"No vale la pena perder una u?a por el K-2"
Pese a sus graves congelaciones, Juan Oiarzabal y Edurne Pasab¨¢n ya piensan en volver al Himalaya
Como cada tarde desde hace diez d¨ªas, Edurne Pasab¨¢n se traslada de su habitaci¨®n, la 314, a la 315 para estar con Juan Oiarzabal en las interminables jornadas de un hospital. Mientras las visitas no cesan, los dos alpinistas recuerdan su experiencia en el K-2. Cuentan sus amigos y familiares que, m¨¢s que pacientes con congelaciones graves, parecen una pareja de comedia de teatro. El humor y las ganas de vivir impregnan cada frase de Edurne y, sobre todo, de Juanito.
Juan Oiarzabal. "?Que te quedan siete ocho mil por subir, colega! ?Y qu¨¦ siete! Menos mal que te voy a echar una mano para terminar alguno. Es... una broma. Ya sabes que te quiero mucho. El pr¨®ximo a?o nos vamos al Nanga Parbat.
Pasab¨¢n: "No me puedo creer que discuti¨¦ramos con tanta pasi¨®n a 8.000 metros, con nieve sobre la rodilla, como si estuvi¨¦ramos tomando 'potes' en un bar"
Oiarzabal: "Lo que hizo Latorre se lo agradecer¨¦ siempre: salir a buscarme, encontrarme, llevarme al campo 4, desnudarme y, entre todos, reanimarme"
Edurne Pasab¨¢n. Y yo tambi¨¦n te quiero. Con la labia que tienes.
J. O. Ahora estamos de mejor humor. A medida que ha ido pasando la semana, he ido recuperando el ¨¢nimo. Pero he estado bastante mal. El lunes pasado estaba llorando. No asimilaba las congelaciones, estar seis meses de baja... Pero la gente conocida que ha ido pasando por el hospital, amigos alpinistas que han sufrido amputaciones en los dedos por otras experiencias, me han hecho ver que, pese a estar mutilados, han seguido haciendo la actividad que adoran: la monta?a. Adem¨¢s, a Reinhold Messner le amputaron la mayor¨ªa de los dedos en su primer ocho mil [Nanga Parbat] y luego hizo la colecci¨®n de los 14.
E. P. Yo no he tenido el baj¨®n que ha sufrido Juanito porque mis congelaciones no son tan graves. Ahora estamos m¨¢s animados. Vemos que esto va para largo, aunque, al mismo tiempo, sabemos que podremos seguir haciendo lo mismo. Pero tengo miedo de que, cuando nos amputen, tengamos otro baj¨®n an¨ªmico. Y as¨ª estamos. Prepar¨¢ndonos para... eso.
J. O. Ya sabemos cu¨¢les son los dedos que no responden. Mi caso es todav¨ªa m¨¢s acentuado que el de Edurne. Son nueve. Ella a¨²n puede recuperar las congelaciones que tiene porque le reaccionan los dedos. En cambio, a m¨ª no me reaccionan en absoluto. Hay unos dedos que se terminar¨¢n perdiendo totalmente.
E. P. Mis amputaciones ser¨¢n s¨®lo parciales. Nunca el dedo completo. Sobre todo, el primero y el segundo de los dos pies. En cuanto al dedo gordo, observo que vamos camino de tener que cortar. Pero veremos cu¨¢nto se corta al final.
J. O. El proceso m¨¦dico, ahora, es intentar ganar todo lo que se pueda de la lesi¨®n. Ser¨¢n 15 o 18 d¨ªas de tratamiento. Y llega un momento en que la congelaci¨®n se estabiliza. La zona afectada entra en necrosis, los dedos empiezan a pudrirse... Hay que esperar al menos 40 d¨ªas, que es cuando se puede ya amputar. En una semana nos dejar¨¢n ir a casa, donde deberemos seguir el tratamiento, y luego, en septiembre, volveremos para que nos corten. En mi caso deber¨¢n hacerme injertos de carne que me sacar¨¢n de las ingles.
EL PA?S. ?Qu¨¦ pas¨® en los ¨²ltimos 800 metros de la ascensi¨®n?
