Diamantes para el Tío Sam
De Beers vuelve a EE UU después de medio siglo
Nicky Oppenheimer no podía viajar a Estados Unidos para hacer negocios en el exclusivo mercado de los diamantes porque corría el riesgo de que le detuvieran. Uno de los hombres más ricos del planeta aparecía en la lista negra del Departamento de Justicia, pero el problema del magnate surafricano ya está resuelto. La compa?ía que preside, la venerable De Beers, ha optado por reconocer su crimen y pagará una multa de 10 millones de dólares para zanjar el litigio del cartel en el sector de los diamantes industriales.
El 40% de las gemas que se producen en el mundo lleva el sello de la famosa compa?ía surafricana
EE UU, con 30.000 millones de dólares en ventas, es el mayor mercado de diamantes, con una cuota del 48%
La prohibición de viajar a EE UU afectaba a toda la familia Oppenheimer -que controla el 45% de la minera- y al resto de los ejecutivos que integran su Consejo de Administración, es decir, el conglomerado minero Anglo American (45%) y la compa?ía Debswana. Esta circunstancia obligó a De Beers a comercializar sus preciosas gemas en EE UU a través de intermediarios, correos electrónicos y extensas campa?as de publicidad. Ese veto se ha extinguido y, como explica Lynette Hori, portavoz del grupo, los directores comerciales de la compa?ía "ya podrán viajar a EE UU para hacer negocio y encontrarse directamente con los clientes".
Es la primera consecuencia del mea culpa entonado el pasado 13 de julio por el representante de De Beers ante el tribunal federal del distrito de Columbus (Ohio). Pero lo que consigue además el gigantesco productor de diamantes es abrirse la puerta grande para volver a operar en el lucrativo mercado de Estados Unidos, después de más de medio siglo de ausencia directa.
Los problemas de De Beers con las autoridades reguladoras estadounidenses comenzaron en 1945, al poco de terminar la Segunda Guerra Mundial. Sus conspiraciones para fijar el precio del diamante le vetaron la entrada en EE UU. El caso cerrado en Columbus se refiere exclusivamente al cartel que De Beers forjó con la compa?ía General Electric (GE) entre 1991 y 1992 para fijar el precio de los diamantes industriales dentro y fuera de EE UU, un mercado que mueve 500 millones de dólares anuales. Estas gemas se utilizan para el corte y pulido en los procesos de producción industrial. El expediente se abrió en 1994. GE fue apartada del proceso por falta de pruebas sobre su culpabilidad. De Beers decidió empezar a negociar con la justicia estadounidense en febrero pasado.
Los 10 millones de dólares de sanción que desembolsará para dar carpetazo al expediente es insignificante si se tiene en cuenta el volumen de su negocio -5.520 millones de dólares en ventas y 676 millones en beneficios en 2003- o el gasto que realiza anualmente en publicidad -180 millones-. De Beers, fundada en 1888, posee minas en Suráfrica, Botsuana, Namibia y Tanzania. El grupo minero realiza las operaciones comerciales a través de su filial Diamond Trading Company (DTC), en Londres, mientras desde su base corporativa en Johanesburgo se gestionan las cuestiones administrativas y estratégicas de la compa?ía.
El 40% de las gemas que se producen en el mundo lleva su sello. Hace una década, el grupo minero controlaba el 70% del mercado mundial de diamantes en todas sus categorías, un negocio que se estima en 60.000 millones de dólares anuales. Los analistas ven en el arreglo con el Departamento de Justicia una reacción de De Beers a la continua pérdida de cuota de mercado que está observando a escala global ante la fuerte competencia en el sector de Australia, Canadá y Rusia. Un vínculo que la compa?ía niega, a la vez que afirma que mantendrá sus planes actuales de negocio.
Lo cierto es que este desenlace del litigio coincide con un importante cambio en la cultura del diamante a raíz de la aparición de gemas sintéticas de alta calidad. Los analistas se?alan que, en estas circunstancias, era demasiado arriesgado "estar más tiempo fuera de un mercado tan lucrativo". EE UU, con 30.000 millones de dólares en ventas, es el mayor mercado de diamantes del mundo, con una cuota del 48%, seguida de lejos por los países árabes (12%), Europa (10%), los países asiáticos (10%) y Japón (10%).
El retorno de De Beers augura una dura batalla, sobre todo en el mercado de los artículos de lujo, donde rivaliza a través de LVMH -Louis Vuitton Moet Hennessy- con Tiffany y el grupo suizo Richermont -propietaria de Cartier y Van Cleef & Arperls-. De Beers tiene previsto abrir, de hecho, una tienda en Nueva York, que se sumaría a las que ya posee en Tokio y Londres. Pero los expertos del sector dicen que EE UU es lo suficientemente grande "como para soportar a varias firmas competidoras" y no esperan que la entrada directa de De Beers vaya a tener un impacto inmediato en sus ventas.
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