De la c¨¢rcel a la guerra santa
Al Zarqaui, el principal terrorista en Irak para EE UU, era un bebedor que se convirti¨® a la 'yihad'
Hace 10 a?os, recuerdan sus compa?eros de prisi¨®n, Ab¨² Musab al Zarqaui era un tipo duro, nada menos que el capit¨¢n de su bloque de celdas. En la brutal din¨¢mica de la vida carcelaria, eso significa que era el encargado de asignar tareas. "?l nos sol¨ªa decir: 'T¨² trae la comida; t¨² limpia el suelo", recuerda Jalid Ab¨² Doma, que fue encarcelado con Zarqaui por participar en un compl¨® contra el Gobierno de Jordania. "No ten¨ªa grandes ideas, pero la gente le hac¨ªa caso porque le ten¨ªa miedo".
Seg¨²n las autoridades estadounidenses, Zarqaui es actualmente la mayor amenaza terrorista en Irak. Se le acusa de organizar ataques guerrilleros, atentados suicidas, secuestros y decapitaciones. El domingo pasado se hizo responsable de un ataque con mortero ocurrido el jueves anterior en Samarra, en el que murieron cinco soldados estadounidenses y uno iraqu¨ª.
"No era como Bin Laden, que tiene ideas y una visi¨®n. ?ste no ten¨ªa visi¨®n alguna"
En Estados Unidos hay variedad de opiniones acerca de la relaci¨®n entre Zarqaui y Al Qaeda. El secretario de Estado Colin Powell le ha descrito como un agente de Al Qaeda, pero un militar de alto rango asegura que Al Zarqaui es "un componente aut¨®nomo de la yihad". Las fuerzas estadounidenses han aumentado los ataques a¨¦reos contra edificios que pueden servirle de escondite en Faluya. La recompensa por su captura es de 25 millones de d¨®lares, la cantidad ofrecida por Osama Bin Laden.
Al Zarqaui, mientras tanto, sigue siendo un fantasma, y no se sabe gran cosa ni de su paradero ni de sus actividades. En Jordania, donde dej¨® impresiones duraderas al tiempo que ascend¨ªa en la sociedad de los sin ley, sus amigos y socios dicen que el Al Zarqaui que ellos conocieron era capaz de una gran brutalidad, y les cuesta imaginarle como el l¨ªder de un levantamiento iraqu¨ª.
"Cuando escrib¨ªamos cosas negativas sobre ¨¦l en la revista de la prisi¨®n nos atacaba con los pu?os", dice Yousef Rababa, un militante encarcelado junto con Al Zarqaui. "Eso es lo ¨²nico que sab¨ªa hacer. No es como Bin Laden, que tiene ideas y una visi¨®n. ?ste no ten¨ªa visi¨®n alguna".
Al Zarqaui, cuya edad se estima en 37 a?os, creci¨® en Zarqa, una ciudad industrial azotada por la delincuencia al norte de Amm¨¢n, conocida como el Detroit de Jordania. Desde su casa de hormig¨®n de dos plantas, Al Zarqaui ve¨ªa unas colinas salpicadas de chimeneas humeantes. Su familia era pobre y Al Zarqaui viv¨ªa con siete hermanas y dos hermanos. Su padre era un curandero tradicional. Su madre luchaba contra la leucemia. Al nacer, sus padres le pusieron el nombre de Ahmed Fadeel al Jalayleh.
Sus compa?eros de la infancia dicen que le gustaba meterse en peleas. "No era muy alto, pero era atrevido", recuerda un primo suyo, Mohamed al Zauahra. Con 17 a?os, Al Zarqaui dej¨® los estudios. Sus amigos dicen que empez¨® a beber mucho y a hacerse tatuajes, ambas cosas mal vistas por el islam. Seg¨²n unos informes de los servicios de inteligencia jordanos proporcionados a Associated Press, Al Zarqaui fue encarcelado en los a?os ochenta por abusos sexuales, aunque no hab¨ªa m¨¢s detalles.
