Kenteris desaf¨ªa a Rogge
El presidente ol¨ªmpico, obligado a decidir entre la componenda pol¨ªtica y la futura salud del deporte
La raz¨®n que convierte a un gran campe¨®n en un h¨¦roe mundial es la excepcionalidad de su talento para el deporte. Los aficionados desean asombrarse con las haza?as de atletas que nada tienen en com¨²n con los humanos. ?Qui¨¦n es capaz de correr 200 metros en 19 segundos? Unos pocos privilegiados, dotados de fibras magn¨ªficas, potencia extraordinaria, voluntad extrema. Ni a¨²n as¨ª esas cualidades les aseguran la singularidad que adorna a los atletas que baten r¨¦cords mundiales o ganan finales ol¨ªmpicas. Esa gente pertenece a una rara especie que los aficionados desean observar con curiosidad de entom¨®logos. A cambio de ofrecer su talento atl¨¦tico en las pistas, los grandes campeones reciben cuantiosas cantidades de dinero. En eso consiste el deporte profesional hoy en d¨ªa. En el atletismo est¨¢ relaci¨®n entre el dinero, las marcas y las estrellas se establece fundamentalmente en los meses de verano. As¨ª es como todo el mundo ha conocido a Sebasti¨¢n Coe, Carl Lewis, Maurice Greene, Hicham El Guerruj o Haile Gebreselasie. Son actores constantes de la funci¨®n veraniega del atletismo. Konstantinos Kenteris deber¨ªa pertenecer a esta estirpe. Es campe¨®n ol¨ªmpico, mundial y europeo, un caso extra?o de velocista de raza blanca capaz de imponerse a los grandes especialistas caribe?os y norteamericanos. Eso es dinero, mucho dinero. Pero a Kenteris no hay quien le vea. Este a?o s¨®lo ha aparecido 30 segundos por las pistas de Europa. Es el tiempo que tard¨® en ganar los 100 y los 200 en la Eurocopa de naciones que se disput¨® en Polonia. Luego gan¨® los 200 metros de la reuni¨®n de Atenas y se acab¨®.
El campe¨®n ol¨ªmpico y mundial s¨®lo ha estado este a?o 30 segundos en las pistas europeas
Es muy dif¨ªcil ver a Kenteris en las pistas. Y tambi¨¦n fuera de ellas. Viaja mucho. Unas veces se le ve en Tenerife, otras en M¨¦xico, dicen que en Chicago se le ha visto y tambi¨¦n en Qatar, en plena Guerra del Golfo. Ese d¨ªa ten¨ªa que estar en Grecia para someterse a un control antidopaje, pero apareci¨® en un hotel en Qatar. Otro d¨ªa estaba anunciado en una competici¨®n en Atenas, pero desapareci¨® horas antes. Pasaron los funcionarios antidopaje y no le encontraron. Tampoco le encontraron el jueves en la Villa Ol¨ªmpica. El Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional orden¨® un control por sorpresa y los agentes del COI no encontraron a Kenteris, lo que no es sorpresa. Tampoco encontraron a Ekaterina Thanou, subcampeona ol¨ªmpica de 100 metros y tan al¨¦rgica como Kenteris a aparecer en las pistas. Los funcionarios del COI esperaron en la Villa Ol¨ªmpica, pero Kenteris y Thanou no aparecieron, circunstancia gravemente penalizada en la nueva reglamentaci¨®n antidopaje. Significa nada menos que la expulsi¨®n de la Villa y de los Juegos. Horas despu¨¦s, en medio de un avispero de rumores, llegaron las primeras noticias de los dos atletas griegos: hab¨ªan sufrido un accidente de motocicleta y estaban heridos en un hospital de Atenas. Nada grave, seg¨²n el parte m¨¦dico. Rasgu?os y contusiones. 72 horas bajo vigilancia m¨¦dica. Ninguna fotograf¨ªa de ellos, ninguna evidencia del accidente, ninguna declaraci¨®n p¨²blica de los atletas.
No parece muy normal que dos atletas en busca del t¨ªtulo ol¨ªmpico en su pa¨ªs se jueguen el f¨ªsico en una motocicleta. No lo permiten ni el sentido com¨²n, ni los entrenadores, ni las compa?¨ªas de seguros. Un atleta como Kenteris es como un cristal precioso. Se le cuida como a un jarr¨®n de porcelana. Ese misterioso viaje en motocicleta con Thanou por las calles de Atenas levanta todo tipo de sospechas. Todo el entorno de los dos velocistas griegos est¨¢ cuestionado desde hace a?os. Con 26 a?os, Kenteris era un atleta de tercera fila que a duras penas bajaba de 47 segundos en los 400 metros. A esa edad se puso a las ¨®rdenes de un nuevo entrenador, Cristos Tzekos, antiguo fisioterapeuta del equipo de f¨²tbol AEK de Atenas, donde su nombre se asocia a un esc¨¢ndalo de dopaje denunciado por el jugador Vassilis Lakis, que le acus¨® de suministrar un cocktail de drogas a varios futbolistas. Dos de esos futbolistas dieron positivo en un control realizado en 2001. Cuatro a?os antes, Tzekos fue suspendido por la Federaci¨®n Internacional de Atletismo tras ser declarado culpable de manipular un control antidopaje en Dortmund. Tres de sus atletas salieron pies en polvorosa y se escaparon del control. Con estos precedentes, Kenteris y Thanou fueron abucheados en los Campeonatos de Europa que se disputaron en Munich hace dos a?os. No se inmutaron. Kenteris gan¨® con un registro impresionante: 19,86 segundos. Luego desapareci¨®.
Hay tantas dudas sobre la veracidad del accidente que se aguarda con ansiedad el veredicto del COI sobre un caso que definir¨¢ la credibilidad del m¨¢ximo organismo del deporte mundial. A su presidente, Jacques Rogge, le toca decidir entre la componenda pol¨ªtica y la futura salud del deporte, cada vez m¨¢s desprestigiado por los continuos esc¨¢ndalos de dopaje. Rogge ha proclamado su voluntad de arremeter contra una plaga insoportable. Ha convertido su lucha en la prioridad de su actuaci¨®n al frente del COI. Su mensaje ha sido recibido con satisfacci¨®n y esperanza en medio de la profunda crisis que atraviesa el deporte. Cualquier paso atr¨¢s, o renuncia, o enjuague, ser¨ªa un disparo al coraz¨®n del movimiento ol¨ªmpico y, por extensi¨®n, al deporte en general. No hay duda de las presiones que recibir¨¢ Rogge. Es muy duro privar a Grecia de su atleta m¨¢s querido, el hombre destinado a encender la llama ol¨ªmpica antes de subirse a la motocicleta fantasma. En unos Juegos donde faltan por vender m¨¢s de la mitad de las entradas y donde los problemas se multiplican por varios lados, lo ¨²ltimo que desea el COI es el rechazo y los ataques de los griegos. Pero, por encima, de ese temor hay un desaf¨ªo imponente: limpiar de suciedad el patio del deporte. A eso se ha comprometido Rogge. Su decisi¨®n en el caso Kenteris determinar¨¢ su cr¨¦dito como dirigente. Si cumple sus promesas, se convertir¨¢ en el l¨ªder incuestionable del deporte. Si acepta el chalaneo, el dopaje habr¨¢ ganado definitivamente la batalla.
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