La ¨²ltima huida, en moto
El rocambolesco episodio conmociona al pa¨ªs anfitri¨®n
Un drama, la peor de las tragedias en estos d¨ªas ol¨ªmpicos, sacude a Grecia. El mismo d¨ªa en que Atenas inauguraba sus segundos Juegos modernos, a los griegos se les encog¨ªa el coraz¨®n. Sus dos grandes esperanzas de medalla, sus estrellas m¨¢s brillantes, se esfumaban, de la forma m¨¢s rocambolesca, de la gran celebraci¨®n. Kostas Kenteris y Ekaterini Thanou, los dos dioses del atletismo heleno, se han precipitado del Olimpo y dif¨ªcilmente estar¨¢n en sus Juegos. Adi¨®s al sue?o de presenciar la entrada de Kenteris en el estadio Ol¨ªmpico como flamante portador del ¨²ltimo relevo del fuego sagrado. Justo en el momento que deb¨ªa aparecer, el campe¨®n ol¨ªmpico de los 200 metros lloraba sus penas, junto a Thanou, en un hospital de Atenas. A la espera de que el COI resuelva sobre su participaci¨®n, los dos est¨¢n hospitalizados y, sea cual sea el resultado de sus lesiones, el da?o es ya irreparable.
Las eternas sospechas de dopaje que persigue desde hace a?os a los dos campeones griegos les han ca¨ªdo encima en el momento m¨¢s inesperado. Cuando ambos se preparaban para firmar una nueva haza?a ante los ojos de su pa¨ªs, el COI les depar¨® la peor de las sorpresas. Los busc¨® en la Villa Ol¨ªmpica para un control antidopaje y, una vez m¨¢s, no los encontr¨®. El comit¨¦ ol¨ªmpico griego les excus¨® alegando que estaban en la ciudad para recoger algunas pertenencias. Y el COI les dio un plazo de una hora y cuarto para que pasaran el control. Pero ni rastro de ellos.
Lo que sucedi¨® despu¨¦s es una historia con demasiadas sombras, interrogantes y sospechas. De acuerdo con la versi¨®n de su entrenador, el pol¨¦mico y no menos sospechoso Christos Tzekos, sus dos pupilos se dirig¨ªan en moto hacia la Villa Ol¨ªmpica cuando Kenteris perdi¨® el control y ambos se fueron al suelo. Siempre seg¨²n Tzekos, un conductor que pasaba por all¨ª los traslad¨® al Kat, donde se les diagnosticaron lesiones aparentemente sin importancia.
Aparte de Tzekos, el ministro de Sanidad y miembros del comit¨¦ ol¨ªmpico griego, nadie ha podido ver a los campeones heridos. El acceso al Kat ha sido restringido. Y no s¨®lo eso. La polic¨ªa griega no cuenta con ning¨²n testigo del accidente ni ha podido tomar declaraci¨®n a los dos atletas. La moto, propiedad del t¨¦cnico, parece haber sido localizada con algunos ara?azos y un piloto roto despu¨¦s de que ¨¦ste declarase que ¨¦l mismo la hab¨ªa recogido de la calzada -Kenteris y Thanou sal¨ªan de su casa-, pero que no recordaba d¨®nde la hab¨ªa dejado. En el supuesto lugar del accidente no existen rastros y nada se sabe del coche ni del conductor que los traslad¨® al hospital.
Demasiadas sombras en un asunto que ha irritado al Gobierno de Karamanliis -ha pedido que se abra una investigaci¨®n- y que ha acabado con buena parte de los griegos sinti¨¦ndose objeto de una persecuci¨®n y con unos pocos admitiendo que la historia de ayer se ve¨ªa venir.
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