Un oc¨¦ano separa a Bolivia de Chile
Los bolivianos temen que su Gobierno venda gas a los chilenos, que se apoderaron de la costa del Pac¨ªfico en la guerra de 1879
De las cinco preguntas del refer¨¦ndum boliviano del pasado 18 de julio, el mayor porcentaje de noes fue a parar a la que se refiere a Chile, al plantear la utilizaci¨®n del gas como recurso estrat¨¦gico para el logro de una salida ¨²til y soberana al oc¨¦ano Pac¨ªfico. Temen muchos bolivianos que el Gobierno de Carlos Mesa quiera canjear una reivindicaci¨®n hist¨®rica por la venta de gas a Chile, "el vecino maldito" que conden¨® a Bolivia al enclaustramiento. As¨ª es visto Chile por gran parte de bolivianos desde la guerra del Pac¨ªfico (1879), tras la que perdi¨® 120.000 kil¨®metros cuadrados, 400 kil¨®metros de costa y el acceso al oc¨¦ano.
No hay sentimiento m¨¢s fuerte que el antichilenismo en Bolivia. En octubre pasado, bast¨® un pu?ado de dirigentes populistas para levantar a la poblaci¨®n ind¨ªgena del altiplano contra el proyecto del Gobierno de exportar gas a M¨¦xico y EE UU, porque pretend¨ªa hacerlo a trav¨¦s de territorio chileno. La revuelta termin¨® con 59 muertos y la huida del presidente.
En las escuelas bolivianas, cada ma?ana los alumnos profieren el grito "?Viva Bolivia, muera Chile!" despu¨¦s de izar la bandera y cantar el himno nacional. En los cuarteles, los soldados rompen filas con la misma consigna, "?Viva Bolivia!", dan media vuelta, y exclaman con fuerza: "?Muera Chile!". Los dos pa¨ªses rompieron relaciones diplom¨¢ticas en 1962. Hoy, el diferendo entre Bolivia y Chile preocupa a toda Am¨¦rica Latina y afecta a la integraci¨®n regional.
Desde la guerra del Pac¨ªfico, Bolivia se dividi¨® entre los irreductibles, que exigen la recuperaci¨®n de la costa perdida cueste lo que cueste, y los pragm¨¢ticos, que plantean que hay que llegar al mar aunque sea a trav¨¦s de territorios que fueron peruanos. En realidad, la divisi¨®n se sit¨²a en el terreno verbal, porque todos saben que por la fuerza nada es posible.
La historia pesa como una losa sobre los bolivianos cuando recuerdan la p¨¦rdida de importantes reservas de guano y salitre en el territorio conquistado por Chile, as¨ª como el posterior descubrimiento del yacimiento de cobre de Chuquicamata, uno de los m¨¢s ricos del mundo, y de dep¨®sitos de azufre en la ex provincia boliviana de Atacama.
Ha habido a lo largo de los a?os una sucesi¨®n de reclamaciones, iniciativas y propuestas, que inclu¨ªan un puerto boliviano, un corredor, un enclave... La Liga de las Naciones, el ex presidente de Estados Unidos Harry Truman, la OEA y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, ofrecieron sin ¨¦xito sus buenos oficios.
El escollo se llama soberan¨ªa. Ning¨²n Gobierno chileno ha aceptado incluir este concepto en una soluci¨®n. Quienes m¨¢s cerca estuvieron fueron los dictadores Augusto Pinochet y Hugo B¨¢nzer, que restablecieron relaciones diplom¨¢ticas entre 1975 y 1978. La llegada de un presidente socialista al palacio de la Moneda no modific¨® la situaci¨®n. Ricardo Lagos tampoco incluye en su vocabulario la palabra soberan¨ªa, quiz¨¢ no por falta de voluntad pol¨ªtica, pero Chile ha entrado en periodo electoral y la derecha tiene posibilidades de llegar al Gobierno por primera vez desde el fin de la dictadura. En este contexto, cualquier concesi¨®n a Bolivia dar¨ªa votos a la oposici¨®n.
No es f¨¢cil entender que dos gobernantes de la talla de Lagos y Mesa sean incapaces de llegar a un acuerdo si no es por razones de supervivencia pol¨ªtica. El presidente boliviano reconoci¨® esta semana en una entrevista con este diario que la cuesti¨®n va m¨¢s all¨¢ de la voluntad de los presidentes. "Tiene que ver la opini¨®n p¨²blica y el costo pol¨ªtico que representa un acuerdo, que pasa por una palabra que es soberan¨ªa", declar¨®.
Fernando Caj¨ªas, historiador y viceministro de Cultura de Bolivia, apela al papel de la educaci¨®n a la hora de derribar tab¨²es. "Todo parte de la educaci¨®n, de qu¨¦ se ense?a". Los discursos incendiarios de algunos medios chilenos proliferaron a ra¨ªz del reciente acuerdo de venta de gas boliviano a Argentina. El presidente Mesa impuso una cl¨¢usula, aceptada por N¨¦stor Kirchner, seg¨²n la cual ni una mol¨¦cula de gas boliviano ir¨¢ a Chile. La reacci¨®n del Gobierno de Lagos fue inmediata: suspendi¨® todas las negociaciones comerciales con Bolivia y amenaz¨® con llevar el caso ante la Organizaci¨®n Mundial de Comercio.
La cerraz¨®n de los pol¨ªticos no impide que Chile y Bolivia mantengan intercambios en numerosos campos, comercial, estudiantil, cultural. Muchos productos chilenos llegan al pa¨ªs vecino desde el puerto libre de Iquique. El pragmatismo de las relaciones comerciales no se deja sentir en las esferas gubernamentales, donde nadie parece dispuesto a bajar la guardia.
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