Sencillez cotidiana
Son dos exposiciones fotogr¨¢ficas las que estos d¨ªas en Vitoria engrandecen el sencillo cotidiano. Una de ellas es una amplia cr¨®nica de la ciudad retratada en sus m¨¢s diversos aspectos por la firma Arque, el equipo formado por Federico Arocena (Vitoria, 1922) y Gregorio Querejazu (Vitoria, 1925-1986), entre 1965 y 1975. Es la segunda parte de una colecci¨®n de un legado de negativos depositado en el Archivo Municipal. Se puede ver en el Centro Cultural Montehermoso. Resulta entra?able recorrer aquellos a?os desde las c¨¢maras de estos dos reporteros que recuperan aspectos de indudable inter¨¦s para la historia local.
Son fotos sencillas para comportamientos poco extraordinarios. Retazos de la vida cotidiana en blanco y negro. Composiciones repletas de nostalgias que a modo de piezas de un puzzle terminan conformando un cuadro general del comportamiento ciudadano de aquella d¨¦cada. As¨ª entre las ciento setenta fotos expuestas encontramos aspectos de un concurso agr¨ªcola en la Plaza de Espa?a, conciertos de la banda municipal, los bailes de gala en las pe?as vitorianas, bodas, cazadores, toros y gentes por las calles. Resulta divertido el Primer Criterium Europeo de Burros celebrado el Llodio aunque tampoco pierden inter¨¦s la furgoneta publicitaria con el tubo de crema de afeitar La estrella de Alava, el min¨²sculo Gogomobil o el Festival Vasco celebrado en la cueva Mairuelegorreta donde el servicio de orden corr¨ªa por cuenta de la Guardia Civil. En definitiva, un trabajo culminado por un montaje audiovisual que a?ade m¨¢s atractivo a una muestra digna de ser felicitada en quienes la han llevado adelante.
La segunda exposici¨®n fotogr¨¢fica, El capricho de lo cotidiano, se encuentra en la casa de cultura Ignacio Aldecoa, en un lateral del parque de La Florida. All¨ª, dos j¨®venes visitantes comentaban entre si como algunos detalles de la misma. Resaltaban como las im¨¢genes les tra¨ªan a la memoria rincones de la casa de sus abuelos. Efectivamente, las fotos que presenta Paco Valverde (Ja¨¦n, 1964) tienen un sello del pasado capaz de remover numerosos recuerdos.
Este autor, salido de la Escuela de Artes y oficios de Orihuela, se ha detenido en captar el color y la esencia de los rincones de una vivienda. Ha evitado la figura humana, pero el tipo de piezas que ocupan estos escenarios definen a sus posibles moradores. Los trapos de cocina, las colchas de las camas, el empapelado de las paredes, los cuadros colgados en un dormitorio, la ubicaci¨®n del televisor o la del frigor¨ªfico nos traen el calor de quienes lo habitan, adem¨¢s hacen presente el pasado y nos alejan sibilinamente de las modas para el hogar que pregonan las revistas del g¨¦nero.
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