Espa?a y el mundo ¨¢rabe
Es de sobra conocido, y repetido sin cesar, que lo que se conoce como mundo ¨¢rabe es uno de los ejes prioritarios de nuestra pol¨ªtica exterior, pero dada la complejidad y gravedad de la situaci¨®n en esta parte del mundo y la implicaci¨®n mundial cada vez mayor de todo lo que all¨ª ocurre, va a ir ocupando progresivamente una centralidad mayor. De ah¨ª su gran importancia e inter¨¦s nacionales. Y de ah¨ª la envergadura y dinamismo, e incluso entusiasmo, que en este ¨¢mbito han caracterizado los primeros cien d¨ªas de la pol¨ªtica exterior del nuevo Gobierno espa?ol. Es cierto que hab¨ªa mucho que enmendar tras los sucesivos errores que se hab¨ªan producido en los a?os precedentes. El primero de todos, acabar con nuestra participaci¨®n en una guerra y ocupaci¨®n militar ilegales, porque lo que ha ocurrido en Irak, sean cuales sean las resoluciones de compromiso y cooptaci¨®n que despu¨¦s se hayan producido, lo de esa guerra ha sido y ser¨¢ ilegal, ileg¨ªtimo y una ignominia (adem¨¢s de una chapucer¨ªa hist¨®rica) en la que Espa?a no tendr¨ªa nunca que haber participado. El segundo, enderezar las relaciones con Marruecos llev¨¢ndolas a un buen cauce, ganando en di¨¢logo y confianza mutuas, lo cual no ser¨ªa m¨¢s que una evidencia de manual de diplomacia espa?ola si no fuese por lo costoso que resulta y el entusiasmo que hay que poner en ello tras todos los desatinos sucesivos que se han vivido en los ¨²ltimos a?os.
Pero, adem¨¢s de enderezar, tambi¨¦n hay que replantearse nuestra pol¨ªtica con respecto al mundo ¨¢rabe, cuya situaci¨®n actual dif¨ªcilmente puede ser m¨¢s cr¨ªtica y afectarnos m¨¢s directamente. Por ello, tener la firme voluntad, como as¨ª se ha expresado, de redinamizar el proceso euromediterr¨¢neo no puede ser sino bienvenido, si bien necesita no s¨®lo ser redinamizado, sino "replanteado", para seguir m¨¢s fielmente el esp¨ªritu de su letra. La gran aportaci¨®n y novedad de la entonces exitosa Declaraci¨®n de Barcelona en 1995 fue plantear un esfuerzo de comprensi¨®n global del entorno mediterr¨¢neo estableciendo una estrategia a largo plazo para toda la regi¨®n que, ah¨ª su principal valor a?adido, dejaba de basarse ¨²nicamente en las relaciones econ¨®micas para integrar tambi¨¦n la democratizaci¨®n, el respeto de los derechos humanos y las relaciones socio-culturales. Pero las grandes expectativas promovidas han sido en buena medida defraudadas y sus resultados, poco concluyentes.
En primer lugar, porque el inter¨¦s por la democratizaci¨®n y el respeto de los derechos humanos ha quedado completamente relegado a favor, una vez m¨¢s, de impulsar las liberalizaciones econ¨®micas. As¨ª, los acuerdos de asociaci¨®n de libre comercio firmados por la UE con diversos pa¨ªses ¨¢rabes en grave d¨¦ficit de respeto de los derechos humanos han eludido la aplicaci¨®n del articulado que vincula la firma de dichos acuerdos con el respeto y promoci¨®n de los derechos humanos. Esta situaci¨®n lo que ha ofrecido, por el contrario, ha sido garant¨ªas a los reg¨ªmenes con respecto a su comportamiento pol¨ªtico m¨¢s que abusivo. Y, lo que es peor, en absoluto ha contribuido a democratizar esta parte del mundo, de manera que hoy d¨ªa el proceso euromediterr¨¢neo no cuenta con m¨¢s cr¨¦dito que el que le dan unos reg¨ªmenes ¨¢vidos por mantenerse en el poder depredando cada vez m¨¢s a sus sociedades. Y esto no contribuye ni a pacificar la regi¨®n ni a ganarnos la credibilidad de sus poblaciones.
