Aclaraciones
Mucho le agradecer¨ªa que incluyera en su prestigioso peri¨®dico las aclaraciones que siguen, en respuesta a los art¨ªculos aparecidos en fecha 22 y 24 del pasado mes de junio, con respecto a la administraci¨®n inyectada de hero¨ªna para curar la adicci¨®n a la misma, con afirmaciones tan faltas de base que cualquier cient¨ªfico entendido en el campo de las adicciones quedar¨ªa estupefacto al leerlas.
Con referencia a esto que sus autores llaman "terap¨¦utico", con la autoridad que me da el haber trabajado veinticinco a?os en el tratamiento de las adicciones en general, empezando con la experimentaci¨®n animal, he de manifestar lo siguiente:
1. Una adicci¨®n no se cura administrando la misma droga que la cre¨®; por el contrario, esto aumenta la intensidad de la adicci¨®n y la tolerancia a la droga, necesitando una cantidad mayor cada d¨ªa y siendo imposible, por tanto, el encontrar una dosis estable.
2. Si un paciente adicto a la hero¨ªna no responde a la metadona, el fallo radica en el desconocimiento de c¨®mo utilizar la metadona, cuya dosis ha de ser disminuida gradualmente hasta cero. El mantenimiento en metadona, que es posible, ciertamente baja la delincuencia, pero el paciente sigue siendo adicto, igual que con el tratamiento referido por los autores.
3. Los autores del estudio parecen desconocer, pues ni siquiera la nombran, "la patolog¨ªa de la jeringuilla", que es el primer instrumento a eliminar en cualquier forma del tratamiento, por el condicionamiento que la jeringuilla lleva consigo.
4. Igualmente, los autores parecen desconocer que similar estudio se llev¨® a cabo hace m¨¢s de treinta a?os en Inglaterra, donde se administraba hero¨ªna oral bajo control, despachada en las farmacias de alrededor de Picadilly Circus, en el centro de Londres, resultando que, como la tolerancia aumentaba, los pacientes tomaban puntualmente la hero¨ªna que gratuitamente se les suministraba, agenci¨¢ndose en la calle la cantidad suplementaria para satisfacer su necesidad diaria.
5. No me puedo imaginar en qu¨¦ par¨¢metros se basan los autores para afirmar: a) que la salud f¨ªsica de los heroin¨®manos, con la misma sustancia tratados, mejora cuatro veces m¨¢s que los tratados con metadona; b) que la salud mental mejora casi el doble; c) que el riesgo de contagiarse con sida es cuatro veces menor (se esperar¨ªa que fuera cero utilizando jeringuillas nuevas y manteniendo la higiene apropiada para evitar todo contagio, dado que son enfermos hospitalizados); d) que las actividades delictivas se reducen a m¨¢s del doble (si la actividad delictiva se refiere a los pacientes en tratamiento se esperar¨ªa que fuera cero en el periodo de tratamiento, y si se refiere a la actividad delictiva en general, poco significa la reducida delincuencia del peque?o n¨²mero de pacientes tratados enel contexto de una delincuencia global, aunque en ellos se haya reducido a m¨¢s de un cincuenta por ciento). De otro lado, ?c¨®mo se puede en tan poco tiempo como lleva practic¨¢ndose este estudio sacar tantos porcentajes y estad¨ªsticas? Esto, desafortunadamente, puede ser por lo que se dice que existen errores, peque?as mentiras, mentiras gordas y estad¨ªsticas.
En resumen: he de calificar este m¨¦todo de tratamiento como un disparate sin base cient¨ªfica alguna ni trascendencia cl¨ªnica, y un despilfarro de dinero, producto de la manipulaci¨®n con que se han llevado a cabo muchos de estos programas, que deber¨ªan ser regidos por expertos profesionales y no por entidades pol¨ªticas que tienen que dar la sensaci¨®n de que hacen algo.
Algo de bueno hay todav¨ªa en los referidos art¨ªculos: son las expresiones de los toxic¨®manos, quienes indudablemente sufren; lloran, han perdido todo lo que ten¨ªan, han de delinquir aunque no sean delincuentes, y tienen el deseo de empezar una nueva vida, que ojal¨¢, en contra de mis vaticinios, les llegue con el intento que est¨¢n haciendo.
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