Al maestro Gades
?Qu¨¦ ser vivo, dotado de sensibilidad, no ama, por encima de todas las maravillas existentes en el espacio que se extiende a su alrededor, la luz que lo llena todo de alegr¨ªa, con sus colores, sus rayos, sus ondas; con su benigna omnipresencia, cuando el d¨ªa despierta? Talmente la esencia m¨¢s arcana de la vida, la luz es respirada en el colosal mundo de los astros, que flotan infatigables danzando en su curso azulado; la respira la piedra resplandeciente, eternamente inm¨®vil; la planta, que es sensible y la absorbe; y el animal ind¨®mito, ardiente, de formas exuberantes, pero, sobre todo, la respira el eximio extranjero de mirada profunda, caminar ingr¨¢vido y labios delicadamente cerrados, que rebosan de palabras, de bailes... y de dulzuras. Como un soberano de la naturaleza, la luz convoca las diferentes fuerzas a mutaciones innombrables, establece y disuelve infinitas alianzas, y su imagen celestial se proyecta alrededor de todas las criaturas, s¨®lo su presencia nos revela la magnificencia de los reinos de la creaci¨®n.
Hoy te has marchado, amigo, maestro, compa?ero. Y all¨¢ te encaminas; hacia la sagrada, inefable y misteriosa noche. El mundo, ya, queda muy lejos, enterrado en una profunda fosa; su espacio ha quedado desolado y solitario.
Una intensa melancol¨ªa vibra en las cuerdas del pecho. Quisiera ser engullido por el roc¨ªo y fundirme con la ceniza. Profundos recuerdos, anhelos de juventud, sue?os de la infancia, ef¨ªmeras alegr¨ªas y esperanzas frustradas de toda una larga vida se acercan con gris¨¢ceas vestiduras, como la niebla del atardecer tras la puesta de sol. La luz... (que eres t¨²) ... ha plantado sus alegres pabellones en otro lugar. ?Quiz¨¢ no deber¨ªas volver nunca m¨¢s con tus criaturas, que te esperamos impacientes con la fe de la inocencia?
A mi amigo Antonio Gades. Siempre vivir¨¢s en m¨ª.- Antonio Canales. Sevilla.
Tuve el privilegio de conocerle, don Antonio Gades.
Llegu¨¦ a casa y un SMS me hab¨ªa comunicado: "En La 2, homenaje a Antonio Gades, ha fallecido", me qued¨¦ impresionada, era la una de la madrugada del 21 de julio.
Sab¨ªa de su enfermedad, de c¨®mo la estaba afrontando, de su viaje a su adorada Cuba y todo eso, desde el anonimato de tantos ciudadanos de a pie que le seguimos porque le admiramos, pero nunca pens¨¦ en un hasta siempre.
Usted (por respeto a tu persona utilizo el usted, sabiendo que no te gusta) seguramente no me recuerda, pero yo soy una de las bailarinas que tuvo el honor de trabajar a sus ¨®rdenes en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Par¨ªs, con la obra Carmen, all¨¢ por el a?o 1985. Yo apenas ten¨ªa 23 a?os y trabajar con usted, con Cristina Hoyos, era mi sue?o. Jam¨¢s, y ya hab¨ªa trabajado con otros core¨®grafos, he aprendido tanto como en aquellos dos meses. No s¨®lo aprend¨ª de la t¨¦cnica de la danza, de la presencia en un escenario, sino tambi¨¦n de la ¨¦tica hacia el p¨²blico y hacia ti mismo a la hora de expresar con el movimiento un sentimiento, una historia, una vida.
Gades, t¨² (y ahora s¨ª me lo permito) me ense?aste c¨®mo se hace el trabajo bien hecho. Eras y eres un "currante", un perfeccionista que nos machacabas a todos para que en el momento justo todas las cabezas girasen, para que los brazos subieran al mismo tiempo y a la misma altura, para que las l¨ªneas fueran las m¨¢s rectas, para que saliera esa elegancia, esa limpieza que hace que el espectador diga: "Qu¨¦ f¨¢cil lo hacen" y ah¨ª est¨¢, desde mi punto de vista, la sabidur¨ªa, hacer que lo complejo sea simple, o por lo menos que lo parezca, y eso s¨®lo lo saben hacer las personas sabias, y t¨² lo eras.
Maestro, s¨®lo quer¨ªa que supieras que le llevar¨¦ conmigo. Trabajar con usted, cambi¨® mi forma de vivir y sentir la danza. Gracias, don Antonio.- Maribel Moreno. Madrid.
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