En segundo lugar, porque en lo que respecta al principio establecido en la Declaraci¨®n de Barcelona de "contribuir a una mejor comprensi¨®n mutua entre los pueblos de la regi¨®n", lo poco que se ha hecho se ha centrado en "el di¨¢logo de civilizaciones y religiones", cuando en realidad no es ah¨ª donde se encuentra el origen del distanciamiento con el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Por un lado, porque el concepto "di¨¢logo de civilizaciones" es tramposo y pernicioso, dado que lleva impl¨ªcito el reconocimiento de que existen civilizaciones cerradas y monol¨ªticas (base ideol¨®gica del "choque de civilizaciones"). Por otro, porque centrar la cuesti¨®n en las religiones, colocando en una misma mesa a ulemas, rabinos y obispos, es un ejercicio bastante in¨²til, pues no es en la religi¨®n ni en esos actores donde se centra el origen de los problemas; es en la pol¨ªtica. Los pa¨ªses ¨¢rabes rebosan de problemas pol¨ªticos, las poblaciones est¨¢n muy politizadas y los discursos de las opiniones p¨²blicas inciden persistentemente en la soluci¨®n de los problemas y conflictos pol¨ªticos. De ah¨ª el ¨¦xito y la revoluci¨®n pol¨ªtico-social que representa la cadena Al Yazira en esta parte del mundo. Al fin, existe un medio de comunicaci¨®n ¨¢rabe que analiza y presenta la realidad pol¨ªtica de esos pa¨ªses sin disimulos, sin censuras..., y tiene una audiencia mayor que cualquier imam carism¨¢tico de cualquier importante mezquita.
Es justo, y alentador, decir que, en este sentido, los nuevos responsables de la pol¨ªtica exterior espa?ola, y el propio presidente del Gobierno, est¨¢n modificando el discurso al insistir en la necesidad de dar respuestas pol¨ªticas a lo que ocurre en esa parte del mundo, incluyendo tambi¨¦n lo que respecta a la lucha contra el terrorismo. Ser¨ªa conveniente, no obstante, lograr marcar esa visi¨®n y esa impronta en el espacio europeo. En el caso del conflicto palestino-israel¨ª, deber¨ªa significar una apuesta firme por la democratizaci¨®n del liderazgo palestino, que es la mejor manera de luchar contra la ocupaci¨®n israel¨ª de sus territorios, lo cual quiere decir que, si no sirve Yasir Arafat, tampoco sirven Ahmed Qurei, y mucho menos Mohamed Dahlan, ni ninguno de los hombres que quiera imponer Israel con EE UU como intermediario. En el conflicto iraqu¨ª, habr¨ªa que tener muy en cuenta, a la hora de implicarse en el futuro proceso electoral, que ¨¦ste se organice con las garant¨ªas democr¨¢ticas necesarias (cosa que yo no creo que en absoluto vaya a suceder). Tambi¨¦n hay, en efecto, que contribuir a resolver el conflicto del S¨¢hara, y que reconocer la sinceridad y transparencia del ministro de Asuntos Exteriores en su firme decisi¨®n de ser activo en esta cuesti¨®n, aunque hay que ser conscientes de que la resoluci¨®n de este conflicto exige toda una serie de factores de cambio pol¨ªtico regional que hoy por hoy est¨¢n lejos de producirse.
El camino iniciado en estos cien d¨ªas ha dado, pues, un giro enorme y positivo a nuestra pol¨ªtica exterior con respecto al mundo ¨¢rabe, aunque lo m¨¢s dif¨ªcil viene ahora cuando corresponda mantener la defensa de valores y principios que molestan a los intereses de muchos. ?se es el reto que mostrar¨¢ la dimensi¨®n del cambio.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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