La fragilidad de los sistemas pol¨ªticos
Hemos perdido la costumbre de observar las capas inferiores de la sociedad. No ¨¦sas en las que se desarrollan los integrismos o los populismos, sino el inmenso mundo de los excluidos. Estamos fascinados por la pol¨ªtica internacional, el terrorismo, los atentados suicidas de los palestinos o las incursiones del Ej¨¦rcito israel¨ª en la franja de Gaza, y ¨¦se es, en efecto, el ¨¢mbito en el que pueden estallar las grandes crisis y producirse los acontecimientos que ocupan las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos.
Pero regresemos un instante, por ejemplo, de Oriente Pr¨®ximo y observemos Latinoam¨¦rica. Podemos preguntarnos si no hay una gran parte del continente pr¨®xima al estallido o, mejor dicho, a la descomposici¨®n. Lo mismo podr¨ªa decirse de Europa del Este, por m¨¢s que los pa¨ªses occidentales finjan ignorar su desintegraci¨®n, el aumento de sus desigualdades sociales, su corrupci¨®n, la debilidad de su administraci¨®n y la inexistencia de los partidos pol¨ªticos. Echemos un vistazo de pasada a ?frica, sin detenernos en India, Pakist¨¢n ni Bangladesh. En todas partes se ve a la poblaci¨®n desarraigada, encerrada en comunidades o guetos, marginada del entorno urbano. Hace menos de un siglo se pensaba que la revoluci¨®n se expandir¨ªa desde Mosc¨² a todo el mundo, empezando por Alemania. Hoy no existe ni una fuerza revolucionaria importante ni peligro de contaminaci¨®n de grandes zonas. Sin embargo, donde antes se observaba tanta reivindicaci¨®n y agitaci¨®n, hoy se percibe el vac¨ªo, se ve que la capacidad de acci¨®n ha perdido el sentido. En pa¨ªses en los que se ha producido la victoria electoral de un partido o un hombre que reclamaba la necesidad de cambio, si no revolucionario, por lo menos radical, no pasa nada -como en Brasil- o no hay forma de salir de un equilibrio de impotencias, como en Venezuela. Da igual lo que ocurra en Brasil, Per¨², Bolivia, Ecuador o, por supuesto, Colombia. La pol¨ªtica informal est¨¢ tan extendida como la econom¨ªa informal.
Es verdad que Argentina ha conseguido empezar su recuperaci¨®n y que Chile, pese a que las desigualdades no han disminuido, ha logrado reducir enormemente el porcentaje de su poblaci¨®n que vive por debajo del umbral de pobreza. Ahora bien, cuando vemos la evoluci¨®n de Brasil bajo el mandato de Lula, es natural preocuparse por las consecuencias que podr¨ªa tener el fracaso de un Gobierno que todav¨ªa no ha emprendido ninguna reforma importante. Si el Gobierno acaba derrotado, las esperanzas frustradas podr¨ªan manifestarse en forma de rebeliones o disturbios. Al mismo tiempo, en M¨¦xico, el Gobierno federal lleva a cabo una campa?a para obtener la eliminaci¨®n del popular alcalde de M¨¦xico D. F., L¨®pez Obrador, el candidato m¨¢s fuerte ante las pr¨®ximas elecciones presidenciales. ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si, mediante alguna maniobra jur¨ªdica, lo consiguiera? ?No habr¨ªa un riesgo, sobre todo all¨ª, de rebeli¨®n, tumultos, incluso un estallido casi revolucionario? No se trata de hacer gala de un pesimismo extremo, pero s¨ª de mirar con reservas ese discurso optimista que considera que, en conjunto, la democracia se est¨¢ reforzando en todo el continente. Por supuesto, no todos los pa¨ªses sufren la misma amenaza. Los que m¨¢s riesgo corren son los que poseen escasa capacidad de decisi¨®n. Por eso son tan importantes los esfuerzos actuales en Argentina. Este pa¨ªs careci¨®, durante mucho tiempo, de toda capacidad de decisi¨®n, porque estaba, en gran medida, bajo el control del sistema bancario internacional, que hab¨ªa encontrado en una naci¨®n tan rica enormes posibilidades de pr¨¦stamos abundantes y remuneradores; en especial a los due?os del petr¨®leo, que hab¨ªan colocado en los bancos neoyorquinos sus inmensos recursos. Toda expresi¨®n de voluntad y de idea de futuro posee efectos muy positivos, en Argentina m¨¢s a¨²n que en cualquier otro pa¨ªs. No obstante, la debilidad de Latinoam¨¦rica es evidente. En M¨¦xico, la reforma pol¨ªtica ha sido un fracaso, porque el presidente no tiene mayor¨ªa, el pr¨®ximo presidente corre el riesgo de no tenerla tampoco y las clases populares, como los grupos ind¨ªgenas, no parecen tener m¨¢s soluci¨®n que la emigraci¨®n a Estados Unidos de hombres y mujeres cada vez m¨¢s j¨®venes. Hay que ir a la periferia del continente para encontrar motivos de esperanza; sobre todo, el regreso de Lionel Fern¨¢ndez permite buenos augurios para el futuro de la Rep¨²blica Dominicana, en estos momentos debilitada por una grave crisis bancaria y la acci¨®n de un Gobierno muy mediocre.
No hay que ceder a las facilidades del catastrofismo, pero tampoco hay que cerrar los ojos a una situaci¨®n definida por la falta de crecimiento y la debilidad de los Gobiernos, que muchas veces no son capaces de elaborar proyectos de acci¨®n y lucha contra las desigualdades. Latinoam¨¦rica, situada al margen de la geopol¨ªtica mundial, tampoco dispone de presiones internas que la empujen a emprender reformas. ?Y no habr¨ªa que extender esta afirmaci¨®n? ?No podemos pensar que, detr¨¢s de Estados Unidos, que disponen no s¨®lo de su poder militar, sino de unos formidables adelantos tecnol¨®gicos, el mundo europeo ha pasado a segundo plano y, precisamente por ese motivo, padece en casi todos sus pa¨ªses movimientos populistas nacionalistas -como el Frente Nacional franc¨¦s- que se han convertido en elementos permanentes del sistema pol¨ªtico? ?Y que detr¨¢s de esta Europa claramente debilitada por la inclusi¨®n -cuya legitimidad nadie discute- de los pa¨ªses de Europa del Este, Latinoam¨¦rica constituye una tercera zona en la que la situaci¨®n se caracteriza, sobre todo, por la impotencia? ?No es evidente que el dominio estadounidense y su pol¨ªtica de los ¨²ltimos a?os han supuesto un cambio de equilibrio en el mundo cuyo precio est¨¢n pagando Europa y Latinoam¨¦rica, es decir, la mayor parte del mundo occidental, mientras que el mundo isl¨¢mico crece gracias a su lucha contra Estados Unidos, y el sureste asi¨¢tico, India y China se disponen a desempe?ar un papel fundamental antes de que acabe el siglo? Nada me parece m¨¢s indicativo de este debilitamiento pol¨ªtico de Europa y Latinoam¨¦rica que la impotencia de los reg¨ªmenes para responder a las principales demandas de la poblaci¨®n. En todas partes, un sector cada vez mayor se encuentra excluido del sistema y, por tanto, no puede expresarse a trav¨¦s de las estructuras institucionales. Y eso crea, no tanto un peligro de revoluci¨®n, como el riesgo de caos e inestabilidad.
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