Una conjura de silencios anodinos
La tarde de ayer estuvo aureolada por una suma de anodinos silencios. Incluso despu¨¦s de que el presidente de la corrida denegara, con acertado criterio, la oreja solicitada para Abell¨¢n, ese mismo p¨²blico pa?uelero guard¨® un rid¨ªculo silencio como premio contradictorio.
Miguel Abell¨¢n crey¨® ver en su primer ejemplar un toro de bandera. Y result¨® menos bandera de lo que pens¨®. Lo lance¨® con ajuste y realiz¨® un quite con ce?idas chicuelinas. Se fue al centro del ruedo para citar al toro y lo aguant¨® firme. A partir de ah¨ª todo lo que hizo no tuvo sentido. No supo acompasar los movimientos de la muleta al ritmo del toro. Quiere decir, a su temperamento natural. Despu¨¦s apel¨® a lo f¨¢cil, al toreo por alto, abaniqueos insulsos y pases de rodillas no menos insulsos.
Pe?ajara / Cordob¨¦s, Abell¨¢n y Fandi
Toros de Pe?ajara, desiguales de presentaci¨®n y juego, poca fuerza. El Cordob¨¦s, silencio en los dos. Miguel Abell¨¢n, petici¨®n de oreja y silencio en los dos. El Fandi, silencio en los dos. Plaza de toros de Vitoria, 5 de agosto, 1? de feria. Menos de media entrada.
El Cordob¨¦s se abon¨® toda la tarde al medio pase en sus dos toros. En su segundo apunt¨® breves pinceladas de temple, mas sin emoci¨®n alguna. El Fandi bastante tiene con llevarse los aplausos en el tercio de banderillas. El resto es nada de la nada, o silencio shakesperiano.
Mal empieza la Feria de La Blanca. Algunos toros ten¨ªan una diferencia de peso m¨¢s all¨¢ de los 200 kilos. En el cap¨ªtulo de fuerzas, era la misma, todos andaban parejos: se ca¨ªan muchas veces, incluso pic¨¢ndoles a algunos de ellos muy poquito. Por si fuera poco, las cabezas de tres de los astados daban la impresi¨®n de estar presuntamente manipuladas.
Con ese material surgido de los chiqueros, los tres matadores no parecieron poner demasiada carne en el asador para salir triunfantes.
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