"La guerra de Irak fue fruto de una decisi¨®n pol¨ªtica, no de la informaci¨®n"
A sus 54 a?os, Adolfo Aguilar Z¨ªnser ha vivido en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la gran historia de su vida. Fue nombrado a partir del 1 de enero de 2002 embajador ante la ONU, cuando M¨¦xico ingres¨® en el Consejo de Seguridad. En la recta final de la guerra de Irak, Aguilar Z¨ªnser, entre otros, persuadi¨® al presidente Vicente Fox de no apoyar la guerra."La idea tan peregrina que vemos estos d¨ªas de que los servicios de inteligencia fallaron y que ello provoc¨® el error de los Gobiernos de EE UU y del Reino Unido es surrealista. Quienes nos reun¨ªamos ma?ana, tarde, y noche, y d¨ªa tras d¨ªa, con los embajadores brit¨¢nico, Jeremy Greenstock, y norteamericano, John Negroponte, sabemos que no ha sido as¨ª", dice Aguilar Z¨ªnser, quien escribe un libro sobre el tema. De paso por Madrid, recibi¨® a EL PA?S.
"Quien pusiera en duda la existencia de las armas de destrucci¨®n masiva era autom¨¢ticamente sospechoso de colaborar con Sadam"
"Inquir¨ª al embajador del Reino Unido si era concebible que, ante una invasi¨®n, Sadam no usara las armas. Dijo que ser¨ªa muy improbable"
"Espa?a todav¨ªa no estaba en el Consejo de Seguridad, pero conoc¨ªamos su posici¨®n incondicional de apoyo a Estados Unidos"
Pregunta. El que fuera embajador brit¨¢nico ante Naciones Unidas y m¨¢s tarde enviado especial a Irak, Jeremy Greenstock, admite ahora que se equivoc¨® y que no hay dep¨®sitos de armas de destrucci¨®n masiva. Usted trat¨® mucho a Greenstock. ?Qu¨¦ le sugiere esta confesi¨®n?
Respuesta. Estos d¨ªas, al escuchar a Greenstock, he recordado aquellos d¨ªas anteriores a la guerra. Era el 4 de marzo de 2003. La situaci¨®n en el Consejo de Seguridad de la ONU era cada d¨ªa m¨¢s tensa y el ataque a Irak parec¨ªa inminente. Sir Jeremy me propuso una reuni¨®n con un oficial del Servicio Secreto de Inteligencia [MI6]. Asist¨ª a la llamada c¨¢mara oscura de la misi¨®n permanente del Reino Unido ante Naciones Unidas.
P. ?Quer¨ªa su voto a favor de la segunda resoluci¨®n que autorizaba la guerra?
R. Quer¨ªa compartir, dijo, lo que conoc¨ªan. Lo primero fue hablar del informe del Gobierno brit¨¢nico del 24 de septiembre de 2002. El oficial explic¨® que el informe no fue preparado por sus servicios sino por la oficina del primer ministro Tony Blair, con datos de distintas fuentes. Le pregunt¨¦ si su agencia avalaba la solvencia de la informaci¨®n contenida en ¨¦l, a lo que contest¨®, con reticencia, que no. Aunque, aclar¨®, tampoco la desautorizaba; simplemente, dijo, el documento no era de sus servicios.
P. Y sobre las armas, ?qu¨¦ datos aport¨®?
R. La ¨²nica prueba que ten¨ªan de su existencia es que Sadam hab¨ªa desarrollado un sistema de ocultaci¨®n, dijo, muy astuto. Sin embargo, cuando le pregunt¨¦ m¨¢s en concreto, reiter¨® que carec¨ªa de pruebas fehacientes sobre la existencia de esas armas. No las tenemos localizadas, dijo, pero sabemos, por informantes, que existen. Les pregunt¨¦ si los norteamericanos lo sab¨ªan. Hasta donde conocemos, respondi¨®, tampoco. Pregunt¨¦ si era posible que las armas no existieran. Me respondi¨® que s¨ª, que mientras no tuvieran acceso material a ellas no se podr¨ªa descartar su inexistencia. Pregunt¨¦ si era posible usar esas armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas sin que pudieran ser localizadas por los servicios extranjeros. No, me contest¨®, en cuanto las preparen para ser usadas las podremos detectar. Para concluir, inquir¨ª si era concebible que ante una invasi¨®n de Irak Sadam no usara esas presuntas armas. Me dijo que eso ser¨ªa muy improbable. Por tanto, indagu¨¦, si Sadam no usa las armas, ?podr¨ªa ello ser un indicio de que no existen? As¨ª es, me respondi¨®.
