Una magn¨ªfica relectura de Esquilo
Ultimo montaje teatral del Grec, que no del F¨®rum, y el m¨¢s sobresaliente que este verano hemos podido ver en el anfiteatro que da nombre al festival de verano barcelon¨¦s. Si ¨¦ste empez¨® muy bien con Santa Joana dels escorxadors, de ?lex Rigola, con La Orestiada, de Mario Gas, acaba mejor. Las tres piezas encadenadas, que Esquilo escribi¨® hace unos 2.500 a?os, en esta magn¨ªfica relectura del poeta llegan hasta el d¨ªa de hoy con la autoridad de los cl¨¢sicos y la fuerza a?adida que el trasfondo pol¨ªtico contempor¨¢neo le otorga. Porque La Orestiada no tuvo, a tenor de las masacres y de las guerras que a diario protagonizan la informaci¨®n pol¨ªtica, el happy end que Esquilo nos describe. La nueva ordenaci¨®n del cosmos que establece la diosa Atenea en Las Eum¨¦nides, la pieza final, con la intenci¨®n de poner fin a la din¨¢mica basada en la ley del Tali¨®n que justificaba una venganza tras otra, sigue siendo una utop¨ªa. La sangre sigue exigiendo nueva sangre. Mario Gas propone un final que vuelve al principio y el montaje acaba con el vig¨ªa que abre el pr¨®logo de Agamen¨®n, la primera pieza, de nuevo en la azotea de palacio, pero esta vez con los ojos tapados y pidiendo a gritos una se?al mientras suena el One more kiss, dear de la banda sonora de Blade runner. Brillante.
La larga trilog¨ªa cl¨¢sica ha sido acertadamente recortada y adaptada en una espl¨¦ndida versi¨®n de apenas dos horas
La larga trilog¨ªa de Esquilo ha sido acertadamente recortada -el montaje dura apenas dos horas- y adaptada por Carlos Tr¨ªas en una espl¨¦ndida versi¨®n que suena muy bien, tremendamente clara y accesible, con toda la fuerza dram¨¢tica del cl¨¢sico. Si en Agamen¨®n y Las Co¨¦foras se mantienen la acci¨®n y los di¨¢logos de los personajes, Las Eum¨¦nides nos llega en forma de prosa narrada por el propio Gas, que pone la guinda al espect¨¢culo. Con este recurso, no s¨®lo se abrevia el montaje, sino que sobre todo se consigue resaltar los elementos m¨¢s contempor¨¢neos del enfrentamiento entre las divinidades en justo detrimento del machismo soterrado que, en boca de Apolo o de la misma Atenea, inunda la pieza. Y es que todos tienen sus razones para argumentar los asesinatos que cometen, pero parece que, seg¨²n Esquilo, el matricidio de Orestes es m¨¢s l¨ªcito que el regicidio de Clitemnestra y puede que por eso este personaje tenga que desdoblarse en dos para llevar a cabo sus acciones.
La distribuci¨®n de los personajes, el desdoblamiento de algunos y el reparto del coro entre todos ellos es otro de los aciertos de esta Orestiada. Destaca la Clitemnestra que componen Vicky Pe?a y Gloria Mu?oz, a cuatro brazos, como una diosa hind¨² en su primera aparici¨®n a trav¨¦s de la gran puerta que domina el escenario. La puerta del poder y de la muerte, cuyo fondo se ti?e de p¨²rpura, como la alfombra que Clitemnestra ofrece a su marido, cuando invita a ser traspasada, y de rojo cuando tras ella brota la sangre. Fant¨¢stico juego de luces y contraluces que convierten a esta madre vengativa primero en puro m¨¢rmol y, en la segunda pieza, en una sombr¨ªa ave de rapi?a bic¨¦fala. Destacan tambi¨¦n el cercano Orestes de Jordi Boixaderas, el poderoso Agamen¨®n de Constantino Romero, la delicada Casandra que reparte su prof¨¦tico poder entre Anabel Moreno y Maruchi Le¨®n, como destacan todos ellos en el homog¨¦neo coro que componen y que va dando vueltas alrededor del c¨ªrculo en el que, como en el ruedo de una plaza de toros, se da la acci¨®n.Sangre y arena. Y una inquietante atm¨®sfera que llena el anfiteatro de angustia e intriga, por los quejidos y lamentos con los que empieza el montaje, gemidos que el coro emite y repite, como si las Erinias siguieran sueltas, y que la estupenda banda sonora, a cargo de los j¨®venes Roc Mateu y Orestes Gas, subraya. Un gran colof¨®n para este singular festival Grec. ?Gracias, maestro!
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