Atenea
Como la vida misma. Lo verdaderamente interesante siempre ocurre detr¨¢s del escenario. Y el viernes ya sab¨ªamos que detr¨¢s de la fanfarria y de los fuegos artificiales en la apertura de los Juegos de Atenas se estaba desarrollando una intrincada novela de intriga, de ¨¦sas que nos gusta leer en la playa y cuyo esbozo ya ha trazado la BBC en un documental. Por un momento, la imagen se congel¨® en nuestra mente y todo adquiri¨® un tinte sospechoso que traspasaba la pantalla. Para qu¨¦ darle m¨¢s vueltas, vivimos en la cultura de la sospecha y ya no creemos casi nada de lo que vemos. Es m¨¢s, ya no pedimos creer, sino sorprendernos. Pero, a estas alturas, es muy dif¨ªcil que algo que salga por televisi¨®n sorprenda y la ceremonia de Atenas estaba pensada para ser vista por televisi¨®n, o sea para competir con esos mensajes publicitarios en que un coche se transforma en una zapatilla de deporte. Como se comprender¨¢, ni siquiera un lago en medio de un estadio puede competir con eso. Aunque, en el fondo, ¨¦ste era el empe?o: comprimir a Grecia en un anuncio.
Pues bien, el empe?o me tuvo clavada al sill¨®n durante varias horas no tanto por lo que vi como por lo que no ve¨ªa. Todo el tiempo estuve esperando que de las profundidades de alguna parte del escenario surgiera Atenea, una divinidad con uno de los curr¨ªculos m¨¢s amplios de todo el Olimpo. Me hac¨ªa ilusi¨®n porque soy fan suya. No hay otra tan carism¨¢tica como ella, original y visualmente tan deslumbrante. Es temible y dulce, masculina y femenina al mismo tiempo seg¨²n el imaginario colectivo, al que siempre le ha atra¨ªdo la ambig¨¹edad. Naci¨® de la cabeza de su padre, Zeus, lanzando un grito de guerra y blandiendo una jabalina, perfectamente vestida y con armas doradas y brillantes. Fidias la esculpi¨® con una larga t¨²nica y el pecho protegido con una ¨¦gida en cuyo centro destacaba la cabeza de la Gorgona. Tambi¨¦n llevaba casco, una lanza en la mano izquierda y en la derecha una Victoria. A sus pies, una serpiente y un escudo. Francamente, donde est¨¦ el uniforme de Atenea que se quiten el de Superman o el de Batman. No s¨¦ c¨®mo el cine no se ha fijado m¨¢s en ella. Hizo cosas incre¨ªbles y, a pesar de mantenerse virgen, tuvo un hijo de una forma bastante curiosa, de ¨¦sas que suceden en la oscuridad de los portales, al intentar ser forzada por otra divinidad, porque si algo ten¨ªan los dioses griegos es que eran tan corruptos y arbitrarios como los miembros del COI, pero a lo grande, desde el cielo.
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