Juan Pablo II reivindica los ideales de la Revoluci¨®n Francesa en su visita a Lourdes
"Comparto vuestro sufrimiento", dijo el Papa con visibles muestras de Parkinson
Juan Pablo II afirm¨® ayer que la Iglesia cat¨®lica aspiraba a construir un mundo basado en "los grandes ideales de libertad, igualdad y fraternidad". La frase fue pronunciada ante el presidente de Francia, Jacques Chirac, que recibi¨® al Pont¨ªfice en el aeropuerto de Tarbes, cerca de Lourdes. Chirac y el Papa reavivaron el debate sobre la falta de referencias a la cristiandad en la Constituci¨®n europea, un tema en el que Francia se opuso a incluir la menci¨®n. Pero ambos coincidieron en su rechazo a la guerra de Irak.
Juan Pablo or¨® ante la Virgen de Lourdes por la paz en Irak, en Israel y en Sud¨¢n. El Papa viajaba a Lourdes, uno de los grandes santuarios de la cristiandad, para ser un enfermo m¨¢s entre los millones de enfermos que acuden cada a?o a la peque?a gruta donde, en 1858, la Virgen se apareci¨® a la joven Bernadette Soubirous. Buscan una curaci¨®n milagrosa, como las 57 que el Vaticano ha reconocido oficialmente, o la paz del esp¨ªritu que les permita sobrellevar la dolencia. Karol Wojtyla se aloj¨® con casi un millar de ellos en el hospital-residencia Notre-Dame y asisti¨® por la noche, desde un balc¨®n, a la tradicional y multitudinaria procesi¨®n con velas y antorchas.
El Parkinson del Pont¨ªfice fue ayer m¨¢s perceptible que en otras jornadas. Ante Chirac pudo hablar, pero con grandes dificultades. Una vez llegado a la gruta de la Virgen, rodeado de miles de peregrinos, quiso arrodillarse y estuvo a punto de caer. Tuvieron que sujetarle por los hombros y sentarle de nuevo en su poltrona, y fue el cardenal Roger Echegaray quien asumi¨® la lectura de las palabras preparadas por el Pont¨ªfice: "Comparto con vosotros una ¨¦poca de la vida marcada por el sufrimiento f¨ªsico, pero no por ello menos fecunda en el designio maravilloso de Dios".
Antes de unirse a los otros peregrinos y enfermos en un ejercicio de solidaridad en el dolor, el encuentro con Chirac hab¨ªa ofrecido ocasi¨®n de hablar de pol¨ªtica. El presidente de Francia hizo una referencia a la guerra de Irak y una cr¨ªtica a Estados Unidos al hablar de la conjunci¨®n de su pa¨ªs y la Santa Sede en el "combate por la paz, para que las relaciones entre Estados se sometan a la ley y sean recusadas las pol¨ªticas de hechos consumados". Juan Pablo II, a su vez, hizo referencia a las profundas ra¨ªces cristianas de Francia, como pr¨®logo a la queja que, seg¨²n fuentes vaticanas, expres¨® en la posterior conversaci¨®n privada por la omisi¨®n del cristianismo en la Constituci¨®n europea. Y pronunci¨® una solemne adhesi¨®n a "los grandes ideales de libertad, igualdad y fraternidad", que deber¨ªan constituir, dijo, "la base de la convivencia".
La invocaci¨®n al lema de la Revoluci¨®n Francesa fue, tal vez, un modo de distinguirse de su antecesor P¨ªo IX, muy semejante a Juan Pablo II en el misticismo y la devoci¨®n mariana, pero muy distinto en el talento pol¨ªtico. Fue P¨ªo IX quien, en 1854, estableci¨® el dogma de la Inmaculada Concepci¨®n de Mar¨ªa, es decir, de su carencia de pecado original contra la doctrina de uno de los pilares de la teolog¨ªa cristiana, santo Tom¨¢s de Aquino, y de otros te¨®logos. La aparici¨®n de la Virgen en Lourdes cuatro a?os despu¨¦s y la forma de presentarse a la peque?a Bernadette, con las palabras "soy la Inmaculada Concepci¨®n", fueron consideradas en el Vaticano una confirmaci¨®n de la justeza del dogma.
Juan Pablo II, tan mariano como P¨ªo IX, piensa sin embargo de modo muy distinto. P¨ªo IX era un reaccionario, enemigo de la democracia y permanec¨ªa, en muchos sentidos, anclado en la era de los monarcas absolutos. De hecho, quer¨ªa ser uno de ellos y luch¨® con rabia contra la unificaci¨®n de Italia para conservar sus Estados pontificios. Hablando de "libertad, igualdad y fraternidad", el Papa defini¨® los valores sociales de la Iglesia contempor¨¢nea.
Fr¨¢gil salud
No era la primera visita de Juan Pablo II a Lourdes, un santuario muy pr¨®ximo a su coraz¨®n. No pudo acudir en 1981 por el atentado que sufri¨® en Roma y visit¨® Lourdes por primera vez en 1983. El segundo viaje ha tenido que esperar hasta ayer, cuando su fr¨¢gil salud no permit¨ªa ya al Papa acercarse f¨ªsicamente a los enfermos. Su mal, en cambio, le confer¨ªa una gran proximidad moral: "Estoy con vosotros, queridos hermanos y hermanas, como un peregrino ante la Virgen, hago m¨ªas vuestras oraciones y vuestras esperanzas".
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