Modelos
Siempre enciendo la tele con la esperanza de que salga Mart¨ªnez Pujalte en el telediario. Admiro su rigor, su tolerancia, su firmeza, su expresi¨®n clara, su sintaxis y su pasi¨®n por la verdad. S¨®lo le pongo un pero: ese exceso de sensatez a la hora de establecer conclusiones. Quiz¨¢ la prudencia sea inherente al cargo, pero nosotros, que no tenemos ninguna obligaci¨®n de ser sensatos, podemos y debemos decir lo que ¨¦l s¨®lo se atreve a insinuar: si algo ha quedado claro en la comisi¨®n del 11-M, es que hubo una autor¨ªa intelectual del atentado sobre la que el PSOE echa tierra porque el nombre que se oculta tras la X no es otro que el de Rodr¨ªguez Zapatero, cuyos contactos con el terrorismo internacional son bien notorios. Se?ores socialistas, dejen ya de hablar como si Acebes hubiera sido el ministro del Interior y Aznar el presidente del Gobierno cuando se produjo la matanza, porque es tanto como intentar convencernos de que Trillo era ministro de Defensa cuando el Yak-42 o Cascos de Fomento cuando el Prestige.
Menos mal que los d¨ªas que no sale por la tele Vicente Mart¨ªnez Pujalte aparece el presidente de la Conferencia Episcopal o, en su defecto, Jos¨¦ Gea, el obispo de Mondo?edo. Qu¨¦ claridad de juicio tambi¨¦n la de estos individuos. De no ser mayores que Pujalte, parecer¨ªa que han sido alumnos suyos. Los homosexuales y las lesbianas deber¨ªan estarles agradecidos porque cuando estos pr¨ªncipes de la Iglesia denigran su condici¨®n ven¨¦rea, est¨¢n poniendo en evidencia el desvar¨ªo que implica esa loca pretensi¨®n de gozar de los mismos derechos civiles que las personas sexualmente sanas. Pero lo que m¨¢s nos conmueve de los obispos es tambi¨¦n su tolerancia, demostrada no s¨®lo ahora, sino a lo largo de la historia. C¨®mo olvidar su pasi¨®n por Franco, por Pinochet, por Videla y otros dem¨®cratas ilustres. All¨¢ donde un fascista se levanta para defender la libertad, ah¨ª est¨¢ la Iglesia jug¨¢ndose el pellejo.
La sociedad actual no proporciona h¨¦roes positivos. Pero produce, en cambio, muchos modelos a los que no parecerse. Si usted consigue que sus hijos no se parezcan a Mart¨ªnez Pujalte ni al obispo de Mondo?edo, usted ya habr¨¢ hecho bastante por la humanidad.
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