El gran Houdini: un mago entre los esp¨ªritus
"LA SENSACI?N QUE EST? ECLIPSANDO A EUROPA. El rey de la esposas. Nada en la Tierra puede mantenerlo prisionero." Prestidigitador, ilusionista, escapista, martillo de embaucadores... describen la desmesurada actividad del mago m¨¢s famoso de la historia. Su destreza para escaparse de los sitios m¨¢s inveros¨ªmiles, salir airoso de situaciones imposibles junto a su habilidad para la autopropaganda forjaron una leyenda que le acompa?¨® hasta despu¨¦s de su muerte.
Un personaje de la talla de Harry Houdini (1874-1926), nombre art¨ªstico de Erich Weiss, de origen h¨²ngaro, y su azarosa vida no pod¨ªan escapar (qu¨¦ iron¨ªa para todo un escapista como ¨¦l) de la avidez de Hollywood. El actor Tony Curtis (protagonista tambi¨¦n de transformaciones sonadas) lo interpretar¨ªa en El gran Houdini (Houdini, 1953), de George Marshall, junto a Janet Leigh como Bess Houdini, su apegada esposa y estrecha colaboradora.
Un filme, como resulta habitual en las biograf¨ªas hollywoodienses, que no se ajusta demasiado a la vida del artista. Mientras Houdini-Curtis muere en el escenario (como todo gran artista) durante la ejecuci¨®n de La celda de la tortura acu¨¢tica china, uno de sus famosos n¨²meros, el Houdini real fallec¨ªa de apendicitis aguda en un hospital. Un final muy poco cinematogr¨¢fico. Eso s¨ª, la fecha del ¨®bito fue se?alada: el 1 de noviembre, d¨ªa de Halloween.
A ra¨ªz de la muerte de su madre, y pese a su marcado escepticismo, Houdini se hab¨ªa empecinado en la b¨²squeda de alg¨²n m¨¦dium aut¨¦ntico que le pusiera en contacto con el esp¨ªritu materno. Abierto, a priori, a cualquier fen¨®meno espiritista que presentara evidencias convincentes, se entreg¨® encarnizadamente a desenmascarar a cuantos farsantes y vividores se le pusieran a tiro. Durante su cruzada contra el espiritismo -"una intoxicaci¨®n mental", dej¨® escrito-, cont¨® con el patrocinio de la revista cient¨ªfica Scientific American, que ofrec¨ªa la suma de 2.500 d¨®lares a quien demostrara alguna facultad paranormal.
En su obra A Magician among the Spirits (1924) plasm¨® los resultados de sus investigaciones desvelando, de paso, los burdos trucos empleados por los espiritistas (y que ¨¦l tan bien conoc¨ªa): "... Despu¨¦s de 25 a?os de ardiente investigaci¨®n y empe?o, aseguro que nada ha sido revelado para convencerme de que ha sido establecida la intercomunicaci¨®n entre los esp¨ªritus de los muertos y aquellos que todav¨ªa est¨¢n vivos."
Houdini hab¨ªa seguido los pasos de su admirado predecesor, el ilusionista franc¨¦s Jean-Eug¨¨ne Robert-Houdin (1805-1871), del que hab¨ªa tomado su nombre. Considerado el padre de la prestidigitaci¨®n moderna, este constructor de ingenios mec¨¢nicos y aut¨®matas, el primero en emplear la emergente electricidad en sus trucos de magia, desenmascar¨® a farsantes que, cual Uri Gellers modernos, atribu¨ªan sus haza?as a fen¨®menos paranormales. En su obra p¨®stuma, Magia y f¨ªsica recreativa, explica diferentes trucos basados en conocidos fen¨®menos f¨ªsicos (ni pizca de sobrenatural) convenientemente aderezados para sorprender a la audiencia.
La creaci¨®n de un "esp¨ªritu vivo e impalpable", un ser inmaterial que se pasea por el escenario sin que podamos asirlo, se basa en fen¨®menos ¨®pticos f¨¢cilmente reproducibles. La imagen, pues no es otra cosa, es la de una figura real (disfrazada con ropajes blancos, fantasmales, para crear la ambientaci¨®n necesaria) oculta. Tal como sucede en los cristales de las ventanas cuando reciben la misma luz por ambos lados, cuando un cristal se coloca en un medio igualmente iluminado, no existe reflexi¨®n en ning¨²n lado de sus caras. Basta con que uno de los lados del cristal est¨¦ m¨¢s iluminado que el otro para que pierda transparencia y gane reflexi¨®n. Si se dispone un cristal verticalmente sobre una mesa y luego se le coloca delante una vela o linterna encendida, ocultando su visi¨®n con un libro, al mirar por encima de ¨¦ste se ver¨¢ la imagen reflejada de la vela, oculta a la visi¨®n directa, detr¨¢s del cristal, a la misma distancia que est¨¢ la vela.
Ya saben. Practiquen con un juego de Magia Borr¨¢s y rudimentos de f¨ªsica. Piensen que, tal vez, no se ganar¨¢n tan bien la vida como los echadores de cartas, astr¨®logos o cazafantasmas, pero ser¨¢n infinitamente m¨¢s honestos. Y, adem¨¢s, como notaba Robert-Houdin, los trucos siempre funcionar¨¢n, dependen s¨®lo de la habilidad como magos y no est¨¢n supeditados a los caprichos y veleidades de los supuestos fen¨®menos paranormales: "Estas ilusiones esc¨¦nicas tienen la ventaja de no depender de la voluntad de los esp¨ªritus....". Entre Tamariz y Uri Geller, no hay color.
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