituciones Jud¨ªas (CRIF), que anima a no pasar por alto ninguna agresi¨®n y tiene constituida una "agencia de protecci¨®n" para los ciudadanos de su comunidad.
Su presidente, Roger Cukierman, multiplic¨® ayer las declaraciones pidiendo "la movilizaci¨®n de cada uno de los ciudadanos", anim¨¢ndoles a que no sean cobardes frente a una agresi¨®n antisemita y tachando de "c¨®mplices" a los que se quedaron pasivos ante la agresi¨®n. Otro grupo, la Liga contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA), asegura que "los nazis de los suburbios amenazan a Francia" y pone el acento en que los discursos del presidente, Jacques Chirac, no han sido escuchados m¨¢s que "por la minor¨ªa nazi decidida a sembrar el desorden y los disturbios". "Testigos pasivos, indiferentes, en el lado opuesto de la vigilancia demandada por el jefe del Estado", contin¨²a.
Chirac y los l¨ªderes pol¨ªticos corren el riesgo de que se produzca en su pa¨ªs un choque entre comunidades. Hasta ahora han logrado evitarlo, porque pr¨¢cticamente nunca se demuestra que haya musulmanes detr¨¢s de los ataques a personas y s¨ªmbolos jud¨ªos. Mientras se acumulan las dudas sobre la realidad de los ataques denunciados, las organizaciones jud¨ªas se impacientan, acusando a los jueces y a una parte de la polic¨ªa de no utilizar el arsenal de medidas a su disposici¨®n. "Ha llegado el momento de que el pa¨ªs se movilice para enfrentarse a los que amenazan la paz civil", afirma la LICRA. Palabras fuertes en un pa¨ªs donde viven las mayores comunidades jud¨ªa y musulmana de Europa, estimadas en 700.000 y en 5 millones de personas, respectivamente.

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