P. Pero Greenstock vend¨ªa por aquellos d¨ªas con total seguridad la existencia de esas armas...
R. Absolutamente. En el Consejo de Seguridad, sir Jeremy era ferviente defensor de la existencia de las armas, y avalaba esa posici¨®n con la convicci¨®n de quien las ha visto. Dijo que los misiles hab¨ªan estado sobre veh¨ªculos en constante movimiento. Eso, enfatiz¨®, no es una suposici¨®n, porque, aseguraba, se ha invertido tanto en inteligencia que los inspectores de la ONU no pueden saber m¨¢s que nosotros.
P. El oficial del MI6 brit¨¢nico le dijo que sab¨ªan que Sadam ten¨ªa las armas pero que no las ten¨ªan localizadas. ?No le pareci¨® una mala copia de John Le Carr¨¦?
R. Hans Blix, el entonces jefe de los inspectores de la ONU, tiene una buena frase en su libro Desarmando a Irak. ?Qui¨¦n puede tener el 100% de certeza de que las armas existen y al mismo tiempo no poder decir d¨®nde est¨¢n localizadas? Desde la primavera de 2002, los diplom¨¢ticos ingleses y estadounidenses jugaron a una estrategia muy clara, la de intimidar a los miembros del Consejo de Seguridad con la afirmaci¨®n categ¨®rica de que exist¨ªan.
P. El Centro Nacional de Inteligencia espa?ol dijo en informes secretos, en septiembre de 2002, y en febrero de 2003 que no pod¨ªa confirmar la existencia de esas armas...
R. Es curioso.
P. ?Por qu¨¦?
R. Espa?a nunca expres¨® ninguna duda en la ONU y fue uno de los aliados incondicionales de la Administraci¨®n de Bush. Yo particip¨¦ en todo el proceso de negociaci¨®n que condujo a la resoluci¨®n 1.441 en noviembre de 2002. Espa?a todav¨ªa no estaba en el Consejo de Seguridad, pero conoc¨ªamos su posici¨®n incondicional de apoyo a EE UU. Lo sab¨ªamos desde el principio.
P. ?Qu¨¦ quiere decir desde el principio?
R. Incluso antes de la entrada de Espa?a en el Consejo de Seguridad, el 1 de enero de 2003. Recuerdo que el Consejo convoc¨® antes de la resoluci¨®n 1.441 a una sesi¨®n p¨²blica, abierta a todos los pa¨ªses miembros de Naciones Unidas que deseaban participar. Recuerdo que los miembros del Consejo analizamos con Espa?a su posici¨®n.Espa?a entra en el Consejo de Seguridad con una posici¨®n r¨ªgida y definida a favor de EE UU.
P. ?Hab¨ªa alguna aportaci¨®n independiente en la posici¨®n espa?ola respecto a Irak?
R. No, se limitaba a repetir a Bush: armas y relaci¨®n de Irak con Al Qaeda. Espa?a no ten¨ªa ninguna duda. No entr¨® en el Consejo de Seguridad a ver si exist¨ªan o no esas armas. Espa?a ya ten¨ªa su juicio hecho. Fue por eso por lo que no pudo aportarle a Bush ninguna gesti¨®n positiva con los presidentes Fox, de M¨¦xico, y Lagos, de Chile. Era la voz de Bush.
P. El Senado de EE UU es lapidario con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), pero exculpa al presidente Bush. ?Compra usted esta posici¨®n?
R. El informe responsabiliza a la CIA de todo, s¨ª. Pero los pol¨ªticos y los diplom¨¢ticos de EE UU iban mucho m¨¢s all¨¢ de los que dec¨ªan esos informes de inteligencia.
P. Lord Butler dar¨¢ a conocer en las pr¨®ximas horas su informe sobre la inteligencia brit¨¢nica y las sugerencias de asesores de Tony Blair para dramatizar el peligro que representaba Sadam...
R. Creo que eso est¨¢ m¨¢s que claro ya. La guerra fue decidida por Bush tras los atentados del 11-S y Blair decidi¨® apoyarle. La guerra, como es normal, fue una decisi¨®n pol¨ªtica, no el producto de la informaci¨®n recogida por los servicios de inteligencia.
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