J. O. Antes del 26 de julio, el d¨ªa que llegamos a la cima, tuvimos 12 o 14 d¨ªas de mal tiempo seguidos. Todo el mundo en el campo base estaba nervioso y con el pensamiento de que el monte se nos escapaba. Hasta que el parte meteorol¨®gico nos indic¨® buen tiempo para los d¨ªas 23, 24, 25 y 26. El d¨ªa clave de esa ventana de buen tiempo era el 25. Hablamos con todas las expediciones y hab¨ªa una comercial, del suizo Kobler, que ten¨ªa cuatro sherpas. Hab¨ªa estado el pasado a?o en el K-2. No tuvo ¨¦xito y se le mat¨® un cliente en el Cuello de Botella [8.300 metros]. En este a?o del 50? aniversario de la conquista del K-2, quer¨ªa asegurar al ciento por ciento la monta?a porque llevaba 20 clientes. Nos dijo que no nos preocup¨¢ramos porque sus cuatro sherpas y tres balt¨ªs, gente muy fuerte, nos iban a instalar las cuerdas fijas por toda la arista de los Abruzzos. Pero el t¨ªo no se mov¨ªa del campo base. El viento soplaba fuerte en los 8.000 metros y a Kobler le pareci¨® que era demasiado. Total, no sali¨®. Nosotros, el equipo de Al filo de lo imposible, ten¨ªamos el billete de vuelta a Espa?a para el 6 de agosto. Era nuestra oportunidad. Y, como est¨¢bamos aburridos, lo intentamos con los italianos.
E. P. Los italianos ten¨ªan bastante claro que el 26 de julio har¨ªan cumbre. Lo ten¨ªan muy claro. Ellos, al festejar el 50? aniversario de la conquista de la monta?a y al ser un grupo de 20 alpinistas con un jefe que ordenaba los movimientos, no quer¨ªan fracasar. Todo lo contrario que nuestra expedici¨®n, un grupo de cinco amigos. Nos fuimos todos para arriba, para hacer cumbre el 25 o el 26. Y pasamos de Kobler. ?All¨¢ ¨¦l, pensamos, si cree que no era la ventana de buen tiempo!
J. O. Salimos diez italianos y los cinco de Al filo..., con Hassan, el balt¨ª de nuestro grupo, que quer¨ªa ser el primero de su etnia en subir al K-2. Para nosotros era un inconveniente que viniera ¨¦l como se demostr¨® despu¨¦s. Nos complic¨® un poco la ascensi¨®n.
E. P. Salimos del campo base el 22 de julio directos al campo 3, salvando un desnivel de 1.700 metros y con un marr¨®n de tiempo incre¨ªble.
J. O. Hac¨ªa un fr¨ªo de la hostia. Y, para sorpresa nuestra, el d¨ªa siguiente, el 23, el marr¨®n segu¨ªa. ?Qu¨¦ co?o! Era todav¨ªa peor. No pudimos subir al campo 3, a 7.300 metros, y nos quedamos un d¨ªa en el 2. Pero, por arte de magia, el 24 amaneci¨® un d¨ªa clar¨ªsimo. Un tiempo magn¨ªfico. No lo pod¨ªamos creer. Pens¨¢bamos en la retirada y pasamos a abrir huella arista arriba a por la cima.
E. P. Ese d¨ªa, el 24, subimos al campo 4. Perfecto. El tiempo, perfecto. Un poco de viento y fr¨ªo, pero unas condiciones muy buenas. El 25 era el d¨ªa clave. Nos pusimos de acuerdo los diez italianos y nosotros. Salimos a las dos de la madrugada del campo 4, a 7.800 metros, con 750 metros de cuerda, estacas, tornillos, de todo.
J. O. La primera condici¨®n que puse para salir era que todos juntos ten¨ªamos que abrir huella. Aunque tengo que decir que yo no abr¨ª ni un metro. ?Por qu¨¦? No pod¨ªa. Y Edurne abri¨® 34 metros.
E. P. ?Eh! ?Qu¨¦ dices? ?Qu¨¦ pasa? ?Que contaste los metros exactos?
J. O. Los que se llevaron todo el trabajo duro fueron Juan Vallejo, Silvio Mondinelli, otro italiano y Mikel Zabalza. El terreno que encontramos era diferente al que yo encontr¨¦ en 1994. Estaba muy cambiante. Las dos primeras horas de subida fueron bien, hasta que nos colocamos debajo del Cuello de Botella. Nieve profunda, un viento terrible y mucho fr¨ªo. Ah¨ª es cuando comenzamos a notar fr¨ªos los pies. Tuvimos la primera charla para tomar decisiones. Pero vimos a Silvio subiendo. ?Jo!, Se peg¨® una paliza tremenda, siempre con la cuerda puesta para fijar. Y nosotros, abajo, discutiendo si sub¨ªamos. Cinco italianos ya se hab¨ªan dado las vuelta. Y nosotros, discutiendo. Yo dije que para abajo y ni cristo me hizo caso.
