La seducci¨®n del lejano oriente fascina al p¨²blico de Peralada
El Teatro Nacional de la ?pera de Pek¨ªn cautiva en el festival gerundense con la magnificencia esc¨¦nica y el meticuloso trabajo del colorista montaje 'La diosa del r¨ªo L¨²o', una historia sobre el enfrentamiento de dos hermanos por una mujer.
Sobre el escenario, casi medio centenar de personas, entre actores, actrices y cantantes solistas. En el foso, los m¨²sicos con curiosos instrumentos de cuerda, viento y sobre todo percusi¨®n, pues son estos ¨²ltimos los que marcan los gestos y desplazamientos de los int¨¦rpretes. Son los integrantes del Teatro Nacional de la ?pera de Pek¨ªn y han venido de muy lejos, no tanto en el espacio como en el tiempo, para presentar, los pasados 11 y 12 en el Festival de Santander y anteanoche en el de Peralada (Girona), La diosa del r¨ªo L¨²o, una ¨®pera china que narra un drama hist¨®rico sobre el enfrentamiento de dos hombres por una mujer en la ¨¦poca de los Tres Reinos, en el periodo de la dinast¨ªa Han del Este. Estamos, pues, en el siglo III, a?o 220 despu¨¦s de Cristo, y, al mismo tiempo, en Peralada.
El choque inicial es inevitable por nuestro desconocimiento de la cultura oriental, su contexto art¨ªstico y sus c¨®digos, y porque en Espa?a tampoco hemos tenido muchas oportunidades de ver en directo el arte milenario de esta compa?¨ªa china. La ¨²nica vez que visitaron nuestro pa¨ªs fue en 1983, en una gira que les llev¨® al Liceo de Barcelona y a Madrid; ahora han regresado y anteanoche cautivaron al p¨²blico de Peralada, que gracias al conciso pero eficaz sobretitulado pudo seguir la trama sin peder detalle de la delicadeza de gestos.
El argumento de la trama no dista tanto de los temas a los que estamos acostumbrados en occidente: poder, amor, celos, venganza y muerte son los motivos universales que mueven a unos y a otros. All¨ª, como aqu¨ª, las mujeres son las protagonistas de las acciones o las detonantes de los desenlaces. En La diosa del r¨ªo L¨²o, la acci¨®n se desarrolla en torno a la esposa del hijo primog¨¦nito del gobernador Cao Cao, la bella Zhen Mi, amada en secreto por su cu?ado, Cao Zhi, que acaba por ello condenado al destierro.
Lo que s¨ª sorprende es el lenguaje esc¨¦nico que utilizan para narrar sus obras. La exuberancia pl¨¢stica se codea admirablemente con la sutileza de los movimientos y de las miradas. Las m¨¢scaras, el maquillaje excesivo, las pelucas, los tocados, los majestuosos quimonos a varias capas con profusi¨®n de bordados y colores dominan un espacio recargado a base de escalinatas, cuando estamos en el palacio del gobernador, o de flores de loto, cuando nos sit¨²an a orillas del r¨ªo L¨²o. Junto a semejante opulencia est¨¦tica, subrayada por la grandiosidad musical y sus gongs, el perfeccionismo de unos gestos milim¨¦tricos y delicados que conviene ver de cerca, sobre todo los de Dong Yuanyuan, la primera actriz. La precisi¨®n de sus manos y el juego de mangas con el que se las cubre, aunque ignoremos el significado de su lenguaje y nos perdamos su alcance, no deja de ser fascinante. Como lo son tambi¨¦n sus expresivos ojos. Con ellos llega incluso a emocionar en una de las escenas finales, cuando vestida de rojo, el color de la sinceridad y la valent¨ªa, acepta su tr¨¢gico destino.
Si en la primera parte al p¨²blico le cost¨® entrar, en la segunda, el goce fue completo. Est¨¢bamos m¨¢s habituados al contexto de la obra. Los int¨¦rpretes, en los dos ¨²ltimos actos, ofrecen m¨¢s intervenciones solistas y un final maravilloso en forma de sue?o que transforma la nieve en pompas de jab¨®n, por entre las que se deslizan una docena de criaturas aladas que acompa?an la aparici¨®n de la diosa del r¨ªo L¨²o, quien no es otra, a ojos del desterrado Cao Zhi, que su amada Zhen Mi. Una imagen para el recuerdo.
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