Las noches se visten de jazz en las calles y plazas de Siena
Un homenaje al legendario Count Basie en el centenario de su nacimiento fue el cierre elegido el pasado s¨¢bado para el Siena Jazz, un festival que desde 1978 convoca durante 15 d¨ªas a estudiosos, m¨ªsticos y amantes de "la m¨²sica cl¨¢sica del siglo XX".
Situada en el epicentro de la campi?a toscana, la ciudad de Siena revive a cada paso su herencia monumental medieval y renacentista. Durante el verano, la hist¨®rica villa de los Salimbeni, fundadores de la banca moderna, revive de su letargo invernal para acoger a las hordas tur¨ªsticas y celebrar los dos grandes acontecimientos de la temporada estival: el Palio, la carrera ecuestre de fama mundial originada entre los siglos XII o XIII, y la gran fiesta de la m¨²sica, el Siena Jazz, cuya celebraci¨®n ocupa los d¨ªas intermedios entre el primer -2 de julio- y el segundo Palio -16 de agosto-.
A lo largo de 15 d¨ªas, la llamada "m¨²sica cl¨¢sica del siglo XX" toma las calles y plazas de la ciudad, incluyendo los dos grupos arquitect¨®nicos emblem¨¢ticos de la misma, la plaza del Campo, escenario del Palio y del concierto inaugural de Siena Jazz, y el Duomo, la imponente catedral de caracter¨ªstico tono blanco y verduzco uno de cuyos lienzos sirvi¨® de tel¨®n para la gran sesi¨®n de clausura, celebrada este fin de semana.
Cada m¨²sico cont¨® con su propio grupo de 'tifosi', que hizo lo posible por subrayar sus gestos y, de paso, acallar al de al lado
La jornada const¨® de un doble concierto en homenaje al pianista y director de orquesta Count Basie, de cuyo nacimiento se cumple el centenario. El acto, gratuito, como todos los restantes, convoc¨® a una multitud tanto delante como sobre el escenario, con dos formaciones de proporciones nada corrientes dispuestas sobre el mismo: la heterog¨¦nea Orchestra Laboratorio, dirigida por el saxofonista Mario Raja, con coro, secci¨®n de cuerdas, big band de jazz y dos instrumentos tan poco habituales al jazz como son el acorde¨®n y el arpa, y la bastante m¨¢s ortodoxa big band de Giancarlo Gazzani. Con la m¨²sica directa y contagiosa de Basie por bandera, la ciudad dijo adi¨®s a 15 d¨ªas de m¨²sica.
Cuentan sus responsables que el Siena Jazz naci¨® en el a?o 1978 del deseo de adentrarse en los secretos del g¨¦nero, por aquel entonces apenas provisto de instituciones docentes. Lo que empez¨® con un elenco de media docena de profesores recogidos al vuelo y no m¨¢s de 30 alumnos, ha terminado en un acontecimiento sin parang¨®n, el m¨¢s importante de cuantos se celebran en Europa, que ha reunido este a?o a 200 estudiantes venidos de toda Europa, Jap¨®n y Estados Unidos, incluyendo un jovenc¨ªsimo pianista florentino de s¨®lo 12 a?os.
Siena Jazz no s¨®lo proporciona al interesado la posibilidad de sumergirse en los recovecos te¨®ricos de esta m¨²sica a trav¨¦s del aprendizaje, sino que se extiende a lo largo de una extensa red de conciertos en los cuales el alumno pone en pr¨¢ctica lo aprendido ante un p¨²blico numeroso y apasionado; bien entendido que, en sus apariciones p¨²blicas, es guiado con mano experta por miembros del cuadro docente. Las sesiones tienen lugar todas las noches en el local de alguna de las contradas, la peculiar instituci¨®n que define el esp¨ªritu independiente de los habitantes de la ciudad. Similares a nuestras cofrad¨ªas, las contradas compiten en el Palio por hacerse con el preciado estandarte y gestionan la zona o barrio bajo su administraci¨®n. La pasi¨®n con que los sieneses viven cuanto se refiere a su contrada es similar al entusiamo que despierta entre ellos el jazz. Es as¨ª que, desde los inicios de Siena Jazz, los contradoli han abierto sus centros sociales y jardines al g¨¦nero, que se ha incorporado al calendario festivo de la ciudad.Antiguas cavas de origen medieval y sus espacios adyacentes abiertos al cielo estrellado constituyen el escenario con el que cualquiera puede so?ar para escuchar m¨²sica de jazz. No le faltar¨¢ el vaso de vino, tampoco el cuenco rebosante de pici, la pasta local que la organizaci¨®n de cada contrada se encarga de repartir entre la concurrencia en raciones generosas.
El espect¨¢culo de escuchar jazz en una contrada es de los que no se olvidan. La noche en que, por ejemplo, una representaci¨®n de Siena Jazz visit¨® la contrada de Valdimontone o del Carnero, el p¨²blico se hallaba repartido sobre el c¨¦sped, en grupos, y a lo largo de las mesas y sillas instaladas sobre el mismo, en lo que m¨¢s se asemejaba a un festejo de bodas que a un festival de jazz. Las agrupaciones musicales de todo orden y condici¨®n se sucedieron por riguroso turno, altern¨¢ndose los maestros del g¨¦nero de prestigio internacional, como el trompetista Enrico Rava, uno de los pioneros del free jazz, o el pianista Franco d'Andrea, con los reci¨¦n llegados en lo que, acaso, fuera su primera experiencia cara al p¨²blico. Cada m¨²sico cont¨® con su propio grupo de tifosi, que hizo lo posible por subrayar ruidosamente sus gestos y, de paso, acallar al de al lado.
Junto a todo lo dicho, existe "otro" Siena Jazz de car¨¢cter itinerante, cuyo espacio son los pueblos y centros tur¨ªsticos vecinos a la villa, algunos tan dignos de ser visitados, con o sin jazz, como el balneario de Bagno Vignoni, en San Quirico d'Orcia, singular conjunto arquitect¨®nico erigido en torno a una inmensa pileta rectangular de aguas termales levantada en tiempos de la Roma imperial. ?ste fue el marco para la presentaci¨®n del extraordinario pianista Stefano Battaglia, joven talento del jazz italiano, a un paso de convertirse en un m¨²sico de referencia en toda Europa.
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