Gardiner y el Coro Monteverdi ofrecen un memorable concierto en un paraje ins¨®lito del Camino de Santiago
La iglesia de San Nicol¨¢s en San Juan de Ortega es una de las paradas del Camino de Santiago, despu¨¦s de una etapa dura en la que hay que atravesar los montes de Oca. Tiene una hospeder¨ªa que, en casos de sobreocupaci¨®n como anteayer, puede albergar con literas a?adidas hasta 58 peregrinos. La ropa tendida entre ¨¢rboles de los caminantes daba un toque especial a un paraje en el que habitan 14 personas en invierno y hasta 30 en verano. Es, vamos, lo que se conoce por un paisaje en medio del campo. La misma soledad propicia las historias fant¨¢sticas y los lugare?os cuentan orgullosos que por uno de los ventanucos de la fachada de la iglesia dos veces al a?o, por el 21 de marzo y el 21 de septiembre la luz que se cuela llega hasta uno de los capiteles donde la Virgen espera el milagro de la Anunciaci¨®n, mientras San Jos¨¦ se muestra perplejo en el capitel de al lado.
En el peque?o claustro de la hospeder¨ªa, a la hora del reparto de la sopa de ajo, permanec¨ªa sentado y como ensimismado el gran John Eliot Gardiner haciendo tiempo para el comienzo de un concierto verdaderamente ins¨®lito, tal vez el m¨¢s recogido de toda la gira del Coro Monteverdi por el Camino de Santiago. A la hora convenida, la puerta de entrada se abri¨® de par en par y el coro masculino, con Gardiner, fue caminando desde la calle hacia el interior con una poderosa versi¨®n de Dum Pater familias, del Codex Calixtinus, a lo que sigui¨® Rite majorem, de Dufay, antes de que se abriese una puerta lateral y desde un claustro en ruinas de poderosos verdes las chicas, en un efecto escenogr¨¢fico estremecedor, apareciesen a los sones de O Virgo splendens, del Llibre Vermell, y todos juntos acometiesen inmediatamente con emoci¨®n desbordada y un nivel de perfecci¨®n inigualable Mariam Matrem, tambi¨¦n del Llibre Vermell, para que las carnes se pusiesen de gallina y los ojos llenos de l¨¢grimas ante el milagro cient¨ªfico de la m¨²sica pura interpretada en un dialogo estremecedor de coraz¨®n y cabeza, de sentimiento y reflexi¨®n. Alguien record¨® que no hab¨ªa escuchado una lectura tan hermosa de esta obra desde Victoria de los ?ngeles y es que lo que se estaba oyendo era, perd¨®nenme el oportunismo, una victoria de los ¨¢ngeles.
Un Palestrina sensacional dio paso a un Francisco Guerrero capaz de enloquecer a las mentes m¨¢s ap¨¢ticas, en un sonido envolvente que llegaba de todas partes desde el altar al coro, con un sentido del equilibrio y de la afinaci¨®n portentosos. Est¨¢bamos ante la belleza de la m¨²sica, ante la verdad de la m¨²sica, ante la profundidad de la m¨²sica. El coro Monteverdi tiene 55 obras en cartel para esta gira, de las cuales Gardiner selecciona cada programa en funci¨®n de las particularidades del espacio. El encuentro de arquitectura y m¨²sica es total. En la recta final aparecieron los Byrd, Rogier, en fin. Como un resorte el p¨²blico se puso de pie tras la ¨²ltima nota y empez¨® un griter¨ªo que podr¨ªa haber durado tanto como el concierto. No s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢ en las pr¨®ximas paradas, pero por si acaso tomen nota de las citas: hoy en Burgos, el 21 en Fr¨®mista, el 22 en Carri¨®n de los Condes, el 23 en Sahag¨²n, el 25 en Le¨®n, el 26 en Oviedo, el 28 en Ponferrada y el 31 en Santiago de Compostela. Estamos no solamente ante los conciertos del a?o, sino ante un acontecimiento hist¨®rico para descubrir como se merecen las bellezas de la mejor m¨²sica espa?ola de todos los tiempos.
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