La mujer viva con m¨¢s 'ochomiles' del planeta
Edurne Pasab¨¢n ha puesto otra banderita en la cumbre de un ochomil. La s¨¦ptima. Es la escaladora que m¨¢s veces ha hollado uno de esos monstruos verticales del Himalaya junto a la italiana Nives Meroi. Ahora, "falta descender, que es la parte m¨¢s peligrosa de la expedici¨®n: se gastan las fuerzas yendo hacia arriba y te descuidas bajando". Edurne lleg¨® ayer a la cima con los s¨ªmbolos de la altura y el esfuerzo retratados en la cara y en la parsimonia de sus pasos.
Edurne Pasab¨¢n ha puesto otra banderita en la cumbre de un ochomil. La s¨¦ptima. Es la escaladora que m¨¢s veces ha hollado uno de esos monstruos verticales del Himalaya junto a la italiana Nives Meroi. Ahora, "falta descender, que es la parte m¨¢s peligrosa de la expedici¨®n: se gastan las fuerzas yendo hacia arriba y te descuidas bajando". Edurne lleg¨® ayer a la cima con los s¨ªmbolos de la altura y el esfuerzo retratados en la cara y en la parsimonia de sus pasos.
Pasab¨¢n (Tolosa, Guip¨²zcoa; 1973) sab¨ªa cuando empez¨® a ascender por el Espol¨®n de los Abruzzos que las cinco mujeres que la precedieron por esa senda del K-2 han fallecido: dos en el descenso y las otras tres al poco de bajar. "Si te paras a pensarlo da un poco de miedo", confes¨® antes de iniciar la subida, "porque la estad¨ªstica me se?ala a m¨ª como la pr¨®xima v¨ªctima".
Wanda Rutkiewicz, muerta en 1986, plusmarquista de ochomiles con ocho ascensiones, fue una de las cinco fallecidas en el K2.
A Pasab¨¢n, sus compa?eros de expedici¨®n la llaman "la joya de la corona". Una joya que ha ido solidificando poco a poco su afici¨®n por la monta?a. Comenz¨® dando paseos por los montes guipuzcoanos y apuntada a cursillos de sin de semana de escalada. Con 17 a?os ascendi¨® a la cima del Chimborazo, en Ecuador. Una especie de rito inici¨¢tico para los coleccionistas de retos en la monta?a. Al mismo tiempo, no descuidaba sus estudios. Es licenciada en ingenier¨ªa industrial, pero no ejerce: "Ninguna empresa me dejar¨ªa largar por ah¨ª dos meses al a?o". Y ella no estaba dispuesta a renunciar a esos dos meses "de aventura, m¨ªstica, relajaci¨®n y huida de lo cotidiano".
Pasab¨¢n no vive de la monta?a. "No se puede". Durante el resto del a?o regenta un hotel rural, "de agroturismo" con restaurante. All¨ª, aunque es la propietaria, hace "de todo, desde servir las mesas a ir a la compra al mercado por las ma?anas". Tambi¨¦n dedica tres horas diarias al entrenamiento.
Edurne no advierte diferencias en un medio tan hostil como el Himalaya entre los hombres y las mujeres. Incluso, sostiene que las mujeres "se adaptan mejor que muchos hombres". De hecho, algunos m¨¦dicos sostienen que es as¨ª y que ello se debe a la menor masa corporal de las mujeres, por lo que requieren menos ox¨ªgeno en la sangre. Algo b¨¢sico en un entorno en el que las condiciones espesan la hemoglobina hasta gangrenar las extremidades. En lo que s¨ª reconoce alguna diferencia es en el trabajo previo. "Los porteos de bultos y cosas as¨ª que son de fuerza bruta".
A Pasab¨¢n no le gusta que la gente considere cada ascensi¨®n como parte de una colecci¨®n: "No voy buscando r¨¦cords ni marcas. Muchas veces el ¨¦xito depende de que la suerte o la casualidad te acompa?en". Sin embargo, la guipuzcoana ha subido siete de las catorce cumbres de m¨¢s de ochomil metros en tan solo tres a?os. Edurne no quiere obsesionarse con las matem¨¢ticas del monta?ismo, porque eso conduce "a la obsesi¨®n".
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