E. P. Silvio estaba subiendo y el parte meteorol¨®gico nos dec¨ªa que hab¨ªa buen tiempo. No se trataba de abandonar tan pronto. Ya habr¨ªa tiempo para hacerlo.
J. O. ?sta lo que ten¨ªa en mente era subir al K-2 y le importaba dos cojones bajar.
E. P. Recordando, no me puedo creer que discuti¨¦ramos de esa manera tan apasionada a 8.000 metros, con el viento, el fr¨ªo y la nieve por encima de la rodilla, como si estuvi¨¦ramos tomando unos potes de vino en un bar.
J. O. Discut¨ª con Edurne en un par de ocasiones m¨¢s.
E. P. ?T¨² te crees que ¨¦ste se iba a dar la vuelta si yo no lo hac¨ªa? Ya se puede estar muriendo, que el t¨ªo no baja si yo no lo hago.
J. O. Total, tiramos para arriba con muchas dificultades y con la peor nieve que yo me he encontrado en mi vida en el Himalaya. Hasta llegar al segundo problema, a 8.300 metros. Hab¨ªa que hacer una traves¨ªa ascendente sobre hielo de unos 80 metros. Un terreno en el que, si se rompe la placa de hielo, el que va primero se mata seguro. Comenz¨® Silvio y yo ya dije que para tu culo, pirulo. Estaba clavado hasta que dije: 'Que suba el especialista, Mikel, la ara?a navarra'. Y Mikel se curr¨® el largo de hielo, meti¨® unas clavijas y la cuerda fija. Luego, Juan Vallejo se curr¨® la traves¨ªa final y... para la cumbre.
E. P. Era tarde, las tres y media de la tarde, pero, cuando ves la ¨²ltima pala hasta la cumbre, pues... tiras. Aunque dijimos que a las cuatro nos ¨ªbamos a dar la vuelta.
J. O. No, a las cinco. Y si apuramos tanto fue porque lo ten¨ªamos todo equipado.
EL PA?S. ?Eran conscientes de que ten¨ªan congelaciones?
E. P. No sent¨ªa los pies, pero en la cumbre no pensaba que me iba a encontrar con este panorama de congelaciones. No me daba cuenta. En la cumbre, Juanito estaba hecho polvo. Estaba tumbado y diciendo que no iba a poder bajar. Estaba mal. Los ojos los ten¨ªa muy rojos. Entre Silvio, Juan y Mikel lo bajaron hasta las cuerdas fijas. Pero, no s¨¦ c¨®mo, se perdi¨® y no encontr¨® el campo 4. Hasta que Ferran Latorre se fue a por ¨¦l y lo rescat¨®.
J. O. Ya intu¨ª que ten¨ªa un edema pulmonar por el dolor en el pecho, el jadeo constante, que no te entra ox¨ªgeno al pulm¨®n... Me pas¨® en el Everest (2001) y en el Kangchenjunga (1996). Me he dado cuenta por tercera vez de que algo ocurre en mi organismo a partir de los 8.400 metros. Por lo cabez¨®n que soy, me fui para la cumbre. Si me hubiera dado la vuelta en el K-2, probablemente estar¨ªa ahora peor por no haber hecho cumbre que por todas las congelaciones. Sin duda, cada vez me arriesgo m¨¢s. Tengo m¨¢s a?os y lo paso peor. Por eso intento rodearme de los mejores alpinistas. Yo no abr¨ª huella. Bastante huella abr¨ª en a?os anteriores. ?Ha merecido la pena ir al K-2? A m¨ª no me ha compensado. Creo que no merece la pena perder ni tan siquiera una u?a por subir a un ocho mil.
E. P. No merece la pena subir a una cima y perder un dedo. Pero el K-2 era muy especial para m¨ª. Lo he disfrutado mucho.
J. O. Una cosa m¨¢s tengo que decir. Me acuerdo mucho de Ferran Latorre, mi amigo de por vida. Lo que hizo se lo agradecer¨¦ siempre. Salir a buscarme, encontrarme, llevarme al campo 4, desnudarme y luego, entre todos, reanimarme. La acci¨®n de Latorre es lo m¨¢s importante de todo lo que me ha podido suceder. Sin ¨¦l, probablemente, no estar¨ªamos hablando ahora. Todo mi agradecimiento hacia su figura. Y le pido disculpas porque no pudo subir a la cumbre por ocuparse de m¨ª. Mi segunda cumbre del K-2 es tambi¨¦n suya. Porque Ferran se merece m¨¢s que yo este K-2. ?Joder! Pienso en ¨¦l y me emociono. ?Eres grande, Ferran!
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