?Regreso al centro?
Por cuarta o quinta vez, el PP debe emprender su viaje al centro, seg¨²n voces significativas que se han hecho o¨ªr estos d¨ªas, a poco m¨¢s de un mes de su XV Congreso. Desengancharse de la nostalgia por el poder perdido es la bandera con que ha saltado al ruedo el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, al ofrecerse para formar parte del equipo dirigente que salga del c¨®nclave. Volver a la primera legislatura (de Aznar), recomponiendo el di¨¢logo con los antiguos aliados, es la receta complementaria del ex ministro Piqu¨¦ desde Catalu?a. Ambos proponen mirar al futuro, apostar por la moderaci¨®n, huir de todo radicalismo. Otros dirigentes dicen cosas similares, pero s¨®lo algunos reconocen en p¨²blico que ese viaje al centro implicar¨¢ dar carpetazo a la comisi¨®n del 11-M y no plantear que declare Aznar. Pero esto no lo puede decir directamente el PP, as¨ª es que tendr¨¢ que ser un acuerdo impl¨ªcito no cuestionado por el PSOE.
No quedar anclados en la nostalgia significa para Gallard¨®n asumir el resultado del 14 de marzo: dejar de darle vueltas a las circunstancias que influyeron en ese resultado y pasar a ejercer una "oposici¨®n muy exigente", y tambi¨¦n "muy leal", en los asuntos de inter¨¦s nacional. Al PSOE le cost¨® mucho, tras la derrota de 1996, interiorizar su nueva condici¨®n; pero no porque dejase de criticar a Aznar, sino porque lo hac¨ªa desde una actitud defensiva de lo suyo (los 13 a?os de gobierno), cayendo en la trampa de un Gobierno que actuaba como oposici¨®n de la oposici¨®n. Los socialistas parecen a veces hacer ahora lo mismo -a prop¨®sito de los precios del petr¨®leo, por ejemplo-, estimulados, a su vez, por la actitud del PP: vindicativa, o al menos reivindicativa, de su pasado; e incluso ligeramente paranoica cuando Acebes dice que todav¨ªa no est¨¢ claro la no implicaci¨®n de ETA en el 11-M o que, en todo caso, hay que averiguar qui¨¦n estuvo detr¨¢s de un atentado pensado para "derribar" al Gobierno.
Una oposici¨®n exigente y leal implica cerrar cuanto antes ese debate, o un debate sobre lo que sea en esos t¨¦rminos. Piqu¨¦ reconoci¨® hace poco la inutilidad de oponerse a la reforma del Estatuto catal¨¢n desde la negativa a discutirlo; participar¨¢ en el debate, defendiendo su opini¨®n y sabiendo que sin un consenso que incluya al PP no puede haber convalidaci¨®n de la reforma en las Cortes. Ahora avanza la necesidad de reanudar los lazos con los antiguos aliados. Es decir, de no dar por supuesto que tienen que serlo del PSOE. Parece esbozarse, por tanto, un movimiento de regreso del PP a algunas de las pol¨ªticas (y actitudes) que le llevaron a ganarse en 2000 al electorado de centro (y cuyo abandono, una vez instalado en la mayor¨ªa absoluta, le hizo perderlo).
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