Gigante y extra?o
A LUIS Garc¨ªa Montero podr¨ªan aplic¨¢rsele los versos de ?ngel Gonz¨¢lez que ¨¦l mismo suele leer a sus alumnos: acusado de realista por los cr¨ªticos literarios, sus parientes mantienen la opini¨®n contraria. Garc¨ªa Montero es catedr¨¢tico de literatura en Granada, vive en la calle de Larra de Madrid y en su libro El jard¨ªn extranjero puede leerse el poema 'A Federico, con unas violetas'. Cosa de ficci¨®n parece. Con los pies en la tierra, no obstante, el autor de t¨ªtulos ya cl¨¢sicos como Habitaciones separadas (Premio Loewe y Premio Nacional), Completamente viernes o La intimidad de la serpiente ha conseguido salir de la reserva india, por usar sus palabras, a la que parece reducida hoy la poes¨ªa. Ha conseguido llegar a los lectores y esto es algo que el resto de los pieles rojas no suelen perdonarle. De ah¨ª han nacido los t¨®picos que le atribuyen el pecado del impuro realismo. "Ser¨¢ que tienen alma", dice ¨¦l de los poetas puros en un poema en el que tambi¨¦n dice conformarse con tener amor y con tener conciencia. Por otro lado, Garc¨ªa Montero es uno de los escritores espa?oles que m¨¢s han reflexionado ¨²ltimamente sobre su oficio. Ah¨ª quedan ensayos como Poes¨ªa cuartel de invierno (Seix Barral) o El sexto d¨ªa (Debate). Y ah¨ª queda tambi¨¦n Gigante y extra?o (Tusquets), una edici¨®n de las Rimas de B¨¦cquer en la que reivindica al sevillano como fundador de la poes¨ªa moderna en lengua espa?ola. "Con ¨¦l", dice, "ha pasado una cosa rara. Por un lado, hay una idea social de que es un poeta blando para se?oritas afectadas de mal de amores. Y por otro, poetas como Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Antonio Machado, Alberti o Cernuda lo consideraban el padre de la poes¨ªa contempor¨¢nea. Creo que en este caso los poetas tienen raz¨®n. El protagonista de las Rimas no es nada cursi. B¨¦cquer hizo en nuestra literatura un papel muy parecido al que Baudelaire hizo en la literatura francesa. Fue un periodista que hizo cr¨®nicas en El Contempor¨¢neo y que pase¨® por la ciudad en un momento de absoluta transformaci¨®n. A veces se cree que la poes¨ªa urbana es la que tiene una decoraci¨®n urbana, taxis y rascacielos, pero es algo mucho m¨¢s decisivo. Lo que Baudelaire o B¨¦cquer aprendieron en la ciudad es que no existen los valores estables y que, por tanto, cualquier pensamiento dogm¨¢tico es un pensamiento rid¨ªculo. Quien ha viso que una ciudad se hace y se deshace en dos d¨ªas comprende que la existencia dialoga con la fugacidad. Y esa falta de valores estables tiene, claro, una decisiva influencia sentimental y pol¨ªtica. Machado dice en el Juan de Mairena que B¨¦cquer es el poeta del s¨ª pero no: volver¨¢n las oscuras golondrinas, pero no volver¨¢n. Los contrarios viven en la realidad. Cuando B¨¦cquer est¨¢ en una org¨ªa siente nostalgia de la pureza. Y cuando est¨¢ en la pureza tiene nostalgia de una plasmaci¨®n carnal de la realidad. Ese pensamiento ir¨®nico es el que introdujo en toda la poes¨ªa hisp¨¢nica, porque influy¨® en fundadores del modernismo como Rub¨¦n Dar¨ªo o Jos¨¦ Mart¨ª. Y todo con naturalidad, huyendo de la grandilocuencia rom¨¢ntica. ?sa es la dif¨ªcil sencillez de la Rimas, una sensaci¨®n como de escena cotidiana".
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