Ren¨¦e y yo

Para Plat¨®n, y disculpen el atrevimiento, lo que tomamos por realidad no es sino una copia imperfecta de la verdadera realidad. Por lo visto, las almas que todav¨ªa no han ca¨ªdo en el mundo sensible, o que se han liberado de ¨¦l, en vez de relacionarse con cosas, se relacionan con ideas. Para esas almas no existen las mesas, sino la mesa; ni los ¨¢rboles, sino el ¨¢rbol; ni los caballos, sino el caballo, y as¨ª sucesivamente. Usted y yo procedemos del mundo de las ideas, s¨ª, pero hemos ca¨ªdo temporalmente en este universo material, que funciona a modo de reminiscencia o de recuerdo vago del otro. Por eso, siempre seg¨²n Plat¨®n, conocer es recordar. Cuando algo nos conmueve en el arte, en la gastronom¨ªa o en la vida, es porque evoca un objeto de aquel otro mundo, el de las ideas, donde hemos vivido anteriormente y del que hemos sido expulsados como del Para¨ªso Terrenal (nos echan de todas partes). Y tenemos que conformarnos con la evocaci¨®n, es decir, con el recuerdo vago y vaporoso, con esa especie de d¨¦j¨¤ vu, de un lado porque los sentidos corporales tienen las posibilidades que tienen, o sea, pocas, y, de otro, porque el mundo de la materia no puede acercarse sino de forma ligeramente aproximada a la perfecci¨®n del mundo de las ideas.

No s¨¦ si me explico. En cualquier caso, la chica de la foto pertenece al mundo de la materia. Ignoro qu¨¦ habr¨ªa dicho Plat¨®n de ella. Por lo que a m¨ª concierne, si un d¨ªa, antes de haberla visto por primera vez, se hubieran presentado en casa un par de detectives mostr¨¢ndome su foto y pregunt¨¢ndome si la conoc¨ªa, les habr¨ªa dicho que s¨ª.

-?La ha visto por el barrio ¨²ltimamente?

-No la conozco del barrio.

-?De d¨®nde, entonces?

-Del mundo de las ideas, quiz¨¢ la he so?ado un par de veces. ?Podr¨ªan ustedes decirme qui¨¦n es?

-Se llama Ren¨¦e Zellweger. Si vuelve usted a verla en el mundo de las ideas o en cualquier otro sitio, no deje de llamarnos a este n¨²mero.

Una conversaci¨®n como la que acabo de describir entre dos detectives y un escritor s¨®lo ser¨ªa posible en el universo plat¨®nico. En el mundo de la materia, me habr¨ªan dado de tortas hasta hacerme confesar d¨®nde estaba ese club llamado El Mundo de las Ideas. Dicho esto, no dejo de preguntarme qu¨¦ tipo de relaci¨®n tuvimos esta chica y yo antes de precipitarnos al mundo sensible. Lo que s¨ª s¨¦ es que fue muy ¨ªntima y gratificante para los dos, porque en el mundo de las ideas yo tambi¨¦n mejoro lo m¨ªo. Ya s¨¦ que muchos de ustedes no me creen, quiz¨¢ est¨¦n esbozando una sonrisa de conmiseraci¨®n al leer estas l¨ªneas. ?Pero es que a ustedes no les ha pasado nunca una cosa semejante? ?Ustedes no se han cruzado por la calle con una desconocida cuyo rostro les resultaba enormemente familiar? ?Ustedes no se han encontrado frente a un paisaje que era el paisaje? ?Un cuadro que era el cuadro? ?Una novela que era la novela? ?Un amigo que era el amigo? ?Acaso no tienen ustedes ahora mismo la sensaci¨®n de que esta foto es la foto?