De Obiang a Pinochet
El presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, y el ex presidente chileno Augusto Pinochet no s¨®lo pasar¨¢n a la historia como dictadores que llegaron al poder por la v¨ªa del golpe de Estado -especialmente sangriento en el segundo caso-, sino como maleantes que obtuvieron suculentas rentas de sus cargos. Una investigaci¨®n de un subcomit¨¦ del Senado de EE UU ha destapado que el banco Riggs, de Washington, ha dado acogida durante a?os a sus cuentas privadas millonarias, lo que podr¨ªa acarrear el procesamiento de altos ejecutivos de la entidad financiera.
Desde 1995 ha habido en el banco hasta 60 cuentas personales del propio Obiang, su mujer, su hijo, parentela diversa y ministros de su Gobierno, hasta totalizar un monto de 700 millones de d¨®lares -550 millones de euros-, con un movimiento continuo de entradas y salidas, en ocasiones con destino a cuentas en pa¨ªses de extrema opacidad bancaria, lo que significaba que el banco ignoraba ad¨®nde enviaba el dinero. Todo ello deber¨ªa haber hecho sospechar que pudiera haber lavado de capitales, sin que la entidad bancaria diera parte de ninguna irregularidad a las autoridades. En la ex colonia espa?ola se descubri¨® petr¨®leo a mediados de los a?os noventa y se sabe que el Gobierno de Malabo percibe al a?o cientos de millones de d¨®lares por la explotaci¨®n -por parte de firmas estadounidenses- del crudo, pese a lo cual la ciudadan¨ªa ecuatoguineana no parece haberse beneficiado ni poco ni mucho de ese man¨¢.
En el caso de Pinochet, las cifras llegaron a los ocho millones de d¨®lares -seis millones de euros-, con los nombres cambiados de las cuentas para ocultar la identidad del titular. Ese dinero era manejado mientras el general se hallaba en arresto domiciliario en Londres, reclamado por la justicia espa?ola, y se supon¨ªa que sus haberes deb¨ªan hallarse legalmente bloqueados.
Si en Chile el presidente Lagos ha anunciado que podr¨ªa investigarse el caso, Malabo calla. Dictadores, represores, criminales con arreglo a cualquier rasero con que se los mida, y ahora, adem¨¢s, estafadores. Pero es de temer que seguir¨¢n, uno en libertad a sus 88 a?os y el otro desgobernando los destinos de la infortunada Guinea Ecuatorial.
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