El campe¨®n malquerido
El l¨ªder y los corredores del US Postal, abucheados por miles de personas durante toda la subida
Un grupo de adolescentes franceses recorr¨ªa la cima de L'Alpe d' Huez vitoreando a Thomas Voeckler y Richard Virenque cuando se top¨® con un coche del US Postal. Aunque no hab¨ªa nadie dentro del autom¨®vil, la reacci¨®n de los muchachos fue instant¨¢nea. Empezaron a entonar La Marsellesa al tiempo que increpaban al veh¨ªculo inocente y vac¨ªo. La nueva exhibici¨®n de Armstrong desat¨® el alborozo de los miles de estadounidenses que, en proporciones nunca vistas en la grand boucle, nutrieron la incre¨ªble muchedumbre en las cunetas del L'Alpe d' Huez con sus pancartas de "Go Lance" y sus banderas de la estrella solitaria de Tejas. Pero el amor de Armstrong por el Tour nunca ser¨¢ correspondido. Ayer, como ya le hab¨ªa ocurrido en los Pirineos, el campe¨®n y sus compa?eros de equipo tuvieron que escalar el puerto entre un chaparr¨®n de abucheos e improperios. "Nunca hab¨ªa visto nada igual en el ciclism", asegur¨® el espa?ol Chechu Rubiera, uno de los m¨¢s veteranos gregarios de Armstrong.
La tiran¨ªa de los grandes campeones siempre ha tenido que arrostrar su cuota de impopularidad. A Merckx llegaron a propinarle un pu?etazo en el h¨ªgado durante una ascensi¨®n al Puy de Dome, y Anquetil no pudo competir en el coraz¨®n de los franceses con el eterno segundo Poulidor. Pero Armstrong es un caso especial. El Tour ha sido secuestrado por un tejano, una anomal¨ªa en la historia del ciclismo, como si un madrile?o se fuese a Jap¨®n y se convirtiese en el rey del sumo. Y a muchos europeos les cuesta trabajo digerirlo.
La impresionante colmena humana que serpenteaba por las 21 curvas de L'Alpe d'Huez -medio mill¨®n de personas, algunas llegadas desde hace una semana para tomar posiciones- era como una asamblea de toda Europa. La mayor¨ªa, franceses, holandeses y alemanes, pero tambi¨¦n belgas, daneses, italianos, checos, portugueses, espa?oles... Por la carretera asomaban las banderas bretonas, b¨¢varas, flamencas, escocesas, vascas, catalanas, gallegas y asturianas. A todos ellos iba dedicada una gigantesca pancarta que portaban un grupo de estadounidenses con el mapa de Francia cubierto de barras y estrellas y la inscripci¨®n "Etats Unis d' Europe". Y en ese decorado Armstrong y sus muchachos se sintieron arrojados a los leones.
"Nunca hab¨ªa visto nada igual", insist¨ªa Rubiera tras cruzar la meta. "Por lo menos la mitad de la gente se dedic¨® a abuchearme durante toda la subida. Gritaban 'fuera el US Postal' y colocaban el pulgar hacia abajo. Yo siempre hab¨ªa visto que el p¨²blico animaba a todos los ciclistas. Se volcaban con los de su nacionalidad, pero no dejaban de apoyar a nadie. Ahora, parece que eso est¨¢ cambiando. Y no lo entiendo. Si Lance es el m¨¢s fuerte, hay que reconocerlo". Rubiera matiz¨® que la actitud hostil no proven¨ªa de los aficionados vascos, a quienes Armstrong hab¨ªa culpado de hostigarle durante la ascensi¨®n, el pasado s¨¢bado, a la estaci¨®n pirenaica de Plateau de Beille. Esta vez, el estadounidense se?al¨® a los alemanes. "No quiero generalizar, pero a uno le da tiempo a fijarse en las camisetas y las banderas, y la mayor¨ªa de los gritos proven¨ªan de all¨ª", explic¨® Armstrong. "Alguna gente estuvo muy agresiva y desagradable. Su actitud asustaba un poco. Tengo suerte de haber salido bien. Pero, en fin, 'c'est la vie".
Hace tiempo que Armstrong se ha acostumbrado a vivir "con una diana pintada en la espalda", como ¨¦l mismo dice. "Van contra m¨ª por el antiamericanismo que hay en Europa", afirma en su libro "Vivir cada segundo". Durante mucho tiempo, se esforz¨® por caer simp¨¢tico, por aprender franc¨¦s y adaptarse a las costumbres europeas. Ahora, convertido ya en una leyenda m¨¢s del Tour, se ha resignado a sobrellevar su estigma. Y cuanto mayor es la hostilidad, m¨¢s furia pone sobre la bicicleta. "La actitud del p¨²blico no me ha desconcentrado", asegur¨®. "Todo lo contrario, me ha proporcionado m¨¢s motivaci¨®n. Esto es un gran acontecimiento deportivo y a m¨ª me estimula como si jugase un partido entre los Knicks y los Bulls en el Madison Square Garden de Nueva York". Quien no se lo tom¨® con tanta flema fue su director, Johan Bruyneel, sancionado por la organizaci¨®n tras hacer una maniobra peligrosa con su coche contra una moto de la televisi¨®n francesa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.