Los tobillos frenan a Medina
Fernando Medina cay¨® en el primer combate. La participaci¨®n del ¨²nico espadach¨ªn espa?ol se limit¨® a un minuto ag¨®nico contra el alem¨¢n nacionalizado tailand¨¦s Wiradech Kothny. Aunque Medina comenz¨® tocando el primero, Kothny reaccion¨® con virulencia y se puso tres toques contra uno. Medina le sigui¨® de cerca. Pero si el duelo pudo tener un punto de inflexi¨®n fue en el pen¨²ltimo asalto. A falta de dos toques, Medina empat¨® a 13. Todo deb¨ªa resolverse en diez segundos. Fue uno de esos momentos que hacen de la esgrima un deporte especial. En ninguna otra disciplina se activan tantos miedos at¨¢vicos sin causa aparente. Los sables son ligeros como el aluminio, inocuos, con la punta mocha. Pero los duelistas se consumen en su sudor. Se agobian. Gritan, a¨²llan. En ese clima se celebr¨® el pen¨²ltimo asalto. El tirador que ganase habr¨ªa comido la moral a su adversario. Y gan¨® Kothny.
Medina entr¨® al recinto del complejo de Helliniko embutido en el traje plateado y con la expresi¨®n introvertida de quien lucha contra la acumulaci¨®n de problemas. Su rival, Kothny, parec¨ªa mucho m¨¢s alto, tranquilo y relajado, mitad monje budista, mitad caballero prusiano. La historia en la Copa del Mundo los emparejaba, pero Kothny contaba con una medalla de bronce en Sidney. El historial le respaldaba.
Desde el arranque, el sablista mestizo se movi¨® como un gato obligando a Medina a hacer malabarismos para parar las arremetidas sin salirse de la pista, un rect¨¢ngulo de 18 por 1,80 metros. "Esta temporada me han operado tres veces los tobillos y...", se excus¨® Medina, al salir del vestuario; "la esgrima de Kothny es muy f¨ªsica. Se notaba que a m¨ª me faltaba ritmo de competici¨®n y ¨¦l aprovech¨® sus cualidades f¨ªsicas".
En el pen¨²ltimo asalto el combate estaba empatado. El que se adelantase quedar¨ªa a un toque de la victoria. A Kothny s¨®lo le falt¨® silbar antes de ponerse en guardia, tan seguro como se mostraba: atac¨® dando un paso con la pierna derecha, lanz¨¢ndose al abordaje de su rival. Se tir¨® a fondo y fall¨®. Medina, que se dej¨® llevar por su impulso ofensivo sin estar f¨ªsicamente a punto, lo recordaba al salir de la ducha: "?l me ataca sin obtener resultado y deja el cuerpo adelante. Entonces, yo aprovecho para responder y echo el tronco hacia ¨¦l. Pero mi sable no lo toca. Y estoy vendido", en tierra de nadie, a merced del acero de Kothny.
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