Para cuando cumpli¨® los 20 a?os era un ser a la deriva, dice su familia, y, como otros j¨®venes ¨¢rabes en busca de una causa, puso sus miras al noreste, en Afganist¨¢n. Saleh al Hami, el cu?ado de Al Zarqaui (que como muchos veteranos de Afganist¨¢n tiene una larga barba negra y una pierna de pl¨¢stico), dice que ¨¦ste lleg¨® a Khost, en el este de Afganist¨¢n, en la primavera de 1989 para unirse a la yihad o guerra santa contra los rusos. Pero lleg¨® un poco tarde: los rusos se acababan de retirar de la zona. As¨ª que en lugar de coger un fusil, Al Zarqaui cogi¨® un bol¨ªgrafo. Se convirti¨® en reportero para una peque?a revista yihadista, Al Bonian al Marsous, que significa El muro fuerte. Ten¨ªa 22 a?os, una estatura mediana y ojos negros y brillantes. Recorri¨® el pa¨ªs con un bloc, entrevistando a milicianos ¨¢rabes acerca de las gloriosas batallas que ¨¦l nunca vivi¨®.
Al Zarqaui regres¨® a Zarqa en 1992 y se junt¨® con un grupo de militantes isl¨¢micos llamados Bayaat al imam (Lealtad al im¨¢n). Fue detenido en 1993 cuando las autoridades jordanas descubrieron rifles de asalto y bombas en su casa. Al Zarqaui cont¨® que se encontr¨® las armas paseando por la calle. "Nunca me dio la impresi¨®n de ser un tipo inteligente", dice su abogado, Mohamed al Dueik.
Fue enviado a la prisi¨®n de Suaqa, limitando con el desierto. Sus compa?eros de celda dicen que Al Zarqaui convirti¨® su litera en una cueva, tapando los lados con mantas. Se pasaba horas sentado, memorizando los 6.236 versos del Cor¨¢n. Esto era t¨ªpico en ¨¦l. En su etapa de bebedor, era un bebedor extremo. Cuando se volv¨ªa violento, era extremadamente violento.
Se paseaba con un traje afgano y un gorro de lana y viv¨ªa y reviv¨ªa las viejas batallas de Afganist¨¢n. "Por aquel entonces le gustaban los americanos", dice Ab¨² Doma. "Ab¨² Musab sol¨ªa decir que eran cristianos y que eran creyentes". Los rusos eran sus enemigos, pero como muchas creencias, esto cambi¨® tras una temporada entre rejas.
Sus compa?eros recuerdan sus pesas hechas de trozos del marco de la cama y latas de aceite de oliva rellenas con piedras. No hablaba mucho. Al pedir una descripci¨®n de ¨¦l durante esta ¨¦poca, casi todos los entrevistados empezaron con la palabra jad, que significa serio. Precisamente en su firmeza resid¨ªa su atractivo, dicen sus compa?eros de celda. Su distanciamiento le otorgaba poder. Para 1998, cuando un m¨¦dico de prisi¨®n, Basil Ab¨² Sabha, le conoci¨®, Al Zarqaui era el que mandaba. "Pod¨ªa dar ¨®rdenes a sus seguidores con s¨®lo mover los ojos", recuerda.
Su punto de vista religioso se volvi¨® cada vez m¨¢s severo, en una salsa de creencias militantes ofrecidas por los imanes y jeques de las literas contiguas. Al Zarqaui atacaba a sus compa?eros si ¨¦stos le¨ªan otra cosa que no fuera el Cor¨¢n. En 1998, cuando Al Qaeda empezaba a surgir como una amenaza seria tras la voladura de dos embajadas de Estados Unidos en ?frica, Al Zarqaui empez¨® a hablar de matar norteamericanos.
En marzo de 1999 sali¨® de prisi¨®n gracias a una amnist¨ªa para los prisioneros pol¨ªticos. A principios de 2000 fue a Peshawar, en Pakist¨¢n, en la frontera con Afganist¨¢n, acompa?ado por su madre moribunda. Mientras decid¨ªa lo que iba a hacer, su visado paquistan¨ª caduc¨®. Al mismo tiempo, Jordania le declar¨® sospechoso de formar parte de un compl¨® fallido contra un lugar cristiano de peregrinaci¨®n. "En ese momento ya no ten¨ªa m¨¢s sitios donde acudir", dice su amigo Hami. En junio del a?o 2000, cuenta, Al Zarqaui cruz¨® la frontera de Afganist¨¢n solo.
Los servicios de inteligencia estadounidenses dicen que abri¨® un campo de instrucci¨®n militar ligado a Al Qaeda a finales de ese a?o en el oeste de Afganist¨¢n. All¨ª adopt¨® su nombre de guerra, tomando Zarqaui por su ciudad natal de Zarqa.
Con informaci¨®n de Abdallah Ab¨² Romman, desde Amm¨¢n.
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