En busca del lector
Se lee m¨¢s en muchos otros pa¨ªses europeos que en Espa?a, pero en Francia o Alemania, por ejemplo, la costumbre de leer ya estaba m¨¢s desarrollada en los a?os setenta, cuando uno vino a Madrid y no encontraba en el transporte p¨²blico otros lectores que los de los peri¨®dicos deportivos. Ahora, basta viajar en el metro y observar cu¨¢ntos pasajeros y pasajeras emplean en la lectura el tiempo de su recorrido para desmentir el des¨¢nimo en que nos sumen las encuestas que nos presentan como un pa¨ªs con pocos lectores. Pero no creo que el avance que suponen esas lectoras del metro sea un logro de la lectura obligada en la escuela, aunque tampoco quiero desanimar a quienes pretenden fomentar la lectura en las aulas, como sucede ahora en la Comunidad de Madrid, donde los alumnos de primaria deber¨¢n haber le¨ªdo y resumido un m¨ªnimo de 10 libros al final de cada ciclo. Porque no s¨¦ c¨®mo se hace un lector, pero intuyo que del contagio del entusiasmo por leer se obtiene mejor resultado que de la obligaci¨®n de aprobar.
Cuando en alg¨²n coloquio p¨²blico sobre este asunto, alg¨²n padre, convencido del gozo y el beneficio de la lectura, o simplemente del prestigio social del lector, me ha preguntado qu¨¦ ha de hacer para que su hijo lea, he respondido sin demasiada certidumbre: todo, menos imponerle la lectura; que vea libros en su casa; que lo vea a usted leer. Pero el acto de leer, si no es una costumbre adquirida, es un esfuerzo y no parece que en la sociedad educativa que vivimos el valor del esfuerzo pase por su mejor momento. Por eso, generar entusiasmo por la lectura debe resultar dif¨ªcil, y m¨¢s si se tiene en cuenta que la principal competencia entre los medios electr¨®nicos y los libros, tan complementarios en un buen uso, radica en el mayor esfuerzo intelectual que el libro requiere. La letra, sin embargo, y que conste que aplaudo la buena voluntad de la consejera de Educaci¨®n, nunca entra a golpes, ni siquiera de suspensos. Ahora bien, si la Administraci¨®n regional consigue la mejora de la comprensi¨®n lectora, como es su prop¨®sito, su Plan de Fomento de la Lectura Escolar no caer¨¢ en saco roto. Y no digamos nada si, como se propone, logra que los alumnos lean con fluidez y comprendan lo le¨ªdo, ejercicio por el que no vendr¨ªa mal que pasaran muchos actores p¨²blicos, vista la falta de fluidez y comprensi¨®n con que se manifiestan con frecuencia en sus discursos. Habr¨ªa que ver luego c¨®mo andamos de bibliotecas p¨²blicas para conservar al lector que salga del aula, y hacerlo crecer lo mismo en enero que en agosto. Para agosto ya tienen en Fuenlabrada un invento desde hace 19 a?os: la bibliopiscina. En la piscina municipal consiguen al menos 3.000 lectores potenciales, aunque dicen que var¨ªan las solicitudes en funci¨®n de las condiciones climatol¨®gicas, con lo que no tengo claro si el mayor calor le es favorable al libro o si los d¨ªas de tormenta son m¨¢s propicios a la lectura. Lo que s¨ª tengo claro es que no son lectores de verano, sino lectores que se aprovechan de la piscina y leen en verano como peces en el agua. En las vacaciones es posible encontrar m¨¢s tiempo para nuestros placeres y aficiones, pero si la lectura no es un gozo habitual tampoco se encontrar¨¢ tiempo para ella en agosto. Eso no quiere decir que muchos verdaderos lectores que no hayan le¨ªdo ya a buenos poetas leoneses, como Antonio Gamoneda y Antonio Colinas, o al gran narrador, Luis Mateo D¨ªez, al ver que los le¨ªa este verano el presidente del Gobierno, fueran y se entregaran al mismo placer. Un ministro alem¨¢n dijo estar leyendo una novela de un autor espa?ol, para ¨¦l excelente, y la coloc¨® en la lista de libros m¨¢s vendidos. Pero estoy seguro de que lo de Zapatero en este agosto no ha sido una lectura, sino una relectura de sus paisanos, autores tan intensos como dignos de ser rele¨ªdos. De lo contrario, resultar¨ªa muy llamativo que hubiera esperado a este verano de su presidencia para descubrir tan buena literatura. Pero, si al nombrar a los escritores leoneses, los recomendaba impl¨ªcitamente, y hay tantos ciudadanos que siguen a Zapatero en esto como en otras cosas, buena ganancia es en este caso para la literatura y, por supuesto, para el lector, para los autores citados e incluso para Zapatero.
En uno de los veranos pasados, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar dijo estar leyendo los versos de ?ngel Gonz¨¢lez y Mario Benedetti, poetas ya muy le¨ªdos, y no hubo constancia de que aumentaran las ventas de sus libros. Pero quiz¨¢ se debiera a que los habituales seguidores de Aznar no estaban de acuerdo con esa elecci¨®n por el color pol¨ªtico de los autores.
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