Flamencos junto a palacio
Bueno, ya tenemos el flamenco junto a palacio, en las noches veraniegas de Madrid. El lugar es un lujo, la temperatura durante la noche inicial fue una delicia, el lateral palaciego iluminado parec¨ªa un decorado al fondo de cuento. Es cierto que el enorme tinglado que han tenido que armar como escenario, soporte de focos, sonido (muy bueno), etc¨¦tera, limita parcialmente la perspectiva; es cierto que el ruido del tr¨¢fico exterior no molesta, salvo cuando circulan veh¨ªculos haciendo sonar sus sirenas de urgencias. Pese a todo ello, vale la pena.
Y una vez m¨¢s el p¨²blico madrile?o, siempre fiel a Chano Lobato, llen¨® al completo el aforo de 750 localidades. Chano se interpret¨® a s¨ª mismo, como siempre. Quiz¨¢ me pareci¨® un poco m¨¢s bajo de tono vital -cumplir¨¢ a finales de a?o los 77-, pero a¨²n as¨ª termin¨® haciendo su bailecito impagable. Y cuando tuvo que cantar como se debe cantar, ah¨ª estuvo Chano Lobato. Magistral por soleares y por siguiriyas, los dos estilos m¨¢s dif¨ªciles, de sobra est¨¢ decirlo, del cante. Por soleares lento, templado, con un entendimiento del comp¨¢s de un rigor impresionante. Por siguiriyas doli¨¦ndose y lastimando, casi ag¨®nico en ocasiones, pero transmitiendo la tremenda quejumbre que el g¨¦nero lleva impl¨ªcita con una verdad expresiva estremecedora, a la que contribuy¨® todo el concierto el excelente acompa?amiento del toque de Paco Cort¨¦s.
Noches flamencas en Sabatini
Cante: Antonio Pitingo y Chano Lobato. Toque: Paco Cort¨¦s. Jardines de Sabatini. Madrid, 4 de agosto.
He escrito muchas veces, y lo digo siempre que viene a cuento, que Chano Lobato es quiz¨¢ el ¨²nico flamenco que nos queda de una forma de ser y de hacer que, cuando ¨¦l desaparezca, pasar¨¢ irremediablemente a la historia. Chano Lobato sabe muy bien que ser flamenco no es ¨²nicamente cantar mejor o peor, sino llevar su arte a su vida, es decir, comportarse como un flamenco de los tiempos dorados de su arte. No ganaban, ni de lejos, las cantidades que ganan hoy d¨ªa, pero sin embargo viv¨ªan en un puro ejercicio de una flamenquer¨ªa que impregnaba su persona, y a ellos les satisfac¨ªa plenamente.
Chano Lobato siempre cuenta cosas que ¨¦l vivi¨® a lo largo de una carrera art¨ªstica que suma ya m¨¢s de sesenta a?os. All¨ª, en los jardines de palacio, record¨®, record¨® una vez m¨¢s a Ignacio Espeleta, quien una noche sali¨® a cantar borracho y no se acordaba de las letras cuando le estaban tocando por alegr¨ªas; entonces se invent¨® un rudimento primario del tirintintr¨¢n que ha quedado como salido de este cante. "Ahora los flamenc¨®logos dicen que si eso viene de los juguetillos de no s¨¦ qu¨¦... Mentira. Una borrachera de Espeleta". As¨ª de f¨¢cil.
Por delante actu¨® un joven Antonio Pitingo, que est¨¢ comenzando a ser un tanto conocido en los medios flamencos. Me agrad¨® bastante por soleares y por malague?as, cantes que hizo con sentido y midiendo muy bien los acentos y los silencios. Dedic¨® su ¨²ltimo fandango "al t¨ªo Arturo, que est¨¢ malito en el hospital". Se refer¨ªa a Arturo Pav¨®n, pianista flamenco perteneciente a una de las dinast¨ªas m¨¢s gloriosas de lo jondo, quien me dicen que est¨¢ en efecto seriamente enfermo. Su hija Salom¨¦ actuar¨¢ el s¨¢bado en este mismo ciclo.
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