La realidad so?ada

"El surrealismo se fundamenta en la idea de un nivel de realidad superior conectado con ciertas formas de asociaci¨®n que se hab¨ªan descuidado hasta el momento, en la omnipotencia del sue?o, en el juego desinteresado del pensamiento. Tiende a liquidar definitivamente todos los otros mecanismos ps¨ªquicos y a reemplazarlos en la resoluci¨®n de los principales problemas de la vida". Las palabras de Andr¨¦ Breton sintetizan a la perfecci¨®n el ideario surrealista y dejan bien claro que m¨¢s que una corriente art¨ªstica o un estilo, el surrealismo es una filosof¨ªa de vida que nadie puede se?alar a ciencia cierta cu¨¢ndo comenz¨® y en qu¨¦ momento terminar¨¢. Es sobre todo una actitud ante la vida y, por supuesto, ante la creaci¨®n art¨ªstica.

La exposici¨®n que ahora se presenta en la Fundaci¨®n Barri¨¦ de A Coru?a toma como referencia la figura de Max Ernst -figura central en la g¨¦nesis y desarrollo del movimiento surrealista europeo- para presentarnos una visi¨®n del surrealismo en el arte, a trav¨¦s de sus precursores y de obras de artistas que estuvieron integrados o participaron en alg¨²n momento en la corriente surrealista durante el pasado siglo, como Marcel Duchamp, Ren¨¦ Magritte, Jean Arp, Francis Picabia o Yves Tanguy. Entre los artistas espa?oles seleccionados se encuentran Dal¨ª, Joan Mir¨®, Alfonso Ponce de Le¨®n, Maruja Mallo y Eugenio Granell.

De los cuatro apartados en los que se divide la muestra el primero de ellos est¨¢ dedicado a los precursores. Obras de Arcimboldo, Piranesi, Durero o Goya ponen de manifiesto que la filosof¨ªa surrealista ya exist¨ªa mucho antes de que el movimiento art¨ªstico con el mismo nombre se pusiese en marcha. Esta secci¨®n cuenta con un apartado especial dedicado a Giorgio de Chirico, del que se exhiben una serie de diez grabados con la mitolog¨ªa como motivo central y un cuadro, Piazza d'Italia. Torre rossa, realizado treinta a?os despu¨¦s, y que sintetiza a la perfecci¨®n el estilo que le ha convertido en un artista inconfundible.

La secci¨®n dedicada a Max Ernst nos ofrece una aproximaci¨®n a su trayectoria con un recorrido que se inicia en 1912 y finaliza en 1968. En este amplio periodo Ernst nunca deja de estar alentado por la filosof¨ªa surrealista, pero, al mismo tiempo, demuestra su capacidad para adaptarse a distintos estilos y renovarse continuamente. El Retrato de Andr¨¦ Breton realizado en 1930 es por s¨ª solo un gran exponente de la armoniosa combinaci¨®n de elementos que convierten a un cuadro en surrealista. En el apartado que se dedica a los amigos de Max Ernst observamos la pluralidad de estilos, t¨¦cnicas, formatos y sensibilidades que ha exhibido el surrealismo. Aqu¨ª queda m¨¢s que nunca en evidencia la amplitud de un movimiento que no impone un clich¨¦ est¨¦tico a los que se integran en ¨¦l. Muy al contrario, la libertad para expresar con la mayor autenticidad los propios sue?os y deseos es uno de los postulados m¨¢ximos del surrealismo y de ah¨ª que sea imposible encontrar elementos est¨¦ticos comunes en artistas tan distintos como Joan Mir¨®, Man Ray, Jean Arp o Yves Tanguy. El recorrido por la exposici¨®n concluye con los Cad¨¢veres exquisitos, una serie de dibujos realizados de manera l¨²dica por integrantes del grupo surrealista como Andr¨¦ Breton, Ren¨¦ Magritte o Louis Aragon.